Hoy iniciamos una nueva estrofa, relacionada
con la letra Zain (ז):
(Salmo 119:49-52) Zain.
(49) Acuérdate de la palabra [Dabar] dada a tu
siervo, en la cual me has hecho esperar.
(50) Ella es mi consuelo en mi
aflicción, porque tu dicho [Imra] me ha
vivificado.
(51) Los soberbios se burlaron
mucho de mí, mas no me he apartado de tu ley [Torá].
(52) Me acordé, oh Jehová, de tus
juicios [Mishpatim]
antiguos, y me consolé.
Suena gracioso pedirle a Dios que se acuerde de
sus promesas, porque, ¿acaso puede Él olvidar algo? La realidad es que ese tipo de
“recordatorios” no son tanto para Dios como para nosotros. Somos los creyentes quienes necesitamos
recordar lo que Dios ha dicho y ha prometido.
Nosotros necesitamos recordar…y luego esperar.
La palabra “esperar”, en hebreo es: Yajal,
que también puede traducirse como: ser paciente. A veces necesitamos ejercitar paciencia, y
esperar que Dios cumpla su palabra. Aunque
las cosas parezcan ir mal en el mundo, los creyentes debemos esperan con
paciencia que Dios haga justicia—¡porque la hará!, y haremos bien de permanecer
del lado de Dios en todo momento.
(Isaías 51:4-8)
Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá
la ley, y mi justicia para luz de los pueblos. (5) Cercana está mi
justicia, ha salido mi salvación, y mis
brazos juzgarán a los pueblos; a mí me esperan los de la costa, y en mi brazo
ponen su esperanza. (6) Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la
tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá
como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi
salvación será para siempre, mi justicia no perecerá. (7) Oídme, los que conocéis justicia, pueblo en
cuyo corazón está mi ley. No temáis
afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes. (8) Porque como a vestidura
los comerá polilla, como a lana los comerá gusano; pero mi justicia permanecerá
perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos.
Cuando le “recordamos” a Dios sobre una
promesa, en realidad nosotros recibimos aliento y esperanza al recordar lo que
Dios va a cumplir.
(Salmo 31:24)
Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento
vuestro corazón.
En Dios encontramos consuelo porque lo que Él
ha dicho, lo hará. Este consuelo nos
vivifica—nos levanta del polvo, y nos da aliento de vida y esperanza.
Oremos…
¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas
dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y
Dios mío. Aunque los demás se burlen de mío me persigan por mi fe, yo no me
apartaré de Tu Ley. Creeré en Tu palabra,
y por eso la buscaré. Tu palabra me ha dado aliento y me ha vivificado.
Yehová, en Ti he esperado, y sé que Tú
responderás, Dios mío. Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me
has hecho esperar. Mis pies se afirmarán
en la Roca de la verdad de Tu Torá, y no me moveré de allí. También buscaré tus Dichos en oración, para
recibir dirección día a día.
Dios de esperanza, lléname de todo gozo y
paz en el creer, para que abundemos en esperanza por el poder del Espíritu
Santo. Amén.
[Salmo 38:15; Salmo 119:49-52; Salmo 42:5; Rom
15:13]
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