domingo, 31 de agosto de 2014

Salmo 119:5-8. ALEF (b)

(Día 6)

La estrofa Alef termina así:

(Salmo 119:5-8) 

(5)¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos [Jukim]
(6)  Entonces no sería yo avergonzado, cuando atendiese a todos tus mandamientos [Mitzvot]
(7)  Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprendiere tus justos juicios [Mishpatim]
(8)  Tus estatutos [Jukim] guardaré; no me dejes enteramente.



El Salmo 119 es un canto de adoración a Dios, en agradecimiento por darnos la Torá; pero también es una oración, un clamor a Dios para pedirle que nos guíe por Su Camino.  En el verso 5, el salmista ora pidiendo que sus caminos sean ordenados (heb. Kun: también establecer, reparar, enderezar).  Esta debe ser también nuestra oración, porque muchas veces creemos que estamos haciendo bien las cosas, cuando en realidad es lo contrario.  Como dice en Proverbios:
(Prov. 14:12) Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.
(Prov. 12:15) El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio.

A veces podemos llegar a pensar que es un “riesgo” hacer las cosas como Dios manda, ya que muchas veces va en contra de lo que dice en el mundo.  Sobre todo es difícil obedecer los estatutos (Jukim), ya que muchos de éstos no parecen lógicos según la razón humana.  Pero aunque nos cueste y el mundo se burle de nosotros, valdrá la pena obedecer, porque al final no seremos avergonzados por cumplir con Dios, ya que quedaremos bien con el Señor y vendrá bendición. 
(Isaías 3:10-11)  Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos.  (11) ¡Ay del impío!  Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado.

(Gálatas 6:7-10)  No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.  (8) Porque el que siembra para su carne,  de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.  (9) No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.  (10) Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

El salmo dice: “Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprendiere tus justos juicios”.  La palabra que se traduce como “alabar” no es la convencional para adoración; en hebreo es “Yadá” que literalmente significa extender la mano, ya sea para lanzar algo o como reverencia para adorar con manos extendidas.  Las manos extendidas en una señal de rendición.  El corazón recto (heb. Levav: entendimiento, mente, voluntad) recto se rinde ante Dios, y acepta sus justos juicios.



Oremos…
Señor, te pido que endereces mis caminos y me enseñes a guardar tus estatutos. No quiero engañarme a mí mismo creyendo que estoy haciendo bien las cosas cuando en realidad estoy haciendo mi voluntad y no la Tuya.  ¡Líbrame de esto, Señor! 
Te pido que me hagas apto para toda buena obra.  Aunque me cueste obedecer tus mandamientos, aunque se burlen de mí y sea perseguido por mi obediencia, guardaré tus mandamientos.  Lo haré porque sé que es lo mejor y me alcanzará bendición, y al final no seré avergonzado.  Tus estatutos guardaré; no me desampares.
Señor, me rindo y me someta a tus justos juicios, con un corazón recto.  Tú eres justo, y escudriñas la mente y pruebas el corazón para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. 


[Hebreos 13:21; Jeremías 17:10; Salmo 119:5-8]

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