viernes, 5 de septiembre de 2014

Salmo 119:25-28. DALET

Salmo 119:25-28.  DALET
(Día 11)

La cuarta estrofa del Salmo está relacionada con la letra Dalet (ד)

(Salmo 119:25-28) Dalet.

(25) Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra [Dabar]
(26) Te he manifestado mis caminos,  y me has respondido; enséñame tus estatutos [Jukim]
(27)  Hazme entender el camino [Derej] de tus mandamientos [Pikudim], para que medite en tus maravillas. 
(28)  Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra [Dabar].


Esta estrofa comienza de una forma muy dramática: el salmista expresa que se siente abatido.  El texto literalmente dice que su alma está pegada al polvo.  La primera vez que aparece la palabra “polvo” en la Biblia es en Génesis, en la creación del hombre:
(Génesis 2:7)  Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra,  y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

Dios formó al hombre del polvo de la Tierra.  Pero lo que le dio vida fue el soplo divino, que en hebreo es: Neshama, que también se traduce como aliento de vida, y también alma.  Sin el soplo de Dios, el hombre sólo es polvo, sólo es terrenal; pero cuando tiene a Dios, se llena de vida.  

Por eso el salmista dijo: vivifícame según tu palabra (119:25).  La palabra hablada de Dios (Dabar) nos vivifica, nos da vida espiritual.  También dice que nos levanta cuando estamos decaídos. 
(Salmo 119:28)  Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra [Dabar].

La palabra que se traduce como “ansiedad”, en hebreo es Tugá, que literalmente significa: depresión o congoja.  La Palabra de Dios nos levanta cuando estamos deprimidos, pues nos hace ver la realidad espiritual en lugar de las mentiras que la mente se imagina, o las circunstancias que parecen estar fuera de control.

En esta estrofa, encontramos otra gran lección: el salmista dice que él le cuenta a Dios sobre sus planes (caminos), y el Señor lo guía como respuesta.
(Salmo 119:26-27)  De mis caminos te conté, y tú me has respondido; enséñame tus estatutos. (27)  Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas.

En la vida uno debe tomar cientos de decisiones diariamente.  ¿Acaso uno debe preguntarle sobre cada cosa a Dios?  Si uno conoce los principios, no hay necesidad de consultar porque ya conocemos la voluntad de Dios.  Pero hay situaciones en que nos queda la duda.  En esos momentos, debemos participarle a Dios “nuestros caminos”, y Él responderá y nos enseñará; Él nos hará entender el camino de sus preceptos. 

Salomón habla también de este principio en Proverbios: 
(Proverbios 3:5-7)  Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. (6) Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. (7) No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal.


Oremos…
Señor, a veces siento que mi alma está agobiada hasta el polvo, y mi cuerpo está postrado hasta la tierra.  En momentos así, te pido que te levantes para ayudarme.  Redímeme por causa de tu misericordia, y vivifícame con tu Espíritu Santo. Así no nos apartaremos de ti.  Vida nos darás, e invocaremos tu nombre.  ¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos!  Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.
Señor, quiero hacer tu voluntad y no la mía.  Por lo tanto, te contaré sobre mis caminos, pues no confío en mi propia prudencia.  Te tomaré en cuenta en cada paso que dé, pues sé que Tú enderezarás mis sendas.  No seré sabio en mi propia opinión, sino confiaré en Ti, Señor, de todo corazón, y me apartaré del mal.

[Salmo 44:25-26; Salmo 80:18-19; Salmo 119:24-27; Proverbios 3:5-7


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