La estrofa Jet termina así:
(Salmo 119:61-64)
(61) Compañías de impíos me han rodeado, mas no me he olvidado de tu ley [Torá].
(62) A medianoche me levanto para alabarte por tus justos juicios [Mishpatim].
(63) Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus mandamientos
[Pikudim].
(64) De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra; enséñame tus
estatutos [Jukim].
Algo que desanima mucho a la gente de cumplir
la ley es ver que otros no lo hacen. Sin
embargo, la desobediencia de otros no es excusa para que nosotros hagamos lo
mismo. No debemos olvidar que cada uno
tendrá que dar cuentas a Dios por lo que haga con su vida.
(Isaías 3:10-11) Decid al justo que le irá bien, porque comerá de
los frutos de sus manos. (11) ¡Ay del
impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado.
No nos dejemos engañar por la aparente
“prosperidad” del impío. Dios es justo,
y dará a cada uno conforme a su obra.
(Eclesiastés 8:12-13) Aunque el
pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que
les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia; (13) y
que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como
sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios.
Si Dios no juzga al impío de inmediato, es
porque Él extiende su misericordia a todos, y nos da la oportunidad de
arrepentirnos.
(2 Pedro 3:9)
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino
que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento.
En la medida que podamos, debemos procurar
rodearnos de gente temerosa de Dios, para mutua edificación.
(Proverbios 13:20) El que anda con sabios, sabio será; mas el que se
junta con necios será quebrantado.
(Hebreos 10:23-24) Mantengamos firme, sin fluctuar, la
profesión de nuestra esperanza, porque
fiel es el que prometió. (24) Y considerémonos unos a otros para
estimularnos al amor y a las buenas obras.
Esta es la compañía que debemos procurar tener
a nuestro alrededor. Pero aún cuando
estemos rodeados de gente impía, debemos hacer las cosas como Dios manda,
aunque no sea popular.
Oremos…
Señor, no quiero desanimarme al ver que los que
me rodean viven en pecado, mientras que yo procuro vivir como Tú mandas. Dame fuerzas y sabiduría para no dejarme
influenciar por los que hacen el mal. Aunque
el pecador haga mal cien veces, con todo yo sé que les irá bien a los que temen
a Dios y guardan sus mandamientos; pero sé que no le irá bien al impío, pues
son como sombra, por cuanto no temen a Dios.
Aunque los impíos me rodeen, yo no me olvidaré de Tu Torá, Señor. Te doy gracias por enseñarme el Buen Camino,
en el cual yo andaré.
Por esa razón, no me uniré a yugo desigual,
porque, ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?
Compañero quiero ser de todos los que te temen, y de los que guardan tus
preceptos. Si es posible, Señor, te pido
que traigas a mi vida gente que quieran vivir como Tú mandas, para mutua
edificación, considerándonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas
obras.
[Eclesiastés 8:12-13; Hebreos 10:24; 2 Corintios
6:14; Salmo 119:61-64]
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