martes, 30 de septiembre de 2014

Salmo 119:145-151. KUF

(Día 36)

Hoy leeremos la estrofa que está relacionada con la letra Kuf (ק)

Salmo 119: 145-151. Kuf

(145) Clamé con todo mi corazón; respóndeme, Jehová, y guardaré tus estatutos [Jukim].
(146) A ti clamé; sálvame, y guardaré tus testimonios [Edot].
(147) Me anticipé al alba, y clamé; esperé en tu palabra [Dabar].
(148) Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos [Imra].
(149) Oye mi voz conforme a tu misericordia; oh Jehová, vivifícame conforme a tu juicio [Mishpat].
(150) Se acercaron a la maldad los que me persiguen; se alejaron de tu ley [Tora].
(151) Cercano estás tú, oh Jehová, y todos tus mandamientos [Mitzvot] son verdad.


La estrofa Kuf se levanta como un clamor del salmista.  Él clama buscando una respuesta y pidiendo salvación.  Seguramente todos nos identificamos con el salmista, ya que hay momentos en la vida en que las cosas parecen estar fuera de control.  En esos momentos es difícil mantener la fe y la obediencia.  Pero es precisamente en esos momentos en que probamos si realmente creemos en Dios o no. 

No siempre podemos cambiar las circunstancias de nuestra vida, pero sí cómo respondemos ante ellas; es decir, lo que sí podemos controlar es nuestra reacción ante las circunstancias.  Aunque el mundo esté patas arriba, nosotros debemos continuar haciendo las cosas como Dios manda…y todo esto hacerlo con una buena actitud.   Esto lo podemos hacer cuando tenemos la esperanza puesta en Dios, ya que sabemos con certeza que Él es bueno y justo, y está en control.
(Jeremías 29:11-13) Porque yo sé los planes que tengo para vosotros—declara Jehová—planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza. (12)  Me invocaréis, y vendréis a rogarme, y yo os escucharé. (13)  Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón.

Mientras el Señor establece justicia en la Tierra, debemos buscar a Dios de noche y de día, tal como lo hizo el salmista.
(Salmo 119:147-148) Me anticipo al alba y clamo; en tus palabras espero.  Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche, para meditar en tu palabra.

(Salmo 42:8) De día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo; elevaré una oración al Dios de mi vida.



Oremos…
Oye, oh Dios, mi clamor; atiende a mi oración.  Desde los confines de la tierra te invoco, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo.  Porque tú has sido refugio para mí, torre fuerte frente al enemigo.  Que more yo en tu tienda para siempre; y me abrigue en el refugio de tus alas.
Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque es a ti a quien oro.
De mañana oirás mi voz, Señor; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré. Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el mal no mora contigo.  En la noche te desea mi alma, en verdad mi espíritu dentro de mí te busca con diligencia; porque cuando la tierra tiene conocimiento de tus juicios, aprenden justicia los habitantes del mundo.  Se alegrarán todos los que en ti se refugian; para siempre cantaremos con júbilo, porque tú nos proteges.  Regocíjense en ti los que aman tu nombre, porque tú, oh Yehová, bendices al justo, como con un escudo lo rodeas de tu favor.

[Salmo 5:2-4,11-12; Salmo 61:1-4; Isaías 26:9; Salmo 119:145-151]


lunes, 29 de septiembre de 2014

Salmo 119:137-144. TZADE

(Día 35)

La siguiente estrofa del Salmo 119 está relacionada con la letra Tzade (צ)

Salmo 119: 137-144. Tzade
(137) Justo eres tú, oh Jehová, y rectos tus juicios [Mishpatim].
(138) Tus testimonios [Edot], que has recomendado, son rectos y muy fieles.
(139) Mi celo me ha consumido, porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras [Dabar].
(140) Sumamente pura es tu palabra [Imra], y la ama tu siervo.
(141) Pequeño soy yo, y desechado, mas no me he olvidado de tus mandamientos [Pikudim].
(142) Tu justicia es justicia eterna, y tu ley [Tora] la verdad.
(143) Aflicción y angustia se han apoderado de mí, mas tus mandamientos [Mizvot] fueron mi delicia.
(144) Justicia eterna son tus testimonios [Edot]; dame entendimiento, y viviré.


El tema principal de esta estrofa es la justicia (heb. Tzedaka).  Este es uno de los conceptos acerca de Dios que al hombre más le cuesta comprender. 

