En el capítulo 5 continuamos con la visión
de la Sala del Trono en el Cielo:
(Apocalipsis 5:1) Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito
por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Dios es quién está sentado en el Trono. Y
Juan describe que en ese momento, el Señor tiene en su mano derecha un libro,
que también puede traducirse como “un rollo” (pues en tiempos de Juan, los
libros venían en la forma de rollos de papiro o de cuero).
Juan nos cuenta que el libro o rollo estaba
escrito por dentro y por fuera, y estaba sellado con siete sellos. En tiempos
antiguos, cuando se sellaba un rollo era porque éste era un documentos legal u
oficial, tal como títulos de propiedad, acuerdos gubernamentales o cartas
oficiales, las cuales no debían ser leídas por cualquier persona. Cuando se
redactaba un documento importante, se escribía de un lado, y luego se enrollaba
y se escribía del otro lado (exterior) la descripción de lo que estaba escrito
dentro. Luego se sellaba con cera y se marcaba con un anillo de sellar, con la insignia
de la autoridad, al igual que la de los testigos. Si era un documento de
propiedad, éste quedaba sellado, y no podía abrirse más que en una corte de
justicia, o por el dueño del título. En caso que fuera necesario, se llamaba a
los testigos mencionados en la cubierta del documento para dar fe de lo que
había adentro del escrito.
EJEMPLO EN JEREMÍAS
En la Biblia encontramos un ejemplo de este
tipo de documentos: En el libro de Jeremías (Jer. 32:6-15), vemos una
transacción de compra de una heredad, para lo cual se redactó una “carta de
propiedad”.
(Jeremías 32:9-11) Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot,
y le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata. Y escribí la carta y la sellé,
y la hice certificar con testigos, y pesé el dinero en balanza. Tomé luego
la carta de venta, sellada según el derecho y costumbre, y la copia abierta.
Lo interesante es que esta compra de
terreno se hizo en un momento que iba en contra de toda lógica, ya que Jeremías
estaba en la cárcel del palacio (porque sus profecías no le parecieron al rey),
y además Jerusalén estaba sitiada por los babilonios y el reino de Judá estaba
a punto de caer en manos de los enemigos. Definitivamente no era “un buen
negocio” comprar terrenos en ese momento, pero Dios le dijo a Jeremías que
redimiera la tierra de su pariente como una señal profética. Luego de comprar
la tierra, Jeremías mandó a poner el documento sellado dentro de una vasija de
barro para conservar el título de propiedad, protegiéndolo del fuego, el agua y
el tiempo (Jer. 32:13-14). Este documento serviría como testigo de que Dios iba
a restaurar el destino de Su Pueblo aunque fueran llevados al cautiverio (Jer.
32:15).
Me tomé el tiempo de mencionar la historia
de Jeremías, ya que ésta es también una señal profética para los tiempos
finales, y tiene conexión con lo que leemos en Apocalipsis 5…
LIBRO CON SELLOS
Juan vio a Dios sentado en su Trono en el
Cielo, y en su mano estaba un documento sellado, que es el título de propiedad
de la Tierra.
¿De quién es la Tierra? La Biblia dice que
es propiedad de Jehová (Sal. 24:1; Sal. 135:6)
(Deu. 10:14) He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de
los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella.
En Génesis vemos que Dios le encomendó la
Tierra al hombre (Gen. 1:28); pero luego del pecado, el hombre ha cedido el
dominio al enemigo (Génesis cap. 3). El dueño es Dios, el mayordomo es el hombre,
y el ladrón es el diablo. Pero llegará el momento en que Dios reclamará la
propiedad que le pertenece.
En la vision de Juan, vemos que el título
de propiedad de la Tierra está en manos de Dios. Pero en ese momento, un ángel
pregunta si hay alguien entre los hombres que es digno de abrir el documento.
Recordemos que sólo el dueño o el juez pueden abrir un documento de propiedad.
(Apocalipsis 5:2) Y vi a un ángel poderoso que pregonaba a gran voz: ¿Quién
es digno de abrir el libro y de desatar sus sellos?
Con el pecado, el hombre perdió su derecho
a la tierra. Desde entonces, nadie ha podido recuperarlo, y Juan se dio cuenta
de la trascendencia de ello.
(Apocalipsis 5:3-4) Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la
tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. Y lloraba yo mucho, porque no se
había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
El caso parecía
perdido…pero en el Cielo le informaron la buena nueva que hay uno digno de
abrir los sellos:
(Apocalipsis 5:5) Entonces uno de los ancianos me dijo: No llores; mira, el
León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y
sus siete sellos.
¿Quién es este León de Judá? La Biblia
describe a Jesús (heb. Yeshua) como el León de la tribu de Judá. Él es pariente del rey David (la “raíz de
David”), y como tal tiene derecho legal al trono de Israel. Pero no sólo eso,
sino que con su muerte en la cruz, como Cordero de la Pascua, él venció a la
muerte. Él es el único digno de abrir el libro y quebrar los sellos, para mostrar
ante todos que Él tiene el derecho legal sobre el mundo, porque le pertenece.
