jueves, 3 de octubre de 2019

33. Treta del enemigo (Dan. 6:4-9)


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Daniel era un hombre a quien le iba bien en todo. No importa con quién estuviera ni dónde estuviera, él se caracterizaba por su excelencia, y alcanzaba el favor de todos. Esos buenos resultados no eran cuestión de suerte, sino de sabiduría. Daniel conocía el secreto de la vida, tal como lo explica Salomón en Proverbios:
(Proverbios 3:1-4)  Hijo mío, no te olvides de mi enseñanza, y tu corazón guarde mis mandamientos, porque largura de días y años de vida y paz te añadirán. La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. Así hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres.

Siendo Daniel un hombre obediente y temeroso de Dios, le fue bien en todo lo que emprendía. Esto lo llevó a ganarse no sólo el favor de Dios sino de los reyes a quienes sirvió con excelencia.

COMPAÑEROS ENVIDIOSOS
Lamentablemente el éxito despierta la envidia de otros, y por eso se levantaron enemigos en contra de Daniel en el imperio medo-persa.

Otros líderes del imperio estaban celosos de la posición que había ganado Daniel, a pesar de que era extranjero. Para desprestigiarlo, trataron de buscar una falta en él y así poder acusarlo ante el rey.
(Daniel 6:4) Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él.

Como no encontraron falta en Daniel, lo que hicieron es provocar un conflicto. Como dice proverbios:
(Proverbios 16:28) El hombre perverso provoca contiendas, y el chismoso separa a los mejores amigos.

Sabiendo que Daniel no iba a faltar al orden de Dios, maquinaron una forma de incriminarlo.
(Daniel 6:5-7) Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios. Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.

Los enemigos de Daniel usaron la táctica de la adulación para convencer al rey de hacer lo que ellos querían.
(Dan. 6:8-9) Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición.

El rey creía que esos hombres estaban promoviendo esa ley para agradarlo, sin sospechar que lo estaban manipulando para tenderle una trampa a Daniel. Como dice Proverbios:
(Prov. 29:5) El hombre que adula a su prójimo tiende una red ante sus pasos.

Medita…
¿Recuerdas alguna instancia en que alguien te prodigó lisonjas sólo para obtener algo de ti o para tenderte una trampa? David dijo lo siguiente sobre ese tipo de personas:
(Salmo 5:9) Porque no hay sinceridad en lo que dicen; destrucción son sus entrañas, sepulcro abierto es su garganta; con su lengua hablan lisonjas.

Oremos para que el Señor nos guarde de gente así, o de ser como ellos…

Oración…
Señor, te pido que nos guardes de los murmuradores y quejumbrosos, que andan tras sus propias pasiones. Líbranos de los que hablan con arrogancia, adulando a la gente para obtener beneficio. Ellos hablan falsedad a su prójimo, con labios lisonjeros y con doblez de corazón.
Seguiré el consejo de Pablo, que nos insta a estar vigilantes de los que causan disensiones y tropiezos, y que nos apartemos de ellos. Porque los tales son esclavos de sus propios apetitos, y por medio de palabras suaves y lisonjeras engañan los corazones de los ingenuos.  
Señor, yo quiero ser sabio para lo bueno e inocente para lo malo. Como Daniel y como Josué, me propongo ser fuerte y valiente, cuidando de cumplir todos tus mandamientos. No me desviaré ni a la derecha ni a la izquierda, para tener éxito dondequiera que vaya. El libro de la ley no se apartará de mi boca, sino que meditaré en él día y noche, para cuidar de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces haré prosperar mi camino y tendré éxito.
…(Continúa en tu oración personal)…

(ref. Salmo 12:2; Judas 1:16; Romanos 16:17-19; Josué 1:7-8)

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