(Día 24)
La estrofa Yod termina así…
Salmo 119:76-80
(76) Sea ahora tu misericordia para
consolarme, conforme a lo que has dicho [Imra] a tu siervo.
(77) Vengan a mí tus misericordias, para que viva,
porque tu ley [Torá] es mi
delicia.
(78) Sean avergonzados los
soberbios, porque sin causa me han calumniado; pero yo meditaré en tus
mandamientos [Pikudim].
(79) Vuélvanse a mí los que te
temen y conocen tus testimonios [Edot].
(80) Sea mi corazón íntegro en tus
estatutos [Jukim], para que
no sea yo avergonzado.
Cuando hablamos que Dios es justo, esto no
quiere decir que Él deje de ser misericordioso.
Dios puede ser ambas cosas a la vez.
(Exódo 34:5-7) Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con
él, proclamando el nombre de Jehová. (6) Y pasando Jehová por delante de él,
proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte,
misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y
verdad; (7) que guarda misericordia a
millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún
modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres
sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta
generación.
Dios es grande en misericordia, pero no dejará
pasar por alto la maldad. ¿Cómo puede
ser ambas cosas a la vez? El no condena
al pecador de inmediato, sino le da la oportunidad de arrepentirse antes que la
persona reciba su merecido.
(2 Pedro 3:9)
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino
que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento.
El mayor acto de amor y misericordia lo mostró Dios
en la cruz, pues mandó a Su Hijo a morir por nuestros pecados.
(Juan 3:16-17) Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. (17)
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él.
La oportunidad ha sido dada a todos, pero lamentablemente
no todos la han aprovechado…
(Juan 3:18-21)
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. (19) Y esta es la condenación: que la luz
vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus
obras eran malas. (20) Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece
la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. (21) Mas el que practica la verdad viene a la
luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
El salmista entendía bien este principio, y por
eso dijo: “Vengan a mí tus misericordias, para que viva, porque tu ley es mi
delicia”. La misericordia es la
oportunidad que Dios nos da para corregir nuestro camino y regresar a Él.
Oremos…
Por tu compasión, Señor, no hemos sido
consumidos, porque nunca decayeron Tus misericordias; nuevas son cada mañana, y
grande es tu fidelidad. Mi porción eres
Tú, Yehová; por lo tanto, en Ti esperaré.
Bueno eres a los que en Ti esperan, al alma que Te busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Dios,
pues Tú te complaces en los que te temen, y en los que esperan en tu misericordia.
Venga a mí tu compasión, para que viva, porque
tu ley es mi deleite. Sean avergonzados los soberbios, porque me agravian con
mentira; pero yo en tus preceptos meditaré.
Quiero tener un corazón íntegro para andar en tus estatutos, y así no
ser avergonzado. Yehová, yo sé que Tú
eres un Dios justo; y también sé que eres misericordioso, y esperas tener
piedad de nosotros. Dichosos serán los
que confían en Ti, y Tú serás exaltado teniendo de nosotros misericordia.
[Lamentaciones 3:22-26; Salmo 147:11; Salmo
119:77-80; Isaías 30:18]
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