Lo que es considerado “justo” no es igual para el hombre que para Dios.  El mundo define su propia justicia (tal como lo hicieron Adán y Eva en el Jardín del Edén); pero la verdadera justicia viene de Dios, quien hizo los cielos y la Tierra.  Dios es quien determina qué es bueno y justo.  Basado en ello, juzgará a todos y les pedirá cuentas, pero no lo hará sin antes darnos la oportunidad de arrepentirnos).
(Ezequiel 18:29-32) Pero la casa de Israel dice: "El camino del Señor no es recto." ¿No son rectos mis caminos, oh casa de Israel? ¿No son vuestros caminos los que no son rectos? (30) Por tanto, os juzgaré, a cada uno conforme a su conducta, oh casa de Israel—declara el Señor Dios. Arrepentíos y apartaos de todas vuestras transgresiones, para que la iniquidad no os sea piedra de tropiezo. (31) Arrojad de vosotros todas las transgresiones que habéis cometido, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel? (32)  Pues yo no me complazco en la muerte de nadie –declara el Señor Dios. Arrepentíos y vivid.

Algo que confunde a mucha gente es por qué Dios permite que los impíos prosperen.  Si Dios es justo, ¿por qué no interviene en el mundo y castiga a los malos?  La razón es simple: porque a todos da la oportunidad de arrepentirse.  Dios no sólo es justo sino misericordioso. De hecho, todos nos beneficiamos de esta bondad divina, porque todos hemos fallado de una manera u otra, y todos hubiéramos muerto de no ser por la misericordia de Dios. 
(2 Pedro 3:9-13) El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. (10) Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. (11) Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad, (12) esperando y apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor! (13) Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.

La justicia y la misericordia de Dios van de la mano.  No hay una sin la otra.  Sólo Dios puede balancear ambas de forma tan perfecta.
(Salmo 145:17-20) Justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras. (18) Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras. (19) Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará. (20) Jehová guarda a todos los que le aman, mas destruirá a todos los impíos.

El salmista dice que la Palabra de Dios es sumamente “pura”.  En hebreo se usa la palabra: Tzaraf, que literalmente significa: refinada.  Los metales preciosos se purifican con fuego.  En las pruebas de la vida sale a luz la verdad de la Palabra de Dios; allí se prueba mejor que nunca que lo que Dios ha dicho es verdad. 



Oremos…
Gracias, Señor, por tu justicia, que es perfecta, más de lo que pueda yo entender.  Tú eres mi Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud. 
Dios de verdad, ninguna iniquidad hay en Ti, pues eres justo y recto. 
Tú eres el Juez de toda la tierra, por lo tanto, ¿no harás lo que es justo?  Lejos de ti el hacer morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas.  Justo eres tú, Yehová, y rectos tus juicios. 
Aunque yo sea pequeño y despreciado, nunca me olvidaré de tus preceptos.  Aunque pase por angustia y aflicción, encontraré deleite en tus mandamientos.  Tus testimonios son justos para siempre; dame entendimiento para que yo viva.  Tu justicia es justicia eterna, y tu ley verdad.
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso.  Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor,  y glorificará tu nombre?  Pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.

[Deuteronomio 32:4; Génesis 18:25; Apocalipsis 15:3-4; Salmo 119:137-144]


domingo, 28 de septiembre de 2014

Salmo 119:129-136. PE

(Día 34)

La siguiente estrofa está relacionada con la letra Pe (פ)

Salmo 119: 129-136. Pe
(129) Maravillosos son tus testimonios [Edot]; por tanto, los ha guardado mi alma.
(130) La exposición de tus palabras [Dabar] alumbra; hace entender a los simples.
(131) Mi boca abrí y suspiré, porque deseaba tus mandamientos [Mitzvot].
(132) Mírame, y ten misericordia de mí, como acostumbras con los que aman tu nombre.
(133) Ordena mis pasos con tu palabra [Imra], y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.
(134) Líbrame de la violencia de los hombres, y guardaré tus mandamientos [Pikudim].
(135) Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos [Jukim].
(136) Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley [Tora].

El salmista comienza reconociendo que los testimonios de Dios son maravillosos (heb. Pele, también: sorprendentes, admirables). Pero esa admiración no suele llegar a primera vista.  El salmista dice que los “guardó” (heb. Netzer) en su alma, que también podría traducirse como: proteger, mantener, conservar, esconder.  Los testimonios de Dios son muy ricos en significado, y siempre nos sorprenderán con mayor revelación cuando meditemos en ellos. Un ejemplo de ellos son las fiestas, que tienen una riqueza impresionante y cada año nos sorprende con mayor revelación.

