sábado, 12 de febrero de 2022

Mensaje a las iglesias: EFESO

 HISTORIA

Éfeso era la ciudad más importante de la provincia romana de Asia Menor (hoy Turquía). Esta región tenía una gran importancia estratégica, ya que allí convergían el Este y el Oeste. Éfeso estaba ubicada en la principal ruta de comercio (tanto marítima como terrestre) entre Asia, África y Europa. Éfeso no se encuentra en la costa, pero estaba conectada con el mar por un río con un amplio canal.

Templo de Diana, en Éfeso

Éfeso era una ciudad llena de arte, ciencia y cultura, y contaba con una gran biblioteca. También era la sede de los juegos iónicos, competencias deportivas similares a las olimpiadas. Allí también se encontraba el Templo de Diana, el cual era una de las “siete maravillas del mundo antiguo”. Diana era la versión romana de la diosa griega Artemisa (hija de Zeus y hermana gemela de Apolo), con algunas variantes. Era considerada la diosa de la fertilidad, la caza y la guerra. El culto a Diana combinaba ritos religiosos con actos sexuales realizados con las sacerdotisas del Templo. Estas prácticas eran populares entre los griegos y romanos, pero eran rechazadas por los judíos y los cristianos.

IGLESIA EN EFESO
La iglesia cristiana de Éfeso llegó a ser la más importante de la región. Pablo pasó mucho tiempo allí, más que en ninguna otra ciudad en sus viajes misioneros. En Éfeso fueron discipulados muchos líderes que luego partieron de allí como misioneros para abrir iglesias en otras ciudades. 

La primera visita de Pablo a Éfeso fue al final de su segundo viaje misionero (52 d.C.—Hechos 18:19-21), aunque en esa ocasión no permaneció mucho tiempo allí. En su tercer viaje misionero, Pablo regresó a Éfeso para enseñar en la sinagoga, y les compartió que Jesús era el Mesías tan esperado. Unos recibieron el mensaje, pero otros no.
(Hechos 19:8-10) Entró Pablo en la sinagoga, y por tres meses continuó hablando denodadamente, discutiendo y persuadiéndoles acerca del reino de Dios. Pero cuando algunos se endurecieron y se volvieron desobedientes hablando mal del Camino ante la multitud, Pablo se apartó de ellos llevándose a los discípulos, y discutía diariamente en la escuela de Tirano. Esto continuó por dos años, de manera que todos los que vivían en Asia oyeron la palabra del Señor, tanto judíos como griegos.

En ese tiempo, Dios hizo muchos milagros a través de Pablo. Hubo quienes quisieron imitar las señales, pero sin creer en Jesús—y sabemos que eso no funciona…
(Hechos 19:13-17) Pero también algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, trataron de invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os ordeno por Jesús, a quien Pablo predica. Y siete hijos de un tal Esceva, uno de los principales sacerdotes judíos, eran los que hacían esto.  Pero el espíritu malo respondió, y les dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo se lanzó sobre ellos, y los dominó y pudo más que ellos, de manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. Y supieron esto todos los habitantes de Efeso, tanto judíos como griegos; y el temor se apoderó de todos ellos, y el nombre del Señor Jesús era exaltado.

Tanta gente se volvió creyente en Éfeso, que disminuyó considerablemente la venta de ídolos de Diana. Muchos se arrepintieron, y quemaron muchos libros paganos. 
(Hechos 19:18-20) También muchos de los que habían creído continuaban viniendo, confesando y declarando las cosas que practicaban. Y muchos de los que practicaban la magia, juntando sus libros, los quemaban a la vista de todos; calcularon su precio y hallaron que llegaba a cincuenta mil piezas de plata. Así crecía poderosamente y prevalecía la palabra del Señor. 

Muchos en Éfeso se beneficiaron de la fe cristiana, pero los que comerciaban con el culto de Diana se vieron afectados. Estos comenzaron a perseguir y atacar a Pablo y a sus seguidores (Hechos 19:23-41). Cuando llego el momento en que Pablo debía partir, él dejó a Timoteo como obispo de la iglesia de Éfeso (I Tim. 1:1-8). UN tiempo después, Timoteo murió como mártir, linchado por una multitud.  Luego, el apóstol Juan tomó el liderazgo hasta que fue encarcelado y enviado a Patmos (que se encuentra a 60 millas mar adentro desde Éfeso). 

De todas las epístolas del Nuevo Testamento, la iglesia de Éfeso recibió muchas de ellas: la epístola de Pablo a los Efesios, dos cartas a Timoteo, y las tres cartas de Juan. También tuvieron acceso al Evangelio de Juan y Apocalipsis.  Pablo escribió la primera carta a los Corintios en el tiempo en que él estuvo en Éfeso.

