lunes, 12 de febrero de 2018

APOCALIPSIS 5: Un Libro en el Cielo

En el capítulo 5 continuamos con la visión de la Sala del Trono en el Cielo:
(Apocalipsis 5:1) Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.

Dios es quién está sentado en el Trono. Y Juan describe que en ese momento, el Señor tiene en su mano derecha un libro, que también puede traducirse como “un rollo” (pues en tiempos de Juan, los libros venían en la forma de rollos de papiro o de cuero).



Juan nos cuenta que el libro o rollo estaba escrito por dentro y por fuera, y estaba sellado con siete sellos. En tiempos antiguos, cuando se sellaba un rollo era porque éste era un documentos legal u oficial, tal como títulos de propiedad, acuerdos gubernamentales o cartas oficiales, las cuales no debían ser leídas por cualquier persona. Cuando se redactaba un documento importante, se escribía de un lado, y luego se enrollaba y se escribía del otro lado (exterior) la descripción de lo que estaba escrito dentro. Luego se sellaba con cera y se marcaba con un anillo de sellar, con la insignia de la autoridad, al igual que la de los testigos. Si era un documento de propiedad, éste quedaba sellado, y no podía abrirse más que en una corte de justicia, o por el dueño del título. En caso que fuera necesario, se llamaba a los testigos mencionados en la cubierta del documento para dar fe de lo que había adentro del escrito. 

EJEMPLO EN JEREMÍAS
En la Biblia encontramos un ejemplo de este tipo de documentos: En el libro de Jeremías (Jer. 32:6-15), vemos una transacción de compra de una heredad, para lo cual se redactó una “carta de propiedad”.
(Jeremías 32:9-11) Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata. Y escribí la carta y la sellé, y la hice certificar con testigos, y pesé el dinero en balanza. Tomé luego la carta de venta, sellada según el derecho y costumbre, y la copia abierta.

Lo interesante es que esta compra de terreno se hizo en un momento que iba en contra de toda lógica, ya que Jeremías estaba en la cárcel del palacio (porque sus profecías no le parecieron al rey), y además Jerusalén estaba sitiada por los babilonios y el reino de Judá estaba a punto de caer en manos de los enemigos. Definitivamente no era “un buen negocio” comprar terrenos en ese momento, pero Dios le dijo a Jeremías que redimiera la tierra de su pariente como una señal profética. Luego de comprar la tierra, Jeremías mandó a poner el documento sellado dentro de una vasija de barro para conservar el título de propiedad, protegiéndolo del fuego, el agua y el tiempo (Jer. 32:13-14). Este documento serviría como testigo de que Dios iba a restaurar el destino de Su Pueblo aunque fueran llevados al cautiverio (Jer. 32:15).

Me tomé el tiempo de mencionar la historia de Jeremías, ya que ésta es también una señal profética para los tiempos finales, y tiene conexión con lo que leemos en Apocalipsis 5…

LIBRO CON SELLOS
Juan vio a Dios sentado en su Trono en el Cielo, y en su mano estaba un documento sellado, que es el título de propiedad de la Tierra.

¿De quién es la Tierra? La Biblia dice que es propiedad de Jehová (Sal. 24:1; Sal. 135:6)
(Deu. 10:14)  He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella.

En Génesis vemos que Dios le encomendó la Tierra al hombre (Gen. 1:28); pero luego del pecado, el hombre ha cedido el dominio al enemigo (Génesis cap. 3). El dueño es Dios, el mayordomo es el hombre, y el ladrón es el diablo. Pero llegará el momento en que Dios reclamará la propiedad que le pertenece.

En la vision de Juan, vemos que el título de propiedad de la Tierra está en manos de Dios. Pero en ese momento, un ángel pregunta si hay alguien entre los hombres que es digno de abrir el documento. Recordemos que sólo el dueño o el juez pueden abrir un documento de propiedad.
(Apocalipsis 5:2) Y vi a un ángel poderoso que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y de desatar sus sellos? 

Con el pecado, el hombre perdió su derecho a la tierra. Desde entonces, nadie ha podido recuperarlo, y Juan se dio cuenta de la trascendencia de ello.
(Apocalipsis 5:3-4) Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.

El caso parecía perdido…pero en el Cielo le informaron la buena nueva que hay uno digno de abrir los sellos:
(Apocalipsis 5:5) Entonces uno de los ancianos me dijo: No llores; mira, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos. 

