lunes, 22 de septiembre de 2014

Salmo 119:93-96. LAMED (b)

Salmo 119:93-96 LAMED (b)
(Día 28)

La estrofa Lamed (ל) termina así:

Salmo 119:93-96

(93) Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos [Pikudim], porque con ellos me has vivificado.
(94) Tuyo soy yo, sálvame, porque he buscado tus mandamientos [Pikudim].
(95) Los impíos me han aguardado para destruirme; mas yo consideraré tus testimonios [Edot].
(96) A toda perfección he visto fin; amplio sobremanera es tu mandamiento [Mitzvot].

El último versículo de esta estrofa es traducido en la versión de las Américas (LBLA) de la siguiente manera:
(Salmo 119:96)  He visto un límite a toda perfección; tu mandamiento es sumamente amplio. 

Si somos sinceros, reconoceremos que la razón humana tiene límites.  Aunque alcancemos toda la sabiduría humana, aún así no podremos entenderlo todo; sólo Dios lo puede hacer.  Por eso necesitamos de la Biblia, la cual tiene la sabiduría de Dios.  

La Biblia no es plana, como los otros libros hechos por los hombres; la Palabra de Dios tiene muchos niveles de entendimiento y nos habla de muchas formas.  Un día podemos leer un versículo y nos ministra de una forma; y tiempo después lo volvemos a leer y podemos tener otra revelación que se relaciona con algo que estamos viviendo en ese momento.  Es un pozo insondable de sabiduría y revelación.  La Biblia es palabra viva que transmite vida.  Jesús dijo:
(Juan 6:63)  El espíritu es el que da vida;  la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

El salmista dijo que los mandamientos lo habían vivificado.  Él buscó la verdad en la Palabra de Dios, y encontró dirección, salvación, protección, exhortación, etc.  En la Biblia encontró la revelación de Dios, y así encontró vida.

La vida no se encuentra en las letras hechas de tinta y papel, sino a través del Espíritu de Dios.  Se alcanza, no al leer intelectualmente la Biblia, sino al abrir nuestro espíritu para recibir revelación de Dios a través de Su Palabra.
(2 Corintios 3:4-6) Y esta confianza tenemos hacia Dios por medio de Cristo: (5)  no que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios, (6) el cual también nos hizo suficientes como ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.

Oremos…
Señor, Tú dijiste que escudriñáramos las Escrituras porque ellas hablan de Ti. 
Jamás me olvidaré de tus preceptos, porque por ellos me has vivificado.  En tus mandamientos meditaré, y consideraré tus caminos.  Tu ley, Yehová, es perfecta, que convierte el alma; Tus testimonios son fieles, que hacen sabio al sencillo. Tus mandamientos son rectos, que alegran el corazón; Tus preceptos son puros, y alumbran los ojos.  Haz bien a tu siervo; que viva, y guarde tu palabra.  Tuyo soy yo, sálvame, porque he buscado tus mandamientos.  Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras porque en ellas hallo vida.

[Juan 5:39; Salmo 119:15-17; Salmo 19:7-8; Salmo 119:93-96]





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