Los muros que
hoy se ven en las Ciudad Vieja de Jerusalén no son los mismos que Jesús vio, ya
que ésos fueron destruidos en el año 70 d.C. por los romanos. En ese tiempo, no
quedó piedra sobre piedra (sólo los fundamentos soterrados). La muralla que hoy vemos rodeando a la Ciudad
Vieja fue mandada a construir por el rey otomano Solimán el Magnífico en los
años 1537-1542. Curiosamente el área que
se conoce como Sión, la más alta de Jerusalén, es la única que no fue rodeada
por los muros de Solimán. La razón fue probablemente porque allí se encontraba
un monasterio franciscano.
La muralla de
Jerusalén ha sido edificada y destruida varias veces, y ha vuelto a ser
levantada. David escribió la siguiente oración sobre los muros (heb. Homa).
(Salmo 51:18) Haz bien con tu benevolencia a Sion; edifica los
muros de Jerusalén.
En la
antigüedad, todas las ciudades importantes tenían murallas alrededor, pues eran
necesarias para proteger de los invasores. Muchas veces, Israel ha puesto su confianza en
la muralla, como protección del enemigo. Pero llegará el día en que Jerusalén
ya no necesitará muros físicos, porque la misma Presencia de Dios será como
muro de protección…
(Zacarías 2:5) Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria
estaré en medio de ella.
La profecía dice que en ese tiempo Jerusalén
extenderá sus límites, y la ciudad crecerá para recibir a más personas…
(Zacarías 2:1-4) Alcé después mis ojos y miré, y he aquí un varón
que tenía en su mano un cordel de medir. (2) Y le dije: ¿A dónde vas? Y él me
respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su
longitud. (3) Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le
salió al encuentro, (4) y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin
muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en
medio de ella.
También Miqueas
profetizó…
(Miqueas 7:11) Viene el día en que se edificarán tus muros; aquel día se extenderán los
límites.
SALMO 125
Uno de los
salmos que los peregrinos cantaban cuando subían a Jerusalén para las fiestas
(heb. Aliyá l’Regel) era el salmo 125, el cual habla sobre cómo
Dios rodea a Jerusalén, y de la misma forma guarda a los que ponen su confianza
en Él.
(Salmo 125:1-5) Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no
se mueve, sino que permanece para siempre. Como Jerusalén tiene montes
alrededor de ella, así Jehová está alrededor de su pueblo desde ahora y para
siempre. Porque no reposará la vara de la impiedad sobre la heredad de los
justos; no sea que extiendan los justos sus manos a la iniquidad. Haz bien, oh
Jehová, a los buenos, y a los que son rectos en su corazón. Mas a los que se
apartan tras sus perversidades, Jehová los llevará con los que hacen iniquidad;
paz sea sobre Israel.
La protección
de Dios aplica también para nuestras vidas diarias. El principio bíblico dice
que si obedecemos, nos irá bien (“haz bien a los buenos y a los rectos de
corazón”); pero a los que practican el mal, quedan expuestos a maldición y
consecuencias espirituales. La
obediencia es el muro espiritual.
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Me encanta esta historia verídica. Es impresionante compararla con lo que dice la biblia.¡ Es todo tan real!
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