¿Quién es este León de Judá? La Biblia describe a Jesús (heb. Yeshua) como el León de la tribu de Judá. Él es pariente del rey David (la “raíz de David”), y como tal tiene derecho legal al trono de Israel. Pero no sólo eso, sino que con su muerte en la cruz, como Cordero de la Pascua, él venció a la muerte. Él es el único digno de abrir el libro y quebrar los sellos, para mostrar ante todos que Él tiene el derecho legal sobre el mundo, porque le pertenece.
(Apocalipsis 5:6) Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

Jesús es a la vez “León y Cordero”.  León porque es feroz y tiene autoridad sobre todos los demás; Cordero porque es humilde, y se entregó a sí mismo como sacrificio vivo para salvar a todo el que en Él crea (Juan 1:29; 1 Pedro 1:18-19). Los “7 cuernos” hablan de su autoridad perfecta, y los “7 ojos” revelan su perfecta sabiduría, conocimiento y unción espiritual (Isa. 11:1-3; 2 Cró. 16:9; Zac. 3:8-10; Zac. 4:10; Prov. 15:3).

SALMO 2
El Salmo 2 está temáticamente conectado con este capítulo de Apocalipsis. Allí Dios rebela a quién le serán heredadas las naciones de la Tierra:
(Salmo 2:6-8) Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra.

Todas las naciones de la Tierra le pertenecen al Hijo de Dios, Jesús el Mesías (heb. Yeshua HaMashiaj). En su segunda venida, Él vendrá como Rey, y se sentará en su trono en Jerusalén. El salmo dice que muchos pueblos se rebelarán en contra de su autoridad (como lo hicieron en la Torre de Babel), pero en esta ocasión toda rebelión será apagada (Salmo 2:1-5,9-12)

EL CORDERO
Regresando a la visión que Juan tuvo del Cielo, él vio que el Cordero (que es Jesús—Juan 1:29), tomo el libro. Ese rollo es el título de propiedad de la Tierra, y como heredero le pertenece. Y Juan presenció el momento en que le fue dado el “título de propiedad”, pues ya había llegado la hora de tomar su posesión. Pero antes de hacerlo, debían abrirse los sellos del rollo.

Como mencionamos, los sellos de un título de propiedad eran de los testigos, del dueño y de la autoridad. Cuando se hacía una transferencia de propiedad, se abrían los sellos del documento, para confirmar a quien le pertenece la propiedad, y luego se escribía un nuevo documento con el nombre del nuevo dueño.

En el caso del título de propiedad del mundo, Dios se lo hereda a Su Hijo, Yeshua. Él es el único digno de tomar el rollo y abrirlo (Apoc. 5:5).
(Apocalipsis 5:7) Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.

En los siguientes versículos explica por qué razón el Cordero (Yeshua) es digno de tomar el título de propiedad. Y la razón es explicada a través de un cántico que entonan los seres vivientes y los ancianos, que están cerca del trono de Dios:
(Apocalipsis 5:8-10) Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

Juan describe un detalle nuevo de los ancianos: ellos tenían arpas, que representan alabanza; y también tenían una copa de oro con incienso, que representa las oraciones del pueblo de Dios.


En el Tabernáculo encontramos el Altar del Incienso, que es la representación en la Tierra de lo que Moisés vio en el Cielo (Exodo 30:1-8). También en el Tabernáculo, el Altar del Incienso representa el lugar de oración y comunión íntima con Dios.

ALABANZA
En el capítulo 4, leímos que Dios Todopoderoso recibía alabanza, honor y gloria.
También en el capítulo 5 vemos que alguien es alabado: el Cordero de Dios, el León de Judá—Jesús el Mesías (heb. Yeshua Ha Mashiaj). La Biblia enseña que nadie debe postrarse ante otro, solamente ante Dios. Por lo tanto, si los ancianos y los seres se postraron ante el Cordero, es porque Él es Dios. Yeshua también es digno de recibir alabanza, no sólo en la Tierra sino también en el Cielo:  

a. En el Cielo:
(Apocalipsis 5:11-12) Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.

b. por toda la Creación:
(Apocalipsis 5:13-14) Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.

Dios Todopoderoso (Jehová) está sentado en el Trono en el Cielo. Él es Soberano sobre todas las cosas, arriba en el Cielo y abajo en la Tierra. Él es Rey de todo el Universo. La misma autoridad la tiene Jesús (el Cordero de Dios). Él está sentado a la Diestra del Padre, y también merece la gloria y la honra (Filipenses 2:8-11).

Lo que Juan vio en la Sala del Trono en el Cielo es el preámbulo de la segunda venida de Jesús.


Más capítulos de este estudio en: Apocalipsis


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1 comentario:

  1. Dios lo bendiga grandemente, es de mucha bendicion este studio biblico, :)

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