(Apocalipsis 5:6) Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres
vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como
inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los
siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Jesús es a la vez “León y Cordero”. León porque es feroz y tiene autoridad sobre
todos los demás; Cordero porque es humilde, y se entregó a sí mismo como
sacrificio vivo para salvar a todo el que en Él crea (Juan 1:29; 1 Pedro
1:18-19). Los “7 cuernos” hablan de su autoridad perfecta, y los “7 ojos”
revelan su perfecta sabiduría, conocimiento y unción espiritual (Isa. 11:1-3; 2
Cró. 16:9; Zac. 3:8-10; Zac. 4:10; Prov. 15:3).
SALMO
2
El Salmo 2 está temáticamente conectado con
este capítulo de Apocalipsis. Allí Dios rebela a quién le serán heredadas las
naciones de la Tierra:
(Salmo 2:6-8) Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. Yo
publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme,
y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la
tierra.
Todas las naciones de la Tierra le
pertenecen al Hijo de Dios, Jesús el Mesías (heb. Yeshua HaMashiaj).
En su segunda venida, Él vendrá como Rey, y se sentará en su trono en Jerusalén.
El salmo dice que muchos pueblos se rebelarán en contra de su autoridad (como
lo hicieron en la Torre de Babel), pero en esta ocasión toda rebelión será
apagada (Salmo 2:1-5,9-12)
EL CORDERO
Regresando a la visión que Juan tuvo del
Cielo, él vio que el Cordero (que es Jesús—Juan 1:29), tomo el libro. Ese rollo
es el título de propiedad de la Tierra, y como heredero le pertenece. Y Juan
presenció el momento en que le fue dado el “título de propiedad”, pues ya había
llegado la hora de tomar su posesión. Pero antes de hacerlo, debían abrirse los
sellos del rollo.
Como mencionamos, los sellos de un título
de propiedad eran de los testigos, del dueño y de la autoridad. Cuando se hacía
una transferencia de propiedad, se abrían los sellos del documento, para
confirmar a quien le pertenece la propiedad, y luego se escribía un nuevo
documento con el nombre del nuevo dueño.
En el caso del título de propiedad del
mundo, Dios se lo hereda a Su Hijo, Yeshua. Él es el único digno de tomar el
rollo y abrirlo (Apoc. 5:5).
(Apocalipsis 5:7) Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba
sentado en el trono.
En los siguientes versículos explica por
qué razón el Cordero (Yeshua) es digno de tomar el título de propiedad. Y la
razón es explicada a través de un cántico que entonan los seres vivientes y los
ancianos, que están cerca del trono de Dios:
(Apocalipsis 5:8-10) Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes
y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían
arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y
cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir
sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para
Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para
nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
Juan describe un detalle nuevo de los
ancianos: ellos tenían arpas, que representan alabanza; y también tenían una
copa de oro con incienso, que representa las oraciones del pueblo de Dios.
En el Tabernáculo encontramos el Altar
del Incienso, que es la representación en la Tierra de lo que Moisés vio en
el Cielo (Exodo 30:1-8). También en el Tabernáculo, el Altar del Incienso representa
el lugar de oración y comunión íntima con Dios.
ALABANZA
En el capítulo 4, leímos que Dios
Todopoderoso recibía alabanza, honor y gloria.
También en el capítulo 5 vemos que alguien es
alabado: el Cordero de Dios, el León de Judá—Jesús el Mesías (heb. Yeshua
Ha Mashiaj). La Biblia enseña que nadie debe postrarse ante otro,
solamente ante Dios. Por lo tanto, si los ancianos y los seres se postraron ante
el Cordero, es porque Él es Dios. Yeshua también es digno de recibir alabanza,
no sólo en la Tierra sino también en el Cielo:
a. En el Cielo:
(Apocalipsis 5:11-12) Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del
trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de
millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de
tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y
la alabanza.
b. por toda la Creación:
(Apocalipsis 5:13-14) Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la
tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos
hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza,
la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro seres
vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus
rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.
Dios Todopoderoso (Jehová) está sentado en
el Trono en el Cielo. Él es Soberano sobre todas las cosas, arriba en el Cielo
y abajo en la Tierra. Él es Rey de todo el Universo. La misma autoridad la
tiene Jesús (el Cordero de Dios). Él está sentado a la Diestra del Padre, y también
merece la gloria y la honra (Filipenses 2:8-11).
Lo que Juan vio en la Sala del Trono en el
Cielo es el preámbulo de la segunda venida de Jesús.
Más capítulos de este estudio en: Apocalipsis
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Dios lo bendiga grandemente, es de mucha bendicion este studio biblico, :)
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