Antes de recibir su última revelación,
Daniel estuvo orando y ayunando durante varias semanas. Él buscó a Dios para
entender las visiones que ya había tenido, y el Señor le respondió con mayor
revelación. Sin embargo, no obtuvo respuesta sino hasta después de ayunar tres
semanas, y la Biblia explica por qué…
(Daniel 10:13) Mas el príncipe del reino de Persia
se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales
príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.
GUERRA
ESPIRITUAL
La Biblia nos dice que hay una guerra por
el dominio del mundo. Pero Pablo nos hace ver que esta guerra no es en realidad
en la carne sino que es una guerra espiritual:
(Efesios 6:12) Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas
de este
siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Pablo habla de diferentes niveles de
autoridad espiritual, y entre ellas menciona: principados. En cada región o
nación hay un príncipe espiritual que tiene autoridad, seres angelicales que
tienen dominio de los aires. En el tiempo de Daniel, el “príncipe de Persia” era
un espíritu contrario a Dios, ya que leemos que se opuso al Señor cuando visitó
a Daniel (Dan. 10:13). La Biblia dice que la oración de Daniel subió directo al
Cielo, pero la respuesta se tardó en llegar por oposición espiritual. Y entendemos
que estos príncipes, potestades y gobernantes espirituales están en “las
regiones celestes” (el segundo cielo—entre el Cielo y la Tierra).
El Hijo del Hombre le informó a Daniel
que la lucha continuaba con el “príncipe de Persia”, y cuando subiera al poder
Grecia, también tendría una confrontación con el espíritu que tiene potestad
sobre esa región.
(Daniel 10:20) El me dijo: ¿Sabes por qué he venido
a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y
al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.
Por otro lado, Daniel menciona que el
arcángel Miguel tiene también la categoría de “príncipe”.
(Daniel 10:21) Pero yo te declararé lo que está
escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino
Miguel vuestro príncipe.
Según la tradición judía, Miguel es uno
de los ángeles defensores del pueblo de Israel (junto con Gabriel). Esto se
confirma en el texto, cuando el Señor le dice que Miguel es “vuestro príncipe”,
refiriéndose al pueblo de Daniel: Israel.
En el capítulo 12 leemos que Miguel es el
principal de todos los príncipes, y él luchará por la libertad del pueblo de
Dios en los tiempos del fin.
(Daniel 12:1) En
aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de
los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que
hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo,
todos los que se hallen escritos en el libro.
VISIÓN
DE LOS POSTREROS DÍAS
Tanto en el capítulo 8, como el 10 y el 12
dice claramente que estas visiones proféticas de Daniel se refieren a los últimos
tiempos:
(Daniel 10:14) He venido para hacerte saber lo que
ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos
días.
Aunque muchas profecías ya tuvieron
cumplimientos en la historia, esos eventos funcionan como “sombra de lo que ha
de venir”, porque la Biblia claramente dice que el cumplimiento definitivo será
en el tiempo del fin.
FUERTE IMPRESIÓN
Es interesante ver cómo Daniel reaccionó
ante la presencia del “Hijo del Hombre”, que ya mencionamos que es Jesús
glorificado.
(Daniel 10:15-17) Mientras me decía estas palabras,
estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido. Pero he aquí, uno
con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé,
y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido
dolores, y no me queda fuerza. ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor
hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó
aliento.
El Señor tuvo que tocar a Daniel para
fortalecerlo, y poder oír el mensaje que Dios le traía.
(Daniel 10:18-19) Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó
otra vez, y me fortaleció, y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea
contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas,
y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
Luego que fue fortalecido por el Señor,
Daniel ya estaba listo para recibir una revelación profética maravillosa, que
estudiaremos en los siguientes dos capítulos…
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