-->
Daniel era un hombre a quien le iba bien en
todo. No importa con quién estuviera ni dónde estuviera, él se caracterizaba
por su excelencia, y alcanzaba el favor de todos. Esos buenos resultados no
eran cuestión de suerte, sino de sabiduría. Daniel conocía el secreto de la
vida, tal como lo explica Salomón en Proverbios:
(Proverbios 3:1-4) Hijo mío, no te
olvides de mi enseñanza, y tu corazón guarde mis mandamientos, porque
largura de días y años de vida y paz te añadirán. La misericordia y la
verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu
corazón. Así hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de
los hombres.
Siendo Daniel un hombre obediente y
temeroso de Dios, le fue bien en todo lo que emprendía. Esto lo llevó a ganarse
no sólo el favor de Dios sino de los reyes a quienes sirvió con excelencia.
COMPAÑEROS
ENVIDIOSOS
Lamentablemente el éxito despierta la
envidia de otros, y por eso se levantaron enemigos en contra de Daniel en el
imperio medo-persa.
Otros líderes del imperio estaban celosos
de la posición que había ganado Daniel, a pesar de que era extranjero. Para
desprestigiarlo, trataron de buscar una falta en él y así poder acusarlo ante
el rey.
(Daniel 6:4) Entonces los gobernadores y
sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas
no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni
falta fue hallado en él.
Como no encontraron falta en Daniel, lo
que hicieron es provocar un conflicto. Como dice proverbios:
(Proverbios 16:28) El hombre
perverso provoca contiendas, y el chismoso separa a los mejores amigos.
Sabiendo que Daniel no iba a faltar al
orden de Dios, maquinaron una forma de incriminarlo.
(Daniel 6:5-7) Entonces dijeron aquellos
hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no
la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios. Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron
delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! Todos los gobernadores del reino, magistrados,
sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un
edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días
demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en
el foso de los leones.
Los enemigos de Daniel usaron la táctica
de la adulación para convencer al rey de hacer lo que ellos querían.
(Dan. 6:8-9) Ahora, oh rey, confirma el edicto y
fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de
Persia, la cual no puede ser abrogada. Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la
prohibición.
El rey creía que esos hombres estaban
promoviendo esa ley para agradarlo, sin sospechar que lo estaban manipulando
para tenderle una trampa a Daniel. Como dice Proverbios:
(Prov. 29:5) El hombre que adula a su
prójimo tiende una red ante sus pasos.
Medita…
¿Recuerdas alguna instancia en que
alguien te prodigó lisonjas sólo para obtener algo de ti o para tenderte una
trampa? David dijo lo siguiente sobre ese tipo de personas:
(Salmo 5:9) Porque no hay sinceridad en lo que
dicen; destrucción son sus entrañas, sepulcro abierto es su garganta; con su
lengua hablan lisonjas.
Oremos para que el Señor nos guarde de
gente así, o de ser como ellos…
Oración…
Señor,
te pido que nos guardes de los murmuradores y quejumbrosos, que andan tras sus
propias pasiones. Líbranos de los que hablan con arrogancia, adulando a la
gente para obtener beneficio. Ellos hablan falsedad a su prójimo, con labios
lisonjeros y con doblez de corazón.
Seguiré
el consejo de Pablo, que nos insta a estar vigilantes de los que causan
disensiones y tropiezos, y que nos apartemos de ellos. Porque los tales son
esclavos de sus propios apetitos, y por medio de palabras suaves y lisonjeras
engañan los corazones de los ingenuos.
Señor,
yo quiero ser sabio para lo bueno e inocente para lo malo. Como Daniel y como
Josué, me propongo ser fuerte y valiente, cuidando de cumplir todos tus
mandamientos. No me desviaré ni a la derecha ni a la izquierda, para tener
éxito dondequiera que vaya. El libro de la ley no se apartará de mi boca,
sino que meditaré en él día y noche, para cuidar de hacer todo lo que en él
está escrito; porque entonces haré prosperar mi camino y tendré éxito.
…(Continúa
en tu oración personal)…
(ref. Salmo
12:2; Judas 1:16; Romanos 16:17-19; Josué 1:7-8)
No hay comentarios:
Publicar un comentario