(Día 25)
Hoy comenzamos una nueva estrofa basada en la
letra hebrea Caf (כ)…
Salmo 119:81-83. Caf
(81) Desfallece mi alma por tu
salvación, mas espero en tu palabra [Dabar].
(82) Desfallecieron mis ojos por tu
palabra [Imra], diciendo:
¿Cuándo me consolarás?
(83) Porque estoy como el odre al
humo; pero no he olvidado tus estatutos [Jukim].
En esta estrofa notamos una desesperación en la
voz del salmista. Él dice que se siente
“desfallecer” (heb. Kalá, también: acabar, cesar, desmayar,
desvanecer, marchitar). Entre líneas leemos
que él siente que ya no puede más y está a punto de tirar la toalla. ¿Quién no
se ha sentido así en algún momento de la vida?
El salmista usa una imagen para describir cómo
se siente: “como odre al humo”. En
tiempos bíblicos, los odres eran recipientes de piel que se usaban para guardar
el vino (como hoy se usan las botellas).
Cuando el odre era expuesto al humo por un tiempo extendido, éste no
sólo se oscurecía por el hollín sino también el cuero se secaba, y por ende se
requebrajaba; de esa manera, ya no podía contener el vino. De la misma manera, a veces las circunstancias
de la vida nos dejan desgastados, sin fuerza, y sentimos que no podemos
aguantar más.
En estos momentos, es fácil quejarse y aún
volverse en contra de Dios. Esa fue la
reacción que tuvo la esposa de Job ante las grandes tragedias que vinieron
sobre su familia (Job. Cap. 1).
(Job 2:9)
Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a
Dios, y muérete.
Pero Job no maldijo a Dios, sino todo lo
contrario.
(Job 2:10)
Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has
hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el
bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
(Job 1:21-22)
y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de
Jehová bendito. (22) En todo esto no
pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.
De igual forma desea actuar el salmista, quien a pesar de
las circunstancias negativas, él dijo que iba a esperar en la
Palabra de Dios y no se olvidaría de sus estatutos.
odre |
Oremos…
Mi carne
y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción eres Tú, Dios
mío, para siempre. Porque he aquí, los
que se alejan de ti perecerán; pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el
bien. He puesto en Ti, Señor, mi
esperanza, y sé que al final contaré y daré testimonio de todas tus obras.
Mi alma anhela ver tu salvación y mis ojos
desfallecen esperando tu palabra, y por ello te pido que me des fuerzas. La esperanza que se demora es tormento del
corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido. Por ello, en Tu Palabra esperaré, pues sé que
me consolarás. Aunque me sienta desmayar,
no me olvidaré de tus estatutos.
Tu Palabra dice que los que esperan en Yehová
tendrán nuevas fuerzas. Por eso yo sé
que levantaré alas como las águilas; correré, y no me cansaré; caminaré y no me
fatigaré. Me bastará ti gracia porque Tu
poder se perfecciona en mi debilidad.
[Salmo 73:26-28; Salmo 119:81-83; Proverbios
13:12; Isaías 40:31; 2 Corintios 12:9]
Hermoso mensaje gracias a Dios por su palabra
ResponderEliminarExcelente oración, aleluya!
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