jueves, 26 de septiembre de 2019

26. Un nuevo rey (Dan. 5:1-4)


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Hoy comenzamos un nuevo capítulo, y con él se nos presenta un nuevo rey: Belsasar. Se calcula que pasaron aproximadamente 30 años desde los acontecimientos del capítulo anterior (Dan. 4). El texto menciona a Nabucodonosor como padre de Belsasar (Dan. 5:2), pero en realidad era su abuelo.

Nota histórica:
Nabucodonosor (605-562 a.C.) fue el rey más poderoso de Babilonia, y su reinado fue el más longevo. A su muerte, su hijo Evil-Merodac (562-560 a.C.) heredó el trono; pero él sólo estuvo en el poder por dos años, ya que fue asesinado por el general Neriglisar, esposo de una de las hijas de Nabucodonosor. Neriglisar (560-556 a.C.) sólo estuvo cuatro años en el trono, y fue sucedido por Nabonidus (556-539), el esposo de la otra hija de Nabucodonosor. El fue el último rey de Babilonia, pero sólo por título, ya que estuvo ausente por temporadas largas, dejando a cargo a su hijo Belsasar, a quien nombró como su corregente.  

El nombre Belsasar significa: “Bel (Baal) proteja al rey”
Irónicamente, la historia probará que Baal no era real, ni protegió al rey de la justicia del Dios verdadero, Jehová, Dios de Israel.

REY DISOLUTO
En contraste al poder y majestad del rey Nabucodonosor, Daniel nos presenta ahora otro rey muy diferente: El nuevo rey (corregente) Belsasar era dado al vino, a las fiestas, a las mujeres. Aparentemente, él era un rey disoluto y desenfrenado. Además le gustaba impresionar a la gente, y con esto cometió un grave error:
(Daniel 5:1-2)  El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas.

En tiempos antiguos, a los reyes les gustaba alardear de sus conquistas llevándose como botín los tesoros de los dioses de sus enemigos. Nabucodonosor lo hizo llevándose tesoros de Jerusalén y colocándolos en el templo de su dios (Dan. 1:2). Pero Belsasar fue un paso más allá en irreverencia, pues no sólo los utilizó para adorar a sus dioses, sino que con ellos les dio de beber vino a los invitados de su fiesta.
(Daniel 5:3-4) Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas. Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

FALTA DE RESPETO A LO SANTO
La Biblia dice que las cosas santas del Templo de Dios deben ser tratadas con el máximo respeto. Sólo los sacerdotes, descendientes directos de Aarón, podían tocar los utensilios del Santuario, a riesgo de muerte (Números 4:15,19).

En la guerra de Judá contra Babilonia, Dios permitió que destruyeran el Templo de Jerusalén, como castigo a su pueblo por su desobediencia impenitente. Por esa razón, Dios permitió que se llevaran las cosas sagradas del Templo. Pero Belsasar se pasó de la línea, y cometió un grave error al meterse con las cosas santas de Dios.

Al avanzar en este capítulo, quedará muy claro que Dios no puede ser burlado…
(Gálatas 6:7) No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará.

Medita…
¿Cómo tratamos nosotros las cosas santas de Dios? (y no sólo en relación a los objetos, sino a las personas, a la Palabra de Dios, a los planes divinos, etc.? ¿Habremos permitido que el enemigo se robe alguna bendición de Dios a causa de nuestra desobediencia?

Oración…
Señor, comienzo pidiéndote perdón si he profanado tus cosas sagradas al no hacer diferencia entre lo sagrado y lo profano, y si no he hecho distinción entre lo inmundo y lo limpio. Perdóname si por mi causa Tu Nombre ha sido profanado entre las naciones. Perdóname si por mi pecado el enemigo se ha robado bendiciones que tenías destinadas para mí y para mi familia.
Perdona, oh SEÑOR, a tu pueblo, y no entregues tu heredad al oprobio, a la burla entre las naciones. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: "Dónde está su Dios"?  Llénate de celo, oh Señor, por tu tierra, y ten piedad de tu pueblo.
Levántate, oh Dios, defiende tu causa; acuérdate de cómo el necio te injuria todo el día. No te olvides del vocerío de tus adversarios, del tumulto de los que se levantan contra ti, que sube continuamente.
Te pido que me enseñes a vivir en rectitud y justicia, para que tu nombre sea santificado a través de mi vida.
…(Continúa en tu oración personal)…

(ref. versículos Ezequiel 22:26; Joel 2:17-18; Salmo 74:18,22-23)

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