Veamos ahora la carta que Jesús le envía a la Iglesia de Éfeso…

CARTA A LA IGLESIA DE EFESO
DESCRIPCIÓN DE JESÚS
La carta comienza con una descripción particular de Jesús:
(Apoc. 2:1) Escribe al ángel de la iglesia de ÉFESO: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice estas cosas: 

a. “El que tiene las 7 estrellas en su diestra”
En el capítulo 1, Jesús explica lo que representan las estrellas y los candelabros:
(Apoc. 1:20)  El misterio de las siete estrellas que viste en mi diestra, y de los siete candeleros de oro. Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias; y los siete candeleros que viste, son las siete iglesias.

Las estrellas representan a los ángeles de las iglesias. “Angel” viene del griego: Agelo, que literalmente significa: mensajero. Puede referirse a un ser celestial, pero también puede aplicar a un enviado humano (Daniel 12:3). Ya sea ángel o líder, este mensajero (“estrella”) lleva un mensaje para cada iglesia. Y este mensaje no es propio, sino que viene de Dios.

Jesús señala que estos mensajeros están en su “diestra”, su mano derecha, que representa el poder y la fuerza (1 Cro. 29:11-12). Con su diestra, Dios nos salva (Sal. 98:1).
(Salmo 17:7) Muestra tus maravillosas misericordias, tú que con tu diestra salvas a los que en ti confían de los que se levantan contra ellos. 

El mensaje que Dios envía a las iglesias es tanto de aliento como de confrontación. El propósito es que los creyentes salgan victoriosos, como vencedores. El mensaje sale de la diestra de Dios, y lleva poder para ser puesto en obra (Salmo 44:1-6; Salmo 118:14-17). 

La Diestra de Dios también trae justicia (Salmo 89:13-14).
(Salmo 48:10) Conforme a tu nombre, oh Dios, así es tu loor hasta los fines de la tierra; de justicia está llena tu diestra.
(Isaías 41:10-13) No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; los que contienden contigo serán como nada y perecerán. Los buscarás, y no los hallarás, los que tienen contienda contigo, serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen guerra. Porque yo Jehová tu Dios sostendré tu mano derecha, diciendo: No temas, yo te ayudaré. 

Es importante entender este mensaje, ya que vendrán días en que sentiremos que todo está “fuera de control” y parecerá que la injustica está triunfando. Dios lo permitirá por un tiempo, pero al final triunfará la justicia cuando el Señor manifieste Su mano en todo el mundo. Mientras tanto, nosotros debemos confiar que Él nos ayudará en el camino. 

b. “El que anda en medio de los 7 candeleros de oro”
Ya vimos que los siete candeleros de oro representan a las iglesias. Jesús les hace saber que Él está en medio de Su Pueblo.
(Mateo 18:20) Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
(Deu. 23:14) Porque Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y entregar a tus enemigos delante de ti; por tanto, será santo tu campamento; para que Él no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos de ti.

Para que la presencia de Dios permanezca en el lugar, debe haber santidad—porque Dios es santo (I Ped. 1:15-16; Lev. 20:7).

AFIRMACIÓN
Después de presentarse a la iglesia de Éfeso, Jesús hace referencia a las obras de esta iglesia:
(Apoc. 2:2-3) Yo conozco tus obras, y tu trabajo, y tu paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y tienes paciencia, y has trabajado por mi nombre, y no has desfallecido.

Analicemos las obras que Jesús reconoce de esta iglesia:
a.  Trabajo (gr. Kopos), una labor que provoca fatiga, y requiere de esfuerzo.
b.  Paciencia (gr. Hupomone) = constancia, perseverancia, resistencia
(Apoc. 14:12) Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Esta es una iglesia que sigue haciendo lo que Dios manda, sin desmayar.
c.  No toleran a los malos.
Si ven algo malo en la iglesia, no se quedan indiferentes, sino que confrontan y limpian.
d.  No toleran a los falsos apóstoles.  No aceptan cualquier liderazgo, sino sólo los verdaderos. Los ponen a juicio a la luz de la Palabra.
e.  “Han Sufrido” por Su Nombre (LBLA)
f.  No han desmayado, no se han dado por vencido

Más adelante, señala otra virtud de esta iglesia:
(Apoc. 2:6) Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.

Hay muchas interpretaciones de quiénes eran los nicolaítas, ya que no hay otra referencia a ellos en la Biblia. Algunos creen que éstos eran los seguidores de Nicolás, uno de los diáconos escogidos al principio para apoyar a los discípulos (Hechos 6:3-5). Datos históricos señalan que Nicolás se desvió, predicando la “doctrina de la gracia” que enseña que dado que somos salvos por la gracia de Dios, entonces no importa lo que uno haga luego de hacer la confesión de fe. Esta doctrina llevó al libertinaje, lo cual era común en Éfeso. Ireneo (s. II) mencionó que los nicolaítas no ponían freno en complacer a la carne, y vivían en inmoralidad.

