El nombre en hebreo de Jerusalén es Yerushalayim,
que significa: Veré o proveeré la paz (Yiré + Shalom).
Quienes han seguido la historia de Jerusalén,
no podrán evitar ver la ironía del nombre ya que en la “Ciudad de la Paz” en
realidad ha prevalecido el conflicto y la guerra. Jerusalén ha sido disputada
por diversos imperios, y ha sido completamente destruida varias veces; sin
embargo, siempre se ha levantado de las cenizas y ha sido reedificada.
¿Conocerá algún día la paz esta Ciudad? Desde
una perspectiva humana, parece difícil o imposible; el hombre no ha podido
establecer la paz en Jerusalén por mucho que lo ha intentado. Sin embargo, para
Dios no hay nada imposible (Lucas 1:37; Marcos 10:27; Jeremías 32:17,27). La
realidad es que el Señor es el único que puede traer paz a Jerusalén.
(Isaías 26:12) Jehová, tú nos darás paz, porque
también hiciste en nosotros todas nuestras obras.
(1 Crónicas 23:25) Porque David dijo: Jehová Dios de
Israel ha dado paz a su pueblo Israel, y él habitará en Jerusalén para
siempre.
(Jeremías 33:6-9) He aquí que yo les traeré sanidad y
medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. (7) Y
haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de Israel, y los restableceré
como al principio. (8) Y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra
mí; y perdonaré todos sus pecados con que contra mí pecaron, y con que contra
mí se rebelaron. (9) Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de
gloria, entre todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que
yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les
haré.
(Salmo 29:11) Jehová dará poder a su pueblo;
Jehová bendecirá a su pueblo con paz.
En Yerushalayim veremos la paz, porque
Dios lo proveerá…a través del Mesías:
(Ezequiel 37:24) Mi siervo David será rey sobre
ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis
estatutos guardarán, y los pondrán por obra. (25) Habitarán en la tierra que di
a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán
ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será
príncipe de ellos para siempre. (26) Y haré con ellos pacto de paz,
pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré
mi santuario entre ellos para siempre. (27) Estará en medio de ellos mi
tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. (28)
Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi
santuario en medio de ellos para siempre.
(Hageo 2:6-9) Porque así dice Jehová de los
ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la
tierra seca; (7) y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de
todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los
ejércitos. (8) Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.
(9) La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová
de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los
ejércitos.
ORAD POR LA PAZ
Aunque estemos esperando que el Mesías venga y
traiga paz al mundo, esto no quiere decir que nos quedemos con los brazos
cruzados, sin hacer nada. El profeta Jeremías nos dice que el Señor pregunta quién
intercederá por la paz de Jerusalén…
(Jeremías 15:5) Porque ¿quién tendrá compasión de
ti, oh Jerusalén? ¿Quién se entristecerá por tu causa, o quién vendrá a
preguntar por tu paz?
También el
salmista nos exhorta a orar por la paz de Jerusalén.
(Salmo 122:6-9)
Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te
aman. (7) Sea la paz dentro de tus
muros, y el descanso dentro de tus palacios.
(8) Por amor de mis hermanos y mis compañeros diré yo: La paz sea
contigo. (9) Por amor a la casa de
Jehová nuestro Dios buscaré tu bien.
Algunos dicen: “¿Para
qué vamos a orar por la “paz de Jerusalén” cuando es evidente que nunca habrá
paz allí?” Aunque este pensamiento
parezca lógico a la mente humana, revela falta de conocimiento de las promesas
de Dios. Aunque el hombre no pueda lograrlo, para Dios no es imposible. El Señor traerá paz a Jerusalén porque Él lo
prometió.
(Miqueas 4:2-4) Vendrán muchas naciones, y dirán:
Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos
enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la
ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.
(3) Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas
hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para
hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más
para la guerra. (4) Y se sentará
cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los
amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.
(Isaías 9:6-7) Porque un
niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se
llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. (7) Lo dilatado de su imperio y la paz no
tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y
confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
Cuando oramos
por la paz de Jerusalén, en forma implícita estamos orando por la venida del
Mesías, quien finalmente traerá paz cuando Él establezca su trono en esa
ciudad. La paz no vendrá por “acuerdos
de paz” sino cuando toda nación se someta a la autoridad del Señor. La paz viene por hacer la voluntad de Dios…
(Isaías 48:17-22) Así ha dicho Jehová, Redentor
tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña
provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir.
(18) ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz
como un río, y tu justicia como las ondas del mar. (19) Fuera como la arena
tu descendencia, y los renuevos de tus entrañas como los granos de arena; nunca
su nombre sería cortado, ni raído de mi presencia. (20) Salid de Babilonia,
huid de entre los caldeos; dad nuevas de esto con voz de alegría, publicadlo,
llevadlo hasta lo postrero de la tierra; decid: Redimió Jehová a Jacob su
siervo. (21) No tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos; les hizo
brotar agua de la piedra; abrió la peña, y corrieron las aguas. (22) No hay
paz para los malos, dijo Jehová.
OREMOS...
Hoy venimos a ti e invocamos tu Nombre porque sabemos que nos oyes cuando
oramos a Ti. Te buscaremos y te hallaremos porque te buscamos de todo
corazón. Hoy nos unimos para orar por la paz de Jerusalén. Sea la paz dentro de tus muros, y el descanso dentro de tus
palacios. Por amor de mis hermanos y mis compañeros diré yo: La paz sea
contigo. Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios buscaré el bien de Jerusalén.
Nos unimos a Tu Propósito, Señor.
Aunque nuestros ojos no puedan verlo hoy, creemos que traerás paz a Jerusalén, y al mundo entero. No nos dejaremos llevar por las noticias ni permitiremos que las
circunstancias nos quiten la paz, porque sabemos que Tus pensamientos son de
paz y bienestar, y no de mal. Creemos, Señor, que Tú harás lo has
prometido y traerás paz a Israel. Yehová, Tú eres Dios, y no
hay ninguno como Tú. Amén.
(Salmo 122; Isaías 45:5-7; Jeremías 29:11-14)
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