jueves, 18 de septiembre de 2014

Salmo 119:76-80. YOD (b)

(Día 24)

La estrofa Yod termina así…

Salmo 119:76-80
(76)  Sea ahora tu misericordia para consolarme, conforme a lo que has dicho [Imra] a tu siervo.
 (77)  Vengan a mí tus misericordias, para que viva, porque tu ley [Torá] es mi delicia.
(78)  Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado; pero yo meditaré en tus mandamientos [Pikudim].
(79)  Vuélvanse a mí los que te temen y conocen tus testimonios [Edot].
(80)  Sea mi corazón íntegro en tus estatutos [Jukim], para que no sea yo avergonzado.

Cuando hablamos que Dios es justo, esto no quiere decir que Él deje de ser misericordioso.  Dios puede ser ambas cosas a la vez. 
(Exódo 34:5-7)  Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. (6) Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová!  ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;  (7) que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.

Dios es grande en misericordia, pero no dejará pasar por alto la maldad.  ¿Cómo puede ser ambas cosas a la vez?  El no condena al pecador de inmediato, sino le da la oportunidad de arrepentirse antes que la persona reciba su merecido. 
(2 Pedro 3:9)  El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

El mayor acto de amor y misericordia lo mostró Dios en la cruz, pues mandó a Su Hijo a morir por nuestros pecados.
(Juan 3:16-17) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (17)  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

La oportunidad ha sido dada a todos, pero lamentablemente no todos la han aprovechado…
(Juan 3:18-21)  El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.  (19) Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.  (20)  Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.  (21) Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

El salmista entendía bien este principio, y por eso dijo: “Vengan a mí tus misericordias, para que viva, porque tu ley es mi delicia”.  La misericordia es la oportunidad que Dios nos da para corregir nuestro camino y regresar a Él.



Oremos…
Por tu compasión, Señor, no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron Tus misericordias; nuevas son cada mañana, y grande es tu fidelidad.  Mi porción eres Tú, Yehová; por lo tanto, en Ti esperaré.  Bueno eres a los que en Ti esperan, al alma que Te busca.  Bueno es esperar en silencio la salvación de Dios, pues Tú te complaces en los que te temen, y en los que esperan en tu misericordia.
Venga a mí tu compasión, para que viva, porque tu ley es mi deleite. Sean avergonzados los soberbios, porque me agravian con mentira; pero yo en tus preceptos meditaré.  Quiero tener un corazón íntegro para andar en tus estatutos, y así no ser avergonzado.  Yehová, yo sé que Tú eres un Dios justo; y también sé que eres misericordioso, y esperas tener piedad de nosotros.  Dichosos serán los que confían en Ti, y Tú serás exaltado teniendo de nosotros misericordia.

[Lamentaciones 3:22-26; Salmo 147:11; Salmo 119:77-80; Isaías 30:18]


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