Salmo 119:25-28. DALET
(Día 11)
La cuarta estrofa del Salmo está relacionada
con la letra Dalet (ד)…
(Salmo 119:25-28) Dalet.
(25) Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra [Dabar].
(26) Te he manifestado mis caminos,
y me has respondido; enséñame tus estatutos [Jukim].
(27) Hazme entender el camino [Derej] de tus
mandamientos [Pikudim], para que
medite en tus maravillas.
(28) Se deshace mi alma de
ansiedad; susténtame según tu palabra [Dabar].
Esta estrofa comienza de una forma muy
dramática: el salmista expresa que se siente abatido. El texto literalmente dice que su alma está
pegada al polvo. La primera vez que
aparece la palabra “polvo” en la Biblia es en Génesis, en la creación del
hombre:
(Génesis 2:7)
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el
hombre un ser viviente.
Dios formó al hombre del polvo de la
Tierra. Pero lo que le dio vida fue el
soplo divino, que en hebreo es: Neshama, que también se traduce
como aliento de vida, y también alma.
Sin el soplo de Dios, el hombre sólo es polvo, sólo es terrenal; pero
cuando tiene a Dios, se llena de vida.
Por eso el salmista dijo: vivifícame según tu
palabra (119:25). La palabra hablada de
Dios (Dabar) nos vivifica, nos da vida espiritual. También dice que nos levanta cuando estamos
decaídos.
(Salmo 119:28) Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame
según tu palabra [Dabar].
La palabra que se traduce como “ansiedad”, en
hebreo es Tugá, que literalmente significa: depresión o
congoja. La Palabra de Dios nos levanta
cuando estamos deprimidos, pues nos hace ver la realidad espiritual en lugar de
las mentiras que la mente se imagina, o las circunstancias que parecen estar
fuera de control.
En esta estrofa, encontramos otra gran lección:
el salmista dice que él le cuenta a Dios sobre sus planes (caminos), y el Señor
lo guía como respuesta.
(Salmo 119:26-27)
De mis caminos te conté, y tú me has respondido; enséñame tus estatutos.
(27) Hazme entender el camino de tus
preceptos, y meditaré en tus maravillas.
En la vida uno debe tomar cientos de decisiones
diariamente. ¿Acaso uno debe preguntarle
sobre cada cosa a Dios? Si uno conoce
los principios, no hay necesidad de consultar porque ya conocemos la voluntad
de Dios. Pero hay situaciones en que nos
queda la duda. En esos momentos, debemos
participarle a Dios “nuestros caminos”, y Él responderá y nos enseñará; Él nos
hará entender el camino de sus preceptos.
Salomón habla también de este principio en
Proverbios:
(Proverbios 3:5-7) Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes
en tu propia prudencia. (6) Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará
tus veredas. (7) No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate
del mal.
Oremos…
Señor, a veces siento que mi alma está agobiada
hasta el polvo, y mi cuerpo está postrado hasta la tierra. En momentos así, te pido que te levantes para
ayudarme. Redímeme por causa de tu
misericordia, y vivifícame con tu Espíritu Santo. Así no nos apartaremos de ti. Vida nos darás, e invocaremos tu nombre. ¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos,
restáuranos! Haz resplandecer tu rostro,
y seremos salvos.
Señor, quiero hacer tu voluntad y no la
mía. Por lo tanto, te contaré sobre mis
caminos, pues no confío en mi propia prudencia.
Te tomaré en cuenta en cada paso que dé, pues sé que Tú enderezarás mis
sendas. No seré sabio en mi propia
opinión, sino confiaré en Ti, Señor, de todo corazón, y me apartaré del mal.
[Salmo 44:25-26; Salmo 80:18-19; Salmo
119:24-27; Proverbios 3:5-7]
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