(Día 9)
Comenzamos hoy la tercera estrofa del salmo,
que está relacionada con la letra Guímel (ג)…
(Salmo 119:17-24) Guímel.
(17) Haz bien a tu siervo; que
viva, y guarde tu palabra [Dabar].
(18) Abre mis ojos, y miraré las maravillas
de tu ley [Torá].
(19) Forastero soy yo en la tierra;
no encubras de mí tus mandamientos [Mitzvot].
(20) Quebrantada está mi alma de
desear tus juicios [Mishpatim]
en todo tiempo.
La palabra con que comienza esta estrofa es Gamal,
que significa: dar beneficio o dar lo merecido (ya sea bueno o malo), pagar,
premiar, recompensar, ser propicio.
El salmista se considera siervo de Dios. Él espera recibir bendición y vida, porque
está dispuesto a guardar la Palabra de Dios.
Esta es la opción que todos tenemos…
(Deuteronomio 30:15-16) Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el
bien, la muerte y el mal; (16) porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu
Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus
decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la
tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.
El siervo también pide que Dios le revele las
maravillas de la Ley (119:18). En hebreo
usa una expresión curiosa: Gal Aynei, que literalmente significa:
Desnuda mis ojos. A veces no podemos
ver con claridad ni apreciar las “maravillas” de la Ley (Torá), porque tenemos
una especie de velo sobre nuestros ojos, tal como lo explicó Pablo…
(2 Corintios 3:14-18) Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque
hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no
descubierto, el cual por Cristo es
quitado. (15) Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está
puesto sobre el corazón de ellos. (16) Pero cuando se conviertan al Señor, el
velo se quitará. (17) Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu
del Señor, allí hay libertad. (18) Por tanto, nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de
gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Pablo explicó que muchos judíos tienen un velo
que no les permite reconocer al Mesías (Yeshua). Pero de la misma manera, los creyentes
gentiles se han ido al otro extremo, y ya no reconocen que la Torá es la
Palabra de Dios. Les ha caído un velo, y
ya no reconocen las maravillas que están escritas en la Torá.
(Oseas 8:12)
Le escribí las grandezas de mi ley,
y fueron tenidas por cosa extraña.
Tanto judíos como gentiles necesitamos que el
velo caiga, y que el Señor “desnude nuestros ojos”.
Oremos…
Señor Yehová, te pedimos que quites todo velo
que haya caído sobre mis ojos, que no me permita ver ni apreciar Tu
Verdad. Abre mis ojos, y miraré las maravillas
de tu Torá.
Antes era yo forastero y estaba sin Cristo, alejado
de la ciudadanía de Israel y ajeno al Pacto de la promesa, sin esperanza y sin
Dios en el mundo. Pero ahora en Yeshua
el Mesías he sido hecho cercano por la sangre del Cordero. Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos
hizo uno, derribando la pared intermedia de separación. Antes era sordo, pero ahora oiré las Palabras
del Libro; antes era ciego, pero ahora mis ojos verán, aún en medio de la
oscuridad de este mundo. Dios mío, dame revelación, y no encubras de mí tus
mandamientos.
Señor, mi alma está desesperada por conocer tus
juicios en todo tiempo; necesito saber cuál es tu opinión. Por eso, Padre de gloria, te pido que me des espíritu
de sabiduría y de revelación, alumbrando los ojos de mi entendimiento, para saber
cuál es la esperanza a que Tú nos has llamado, y cuáles las riquezas de la
gloria de su herencia en los santos.
[Salmo 119:17-24; Efesios 2:12-14; Isa 29:18:
Efesios 1:17-18]
Exelente
ResponderEliminarGua,impresionante este estudio
ResponderEliminarExelente palabra
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