Hoy comenzamos una nueva estrofa basada en la
letra hebrea Jet (ח):
(Salmo 119:57-60)
(57) Mi porción es Jehová; he dicho
que guardaré tus palabras [Dabar].
(58) Tu presencia supliqué de todo
corazón; ten misericordia de mí según tu palabra [Imra].
(59) Consideré mis caminos, y volví
mis pies a tus testimonios [Edot].
(60) Me apresuré y no me retardé en
guardar tus mandamientos [Mitzvot].
El salmista dice que “Yehová es su
porción”. Esto podría ser un indicio que el autor es un levita, ya que
la tribu de Levi fue apartada para el gran privilegio de servir a Dios.
(Deuteronomio 10:8-9) En aquel tiempo apartó Jehová la tribu de Leví para que llevase el arca del pacto de Jehová,
para que estuviese delante de Jehová para servirle, y para bendecir en su
nombre, hasta hoy, (9) por lo cual Leví
no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu
Dios le dijo.
Los levitas se quedaron sin heredad terrenal
(sin tierras para cultivar, sólo ciudades para habitar), pero recibieron algo
mejor: una heredad espiritual (la oportunidad de servir a Dios de tiempo
completo).
¿Quiere decir esto que los demás no pueden
dedicarse a Dios? En realidad, esta separación
fue hecha como consecuencia del Pecado del Becerro de Oro, pues sólo los
levitas se levantaron a defender la causa de Dios. Sin embargo, originalmente la invitación fue
hecha a toda la nación de Israel.
(Exo 19:5-6)
Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre
todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. (6) Y vosotros me seréis un
reino de sacerdotes, y gente santa.
Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
En el corazón de Dios está que todo Israel sea
un reino de sacerdotes y una nación santa, apartada para Dios. La invitación está hecha; la pregunta es si cada
uno va a aceptar servir a Dios, o si prefiere vivir para sí mismo.
¿A quién servimos en nuestra vida? Jesús dijo
que no podemos servir a dos señores.
(Mateo 6:24)
Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al
otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas.
El mundo está dedicado a las riquezas, a veces
a cualquier costo. El dinero es su principal
ídolo, aunque hay muchos otros ídolos a quienes la gente sirve. Dedican sus vidas a otros ídolos, pero no
encuentran satisfacción.
(Jeremías 10:14-16) Todo hombre es torpe, falto de conocimiento; todo
orfebre se avergüenza de su ídolo; porque engañosas son sus imágenes fundidas,
y no hay aliento en ellas. (15) Vanidad son, obra ridícula, en el tiempo de
su castigo perecerán. (16) No es como ésta la porción de Jacob; porque Él
es el Hacedor de todo, e Israel es la tribu de su heredad; Jehová de los
ejércitos es su nombre.
Nuestras acciones son las que revelan la verdad de a quién servimos. Si servimos a Dios, lo
haremos de palabra y hecho (Col. 3:16-17).
(Salmo 119:57)
Mi porción es Jehová; he dicho que guardaré tus palabras.
Oremos…
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti,
Yehová? Fuera de ti nada deseo en la tierra.
Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi
porción es Dios para siempre. Porque he
aquí, los que se alejan de ti perecerán; pero en cuanto a mí, el acercarme a
Dios es el bien.
Clamé a ti, oh Yehová, y dije: Tú eres mi
esperanza y mi porción en la tierra de los vivientes. Por tanto, no me preocuparé diciendo: ¿Qué
comeremos? o ¿qué beberemos? o ¿con qué nos vestiremos? Porque los gentiles buscan ansiosamente todas
estas cosas, pero Tú, Padre celestial, sabes que necesitamos de todas estas
cosas. No me afanaré, sino buscaré primero Tu reino y Tu Justicia, y todas
estas cosas serán añadidas. No me
preocuparé por el día de mañana, pues el día de mañana se cuidará de sí mismo;
bástele a cada día sus propios problemas.
Tú eres mi porción, Señor; por lo tanto, he
prometido guardar tus palabras.
Consideré mis caminos, y volví mis pasos a tus testimonios. Me apresuré y no me tardé en guardar tus
mandamientos. Ten piedad de mí conforme
a tu promesa, pues he puesto mi esperanza en Ti, Señor, para contar todas tus
obras.
[Salmo 73:25-28; Salmo 142:5; Mateo 6:31-34;
Salmo 119:57-60]
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