miércoles, 3 de septiembre de 2014

Salmo 119:17-20. GUIMEL

(Día 9)

Comenzamos hoy la tercera estrofa del salmo, que está relacionada con la letra Guímel (ג)…


(Salmo 119:17-24)  Guímel.

(17)  Haz bien a tu siervo; que viva, y guarde tu palabra [Dabar].
(18)  Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley [Torá].
(19)  Forastero soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos [Mitzvot].
(20)  Quebrantada está mi alma de desear tus juicios [Mishpatim] en todo tiempo.


La palabra con que comienza esta estrofa es Gamal, que significa: dar beneficio o dar lo merecido (ya sea bueno o malo), pagar, premiar, recompensar, ser propicio. 

El salmista se considera siervo de Dios.  Él espera recibir bendición y vida, porque está dispuesto a guardar la Palabra de Dios.  Esta es la opción que todos tenemos…
(Deuteronomio 30:15-16)  Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; (16) porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.

El siervo también pide que Dios le revele las maravillas de la Ley (119:18).  En hebreo usa una expresión curiosa: Gal Aynei, que literalmente significa: Desnuda mis ojos.   A veces no podemos ver con claridad ni apreciar las “maravillas” de la Ley (Torá), porque tenemos una especie de velo sobre nuestros ojos, tal como lo explicó Pablo…
(2 Corintios 3:14-18)  Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto,  el cual por Cristo es quitado. (15) Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. (16) Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. (17) Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. (18) Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

Pablo explicó que muchos judíos tienen un velo que no les permite reconocer al Mesías (Yeshua).  Pero de la misma manera, los creyentes gentiles se han ido al otro extremo, y ya no reconocen que la Torá es la Palabra de Dios.  Les ha caído un velo, y ya no reconocen las maravillas que están escritas en la Torá. 
(Oseas 8:12)  Le escribí las grandezas de mi ley,  y fueron tenidas por cosa extraña.

Tanto judíos como gentiles necesitamos que el velo caiga, y que el Señor “desnude nuestros ojos”. 

Oremos…
Señor Yehová, te pedimos que quites todo velo que haya caído sobre mis ojos, que no me permita ver ni apreciar Tu Verdad.  Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu Torá. 
Antes era yo forastero y estaba sin Cristo, alejado de la ciudadanía de Israel y ajeno al Pacto de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.  Pero ahora en Yeshua el Mesías he sido hecho cercano por la sangre del Cordero.  Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación.  Antes era sordo, pero ahora oiré las Palabras del Libro; antes era ciego, pero ahora mis ojos verán, aún en medio de la oscuridad de este mundo. Dios mío, dame revelación, y no encubras de mí tus mandamientos.
Señor, mi alma está desesperada por conocer tus juicios en todo tiempo; necesito saber cuál es tu opinión.  Por eso, Padre de gloria, te pido que me des espíritu de sabiduría y de revelación, alumbrando los ojos de mi entendimiento, para saber cuál es la esperanza a que Tú nos has llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos.


[Salmo 119:17-24; Efesios 2:12-14; Isa 29:18: Efesios 1:17-18]


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