viernes, 19 de septiembre de 2014

Salmo 119:81-83. CAF

(Día 25)

Hoy comenzamos una nueva estrofa basada en la letra hebrea Caf (כ)


Salmo 119:81-83. Caf

(81)  Desfallece mi alma por tu salvación, mas espero en tu palabra [Dabar].
(82)  Desfallecieron mis ojos por tu palabra [Imra], diciendo: ¿Cuándo me consolarás?
(83)  Porque estoy como el odre al humo; pero no he olvidado tus estatutos [Jukim].


En esta estrofa notamos una desesperación en la voz del salmista.  Él dice que se siente “desfallecer” (heb. Kalá, también: acabar, cesar, desmayar, desvanecer, marchitar).  Entre líneas leemos que él siente que ya no puede más y está a punto de tirar la toalla. ¿Quién no se ha sentido así en algún momento de la vida? 

El salmista usa una imagen para describir cómo se siente: “como odre al humo”.  En tiempos bíblicos, los odres eran recipientes de piel que se usaban para guardar el vino (como hoy se usan las botellas).  Cuando el odre era expuesto al humo por un tiempo extendido, éste no sólo se oscurecía por el hollín sino también el cuero se secaba, y por ende se requebrajaba; de esa manera, ya no podía contener el vino.  De la misma manera, a veces las circunstancias de la vida nos dejan desgastados, sin fuerza, y sentimos que no podemos aguantar más. 

En estos momentos, es fácil quejarse y aún volverse en contra de Dios.  Esa fue la reacción que tuvo la esposa de Job ante las grandes tragedias que vinieron sobre su familia (Job. Cap. 1). 
(Job 2:9)  Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios,  y muérete.

Pero Job no maldijo a Dios, sino todo lo contrario.
(Job 2:10)  Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado.  ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
(Job 1:21-22)  y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá.  Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.  (22) En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.

De igual forma desea actuar el salmista, quien a pesar de las circunstancias negativas, él dijo que iba a esperar en la Palabra de Dios y no se olvidaría de sus estatutos.

odre

Oremos…
 Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción eres Tú, Dios mío, para siempre.  Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien.  He puesto en Ti, Señor, mi esperanza, y sé que al final contaré y daré testimonio de todas tus obras. 
Mi alma anhela ver tu salvación y mis ojos desfallecen esperando tu palabra, y por ello te pido que me des fuerzas.  La esperanza que se demora es tormento del corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido.  Por ello, en Tu Palabra esperaré, pues sé que me consolarás.  Aunque me sienta desmayar, no me olvidaré de tus estatutos. 
Tu Palabra dice que los que esperan en Yehová tendrán nuevas fuerzas.  Por eso yo sé que levantaré alas como las águilas; correré, y no me cansaré; caminaré y no me fatigaré.  Me bastará ti gracia porque Tu poder se perfecciona en mi debilidad. 

[Salmo 73:26-28; Salmo 119:81-83; Proverbios 13:12; Isaías 40:31; 2 Corintios 12:9]


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