(Día 23)
Hoy comenzamos una nueva estrofa basada en la
letra hebrea Yod (י) …
(Salmo 119:73-75) Yod.
(73) Tus manos me hicieron y me
formaron; hazme entender, y aprenderé tus mandamientos [Mitzvot].
(74) Los que te temen me verán, y
se alegrarán, porque en tu palabra [Dabar] he
esperado.
(75) Conozco, oh Jehová, que tus
juicios [Mishpatim] son
justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste.
El Salmista reconoce que Dios es nuestro
Creador, y por eso le pide que le ayude a entender (119:73). Dios, como nuestro Hacedor, sabe mejor que
nadie lo que nos conviene; por eso, nos dio la Biblia como un “manual de vida”
para que nos vaya bien.
(Deuteronomio 12:28) Guarda y escucha todas estas palabras que yo te
mando, para que haciendo lo bueno y lo
recto ante los ojos de Jehová tu Dios,
te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.
A veces la recompensa de la obediencia no se
aprecia de inmediato. Debemos esperar
para poder apreciar los buenos resultados; y para ello, se necesita de fe en
Dios. Como vimos anteriormente, “esperar”
en hebreo es “Yajal”, que también significa: ser paciente. Podemos estar seguros que si esperamos, no
seremos avergonzados.
(Salmo 25:3-5)
Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; serán
avergonzados los que se rebelan sin causa. Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame
tus sendas. Encamíname en tu verdad, y
enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el
día.
Por eso el salmista dice: “los que te temen,
me verán y se alegrarán” (119:74).
(Salmo 33:20-21) Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y
nuestro escudo es él. Por tanto, en él
se alegrará nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado.
Oremos…
Yehová, reconozco que Tú eres mi Dios y mi
Creador. Tú nos hiciste, y no nosotros
mismos. Pueblo tuyo somos, y ovejas de tu
prado. Tus manos me hicieron y me
formaron, y Tú sabes qué es bueno para mí.
Por eso te pido que me des entendimiento para aprender tus mandamientos. Sopla tu Espíritu sobre mí para hacerme
entender.
Enséñame tu camino, Señor, y guíame por senda
de rectitud. Tu camino es perfecto y acrisolada
Tu palabra; escudo es a todos los que en Él esperan.
Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la
bondad de Dios en la tierra de los vivientes. Aguardaré en Ti, Yehová; me esforzaré y esperaré en Ti, y se alentará
mi corazón, pues sé que tus juicios son justos.
Sea ahora tu misericordia para consuelo mío, conforme a tu promesa dada
a tu siervo.
[Salmo 100:3; Job 32:8; Salmo 27:11-14; Salmo
18:30; Salmo 119:73-76]
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