miércoles, 17 de septiembre de 2014

Salmo 119:73-75. YOD

(Día 23)

Hoy comenzamos una nueva estrofa basada en la letra hebrea Yod (י)


(Salmo 119:73-75) Yod.

(73)  Tus manos me hicieron y me formaron; hazme entender, y aprenderé tus mandamientos [Mitzvot].
(74)  Los que te temen me verán, y se alegrarán, porque en tu palabra [Dabar] he esperado.
(75)  Conozco, oh Jehová, que tus juicios [Mishpatim] son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste.


El Salmista reconoce que Dios es nuestro Creador, y por eso le pide que le ayude a entender (119:73).  Dios, como nuestro Hacedor, sabe mejor que nadie lo que nos conviene; por eso, nos dio la Biblia como un “manual de vida” para que nos vaya bien.
(Deuteronomio 12:28)  Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando,  para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios,  te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.

A veces la recompensa de la obediencia no se aprecia de inmediato.  Debemos esperar para poder apreciar los buenos resultados; y para ello, se necesita de fe en Dios.  Como vimos anteriormente, “esperar” en hebreo es “Yajal”, que también significa: ser paciente.  Podemos estar seguros que si esperamos, no seremos avergonzados.
(Salmo 25:3-5)  Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; serán avergonzados los que se rebelan sin causa. Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas.  Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día.

Por eso el salmista dice: “los que te temen, me verán y se alegrarán” (119:74).
(Salmo 33:20-21)  Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es él.  Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado.


Oremos…
Yehová, reconozco que Tú eres mi Dios y mi Creador.  Tú nos hiciste, y no nosotros mismos.  Pueblo tuyo somos, y ovejas de tu prado.  Tus manos me hicieron y me formaron, y Tú sabes qué es bueno para mí.  Por eso te pido que me des entendimiento para aprender tus mandamientos.  Sopla tu Espíritu sobre mí para hacerme entender. 
Enséñame tu camino, Señor, y guíame por senda de rectitud.  Tu camino es perfecto y acrisolada Tu palabra; escudo es a todos los que en Él esperan.
Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Dios en la tierra de los vivientes. Aguardaré en Ti, Yehová;  me esforzaré y esperaré en Ti, y se alentará mi corazón, pues sé que tus juicios son justos.  Sea ahora tu misericordia para consuelo mío, conforme a tu promesa dada a tu siervo. 

[Salmo 100:3; Job 32:8; Salmo 27:11-14; Salmo 18:30; Salmo 119:73-76]


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