Salmo 119:93-96 LAMED (b)
(Día 28)
La estrofa Lamed (ל) termina así:
Salmo 119:93-96
(93) Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos [Pikudim], porque
con ellos me has vivificado.
(94) Tuyo soy yo, sálvame, porque he buscado tus mandamientos [Pikudim].
(95) Los impíos me han aguardado para destruirme; mas yo consideraré tus
testimonios [Edot].
(96) A toda perfección he visto fin; amplio sobremanera es tu mandamiento [Mitzvot].
El último versículo de esta estrofa es
traducido en la versión de las Américas (LBLA) de la siguiente manera:
(Salmo 119:96) He visto un límite a toda perfección; tu
mandamiento es sumamente amplio.
Si somos sinceros, reconoceremos que la razón
humana tiene límites. Aunque alcancemos
toda la sabiduría humana, aún así no podremos entenderlo todo; sólo Dios lo
puede hacer. Por eso necesitamos de la
Biblia, la cual tiene la sabiduría de Dios.
La Biblia no es plana, como los otros libros
hechos por los hombres; la Palabra de Dios tiene muchos niveles de
entendimiento y nos habla de muchas formas. Un día podemos leer un versículo y nos
ministra de una forma; y tiempo después lo volvemos a leer y podemos tener otra
revelación que se relaciona con algo que estamos viviendo en ese momento. Es un pozo insondable de sabiduría y
revelación. La Biblia es palabra viva
que transmite vida. Jesús dijo:
(Juan 6:63)
El espíritu es el que da vida; la
carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son
vida.
El salmista dijo que los mandamientos
lo habían vivificado. Él buscó la verdad
en la Palabra de Dios, y encontró dirección, salvación, protección, exhortación,
etc. En la Biblia encontró la revelación
de Dios, y así encontró vida.
La vida no se encuentra en las letras hechas de
tinta y papel, sino a través del Espíritu de Dios. Se alcanza, no al leer intelectualmente la
Biblia, sino al abrir nuestro espíritu para recibir revelación de Dios a través
de Su Palabra.
(2 Corintios 3:4-6) Y esta confianza tenemos hacia Dios
por medio de Cristo: (5) no que seamos
suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros,
sino que nuestra suficiencia es de Dios, (6) el cual también nos hizo
suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del
Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.
Oremos…
Señor, Tú dijiste que escudriñáramos las
Escrituras porque ellas hablan de Ti.
Jamás me olvidaré de tus preceptos, porque por
ellos me has vivificado. En tus
mandamientos meditaré, y consideraré tus caminos. Tu ley, Yehová, es perfecta, que convierte el
alma; Tus testimonios son fieles, que
hacen sabio al sencillo. Tus mandamientos son rectos, que alegran el corazón; Tus
preceptos son puros, y alumbran los ojos.
Haz bien a tu siervo; que viva, y guarde tu palabra. Tuyo soy yo, sálvame, porque he buscado tus
mandamientos. Me regocijaré en tus
estatutos; no me olvidaré de tus palabras porque en ellas hallo vida.
[Juan 5:39; Salmo 119:15-17; Salmo 19:7-8; Salmo
119:93-96]
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