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En tiempos antiguos, las guerras no eran sólo entre
reyes, sino también “entre dioses”. Antes de ir a la guerra, los reyes ofrecían
sacrificios a su dios nacional para que los favoreciera y que obtuvieran la
victoria en la batalla. Esto lo vemos reflejado en la historia de Daniel,
cuando el ejército de Babilonia conquista Jerusalén:
(Daniel 1:2) Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de
Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de
Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de
su dios.
Los babilonios se llevaron los tesoros del Templo de
Jerusalén y los pusieron en el Templo en Sinar. El botín no es sólo material,
sino también religioso, ya que era una forma de decir que los dioses de los
victoriosos son más poderosos que los dioses del pueblo derrotado.
Sin embargo, Daniel aclara que fue “el Señor”
(Jehová, Dios de Israel) quien entregó a Israel a sus enemigos. La razón por la
que Israel perdió la guerra contra Babilonia no fue porque los enemigos ni sus
dioses fueran más poderosos, sino porque Israel pecó grandemente, y sin
arrepentimiento.
(2 Reyes 21:14-15) Abandonaré al remanente de mi
heredad y los entregaré en mano de sus enemigos, y serán para presa y despojo
para todos sus enemigos; porque han hecho lo malo ante mis ojos, y han estado
provocándome a ira desde el día en que sus padres salieron de Egipto, hasta el
día de hoy.
Entre los pecados que Israel cometió están:
idolatría (adulterio espiritual), adivinaciones, hechicerías, sacrificio de
hijos, contaminación del Templo, etc. (1 Reyes 21:1-18). Cayeron cautivos por
su propio pecado, y Jehová fue quién dictó la sentencia.
UN CASO
SIMILAR
Un caso similar ocurrió al final del tiempo de los
Jueces en Israel (1 Samuel 4 al 6). Dios permitió que los filisteos capturaran
el Arca de Pacto, y la llevaran al templo de Dagon, dios filisteo. El Señor lo
permitió porque el sacerdocio había caído en gran corrupción en Israel (con los
hijos de Eli—1 Samuel 2).
Sin embargo, Dios no permitió que se burlaran de El,
y destruyó la imagen del dios filisteo y trajo una plaga sobre las ciudades de
los enemigos. Más adelante en la historia de Daniel veremos que también el rey
de Babilonia será juzgado por tratar con liviandad las cosas santas del Dios de
Israel (Daniel 5).
Medita…
Si has tenido alguna derrota ante el enemigo,
pregúntate si tú no has abierto alguna puerta al pecado, que le haya dado
“derecho legal” para hacerte daño. Como dice la Biblia: “no hay maldición sin
causa” (Prov. 26:2).
Oración…
Señor, reconozco
que Tú eres Dios soberano y estás en control de todo, aun sobre los reyes de
este mundo. Jehová, Tú eres Dios, y fuera de To no hay dios. Tú haces morir y
haces vivir; Tú hieres y Tú sanas. No hay nadie que pueda escapar de tu mano,
ni enemigo que sea más fuerte que Tú. Señor, Tú eres quien da la victoria, pero
también nos corriges si nos desviamos.
Pero yo sé
que Tú eres Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en
misericordia y fidelidad. A quien se arrepiente, Tú perdonas su iniquidad,
transgresión y pecado, pero de ninguna forma tendrás por inocente al culpable.
Si no nos arrepentimos, las consecuencias de nuestras acciones caerán sobre nuestra
cabeza. Por eso, yo confieso hoy mis pecados (…), sabiendo que tú eres
compasivo. Perdona mi iniquidad y mi pecado, y tómanos por posesión tuya.
…Continúa
en tu oración personal…
(ref. Deuteronomio
32:39; Éxodo 34:6-9)
Amén 🙏😑
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