Salmo 119:101-104 MEM (b)
(Día 30)
Salmo 119: 101-104
(101) De todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra [Dabar].
(102) No me aparté de tus juicios [Mishpatim], porque tú me enseñaste.
(103) ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras [Imra]! Más que
la miel a mi boca.
(104) De tus mandamientos [Pikudim] he
adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.
Andar en el Buen Camino es una decisión
consciente. De antemano, uno toma la
decisión de hacer las cosas como Dios manda, y no como uno quiere ni como el
mundo dice.
(Salmo 1:1-2)
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en
camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; (2) Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
y en su ley medita de día y de noche.
Hay un conflicto en el alma del hombre cuando
éste decide vivir según el orden de Dios, ya que uno está acostumbrado a hacer su
propia voluntad. Pero media vez pasamos un
tiempo andando por el Buen Camino, uno se da cuenta del beneficio enorme de
hacer las cosas como Dios ha dispuesto.
(Proverbios 3:17) Sus caminos son caminos deleitosos, y
todas sus veredas paz.
Cuando uno ha probado el beneficio de la
obediencia, la Ley se vuelve dulce (en lugar de una carga), y la apreciamos
como sabiduría (en lugar de parecer una locura, pues muchas veces va en contra
de lo que el mundo dice). Hay sabiduría
en la Palabra de Dios, hay prudencia en sus mandamientos, hay justicia en sus
juicios, hay bendición en sus estatutos.
(Proverbios 24:13-14) Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y el
panal es dulce a tu paladar. (14) Así será a tu alma el conocimiento de la
sabiduría; si la hallares tendrás recompensa, y al fin tu esperanza no será
cortada.
Oremos…
Señor, quiero apartarme del camino de la
mentira, y escoger el camino de la verdad; por eso he puesto tus juicios
delante de mí. Me he apegado a tus
testimonios; oh Jehová, no me avergüences. De tus preceptos recibo
entendimiento, por tanto aborrezco todo camino de mentira. No me he desviado de
tus ordenanzas, porque tú me has enseñado. Por el camino de tus mandamientos
correré, cuando ensanches mi corazón.
Enséñame, Dios mío, el camino de tus estatutos,
y lo guardaré hasta el fin. En tu misericordia concédeme tu ley. Dejaré los caminos del mundo y los
pensamientos de mi corazón, y me volveré a Ti, Yehová, pues como son más altos
los cielos que la tierra, así son Tus caminos más altos que mis caminos, y Tus
pensamientos más que mis pensamientos.
Tus juicios, Señor, son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que
miel, y que la que destila del panal. Yo
he sido amonestado con ellos, y en guardarlos hay grande galardón. ¿Quién podrá
entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.
[Salmo 119:101-104; Salmo 119:29-33; Salmo
19:9-12; Isaías 55:7-9;]
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