jueves, 4 de septiembre de 2014

Salmo 119:21-24. GUIMEL (b)

(Día 10)

La estrofa Guímel termina de la siguiente manera…

(Salmo 119:21-24)

(21) Reprendiste a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus mandamientos [Mitzvot].
(22) Aparta de mí el oprobio y el menosprecio, porque tus testimonios [Edot] he guardado.
(23) Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; mas tu siervo meditaba en tus estatutos [Jukim],
(24) Pues tus testimonios [Edot] son mis delicias y mis consejeros.


Esta sección comienza de una forma muy fuerte (v.21), y debemos entender por qué.  Es importante reconocer que cuando uno se aparta de los mandamientos, viene maldición.  
(Deuteronomio 28:15) Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios,  para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán.

La reprensión de Dios no es algo malo.  No es una condenación eterna, sino un acto de misericordia, ya que es la oportunidad que Dios nos da para que corrijamos el camino cuando nos hemos desviado. 

¿No queremos recibir reprensión ni ser objeto de maldición?  Entonces hagamos las cosas como Dios manda.  Por eso el salmista escribe: “Aparta de mí el oprobio y el menosprecio, porque tus testimonios he guardado” (Salmo 119:22).

Luego el salmista hace referencia a la persecución.  La realidad es que la gente va a hablar mal de los que se han dispuesto a guardar la Torá.  Jesús nos dijo que íbamos a ser perseguidos por nuestra fe. 
(Mateo 5:10-12) Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.  (11) Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.  (12) Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

La persecución no debe disuadirnos, porque la obediencia a Dios traerá bien y bendición a nuestras vidas. 
(1 Pedro 3:13-17)  Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?  (14) Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia,  bienaventurados sois.  Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, (15) sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;  (16)  teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.  (17) Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.

Sigamos estudiando y practicando la Torá, porque en ella encontraremos consejos perfectos para todas las áreas de la vida.

Oremos…
He aprendido que la bendición viene por la obediencia, y la maldición nos alcanza si no obedecemos.  Por lo tanto, Señor, hoy yo escojo la vida y la bendición, que vienen por oír y guardar tus mandamientos.
Seguir tu Ley no siempre es lo más popular en este mundo, pero quiero quedar bien Contigo, Señor, aunque eso implique rechazo del mundo.  Yo no quiero padecer como homicida, ni ladrón ni malhechor; si he de padecer, que sea como cristiano.  Y no me avergonzaré sino glorificaré a Dios con mi vida.  Si soy vituperado por el nombre de Cristo, me consideraré dichoso.  El siervo no es mayor que su señor; si a Ti te persiguieron, también a mí me perseguirán.  Por lo tanto, aunque hablen mal de mí y me menosprecien, yo meditaré en tus estatutos y guardaré tus testimonios.  Tu Palabra será mi delicia y mi consejera.

[Salmo 119:21-24; 1 Pedro 4:14-16; Juan 15:20] 




No hay comentarios:

Publicar un comentario