Otra interpretación está basada en la división de la palabra en dos: “Nico = conquistar + “Laos = pueblo. Según esta interpretación, “nicolaita” significa: “el que conquista al pueblo”. La doctrina consiste en exaltar a los líderes religiosos, quienes ejercen control sobre las demás personas.

CRÍTICA
Esta iglesia parecía ser cumplidora de la ley y guardadora de santidad.  Sin embargo, el Señor tenía algo en su contra:
(Apoc. 2:4) Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 

La iglesia de Éfeso se esforzaba por cumplir la ley, pero se olvidaron del principal mandamiento.
(Mateo 22:37-38) Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento.

La ley es el orden por el cual debemos vivir para que nos vaya bien, pero la razón de nuestra vida debe ser amar a Dios. Ese fue el propósito por el cual fuimos creados. Los efesios eran creyentes dedicados y cumplidores, pero habían descuidado su relación personal con el Señor.

CONSEJO
La instrucción que Jesús le da a esta iglesia es la siguiente:
(Apoc. 2:5) Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

1.  recordar
Recordar el primer amor, la pasión inicial que nos movió para acercarnos a Dios y contarles a todos acerca de Él. El amor no crece “automáticamente”; más bien disminuye a menos que intencionalmente lo cultivemos. 

2.  arrepentirse
Arrepentirse es cambiar y regresar.  Debemos arrepentirnos de la indolencia y hacer algo para avivar la llama de la pasión por Dios.

3.  hacer las primeras obras

"Si no...quitará la lámpara de su lugar" (Apoc. 2:5)

ADVERTENCIA
Jesús advierte lo que sucederá si la iglesia de Éfeso no se arrepiente: “Si no… quitará la lámpara de su lugar”.


Un dato histórico interesante es que, luego de ser la principal ciudad de Asia Menor, Éfeso perdió su primacía. Todo comenzó cuando el canal que la conectaba con el mar se llenó de lodo, lo cual impedía que los barcos navegaran por él. En el año 262 d.C. la ciudad fue destruida por los godos. Más tarde fue reconstruida, pero nunca recuperó su prestigio ni esplendor anterior. Fue decayendo, hasta quedar deshabitada.  

La ciudad se empantanó, y lo mismo le sucedió a la iglesia del lugar.  Era una iglesia que hizo obra, pero perdió el amor. Era una iglesia al estilo “Marta”, que se afanó por servir, pero dejó lo más importante—la relación con el Señor (Luc. 10:38-42). Se convirtió en ama de casa y olvidó su papel de esposa (Jer. 2:2; Cant. 1:6). Al principio, Éfeso fue una luz a toda la región, pero si se “secan” y se vuelven religiosos (sin relación con Dios), su luz se apagará. La “Lámpara” es símbolo del testimonio que damos a los demás (Mat. 5:15-16; Apoc. 1:20; 2:5; 11:3-6; Zac. 4:2; Isa. 62:1; Juan 5:35).

Esta iglesia debe trabajar por recuperar su primer amor—tanto el amor por Dios como por los hermanos. El amor es lo que da testimonio de Dios; es la luz en medio de la oscuridad. Y Si una lámpara no da luz, debe ser removida.

¿Cómo podemos “permanecer” en el amor a Dios? El rey David nos da el ejemplo. Él sostuvo su pasión por el Señor toda su vida, porque buscaba Su corazón, no sólo su mano.
(Salmo 27:4) Una cosa he pedido al SEÑOR, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR, y para meditar en su templo.

PROMESA AL VENCEDOR
Jesús anima a los efesios señalando la recompensa que tendrán los vencedores:
(Apoc. 2:7) El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.

El árbol de la vida está mencionado al principio y final de la Biblia (Génesis y Apocalipsis), y también en el medio (Proverbios):
(Prov. 3:13) Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el hombre que adquiere entendimiento.
(Prov. 3:17-18) Sus caminos son caminos agradables y todas sus sendas, paz. Es árbol de vida para los que de ella echan mano, y felices son los que la abrazan.

El árbol de la vida representa la sabiduría, la verdad de Dios. Es la Palabra de Dios (heb. Torá). Si la obedecemos y la guardamos, saldremos vencedores.
(Apoc. 22:14) Bienaventurados los que lavan sus vestiduras para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas a la ciudad.

El árbol de vida produce frutos, que dan vida.
(Apoc. 22:1-2) Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones.
(Apoc. 22:14) Bienaventurados los que lavan sus vestiduras para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas a la ciudad.

 


Más capítulos de este estudio en: 
Apocalipsis

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