Para entender la Ley de Dios no se necesita ser muy inteligente o un genio; simplemente se necesita un corazón humilde y dispuesto a aprender.   Por eso el salmista dice: La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.” (119:130).
(Salmo 19:7La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.

El salmista sabe muy bien que a veces es difícil para el ser humano guardar los mandamientos.  Por eso él ora pidiendo que ninguna iniquidad se enseñoree de él (119:133).  Pablo entendía bien este conflicto interno del hombre, y escribió lo siguiente: 
(Romanos 6:12-14) No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; (13) ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. (14) Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

Pablo explica que “estar bajo la gracia” no significa seguir en pecado, sino reconocer que Dios perdona a quien se arrepiente y le da la gracia para no pecar más.
(Romanos 6:15-18) ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. (16) ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? (17)  Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; (18) y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.



Oremos…
Yehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas;  tus consejos antiguos son verdad y firmeza.  Dichosos son los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón te buscan.
Dios mío, te pido que me des un corazón nuevo, y pongas un espíritu nuevo dentro de mí.  Quita de mí el corazón de piedra, y dame un corazón de carne; pon dentro de mí tu Espíritu Santo, para que pueda andar en tus estatutos y guarde tus preceptos, y los ponga por obra.
Señor, reconozco que no he sido perfecto en mi camino, y me arrepiento.  Pero sé que Tú eres bueno y recto, y enseñarás a los pecadores el camino.  Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que me instruyen. Encaminarás a los humildes por el juicio, y guiarás a los mansos su carrera.  La exposición de tus palabras me imparte luz, y me da entendimiento aunque yo fuese sencillo. Afirma mis pasos en tu palabra, y que ninguna iniquidad me domine. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos.

[Isaías 25:1; Salmo119:2; Ezequiel 36:26-27; Salmos 25:8-10; Proverbios 6:23; Salmo 119:129-136]




sábado, 27 de septiembre de 2014

Salmo 119:121-128. AYIN

(Día 33)

La estrofa relacionada con la letra Ayin (ע) lee así…

Salmo 119:121-128. Ayin
(121)  Juicio [Mishpat] y justicia [Tzedek] he hecho; no me abandones a mis opresores.
(122)  Afianza a tu siervo para bien; no permitas que los soberbios me opriman.
(123)  Mis ojos desfallecieron por tu salvación, y por la palabra de tu justicia [Tzedek].
(124)  Haz con tu siervo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos [Jukim].
(125)  Tu siervo soy yo, dame entendimiento para conocer tus testimonios [Edot].
(126)  Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley [Torá].
(127)  Por eso he amado tus mandamientos [Mitzvot] más que el oro, y más que oro muy puro.
(128)  Por eso estimé rectos todos tus mandamientos [Pikudim] sobre todas las cosas, y aborrecí todo camino de mentira.

En esta estrofa, el salmista nos presenta un concepto que está intrínsecamente relacionado con la Ley de Dios: la justicia (en hebreo Tzedek).

La justicia del hombre está basada en lo que el hombre considera como bueno y justo; pero sabemos que el hombre se equivoca, y al final la justicia es muy inestable, y hasta puede llegar a ser pervertida.  En las cortes de justicia humana, los malhechores pueden salirse con la suya si encuentran una “buena defensa”, y el justo paga por pecador.  Pero no es así en la justicia de Dios.  En el Reino de Dios la justicia es muy simple: quien comete un acto de injusticia debe pagar, ya sea en la forma de una retribución o de un castigo, mientras que los justos son recompensados.

El salmista cree en la justicia de Dios, y no en la humana. Por eso le pide a Dios que lo libre del camino de mentira y no permita que los soberbios le opriman.  Aun más importante, muestra su voluntad de actuar en la Ley de Dios y ser afianzado en el bien. 
(Deuteronomio 6:25)  Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios,  como él nos ha mandado.


Oremos…
Gracias, Señor, porque Tú eres Justo.  Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, y recto para con el hombre íntegro.  Limpio te mostrarás para con el limpio, y severo serás para con el perverso.  Por esto, yo he decidido guardar Tus caminos, oh Yehová.  Me he apartado de la maldad y me he acercado a tu Ley.  Amo tus mandamientos más que el oro, estimo rectos todos tus preceptos, y aborrezco todo camino de mentira. 
Señor, he tratado de vivir una vida recta delante de ti, y por ello me has recompensado.  Me has premiado cuando he sido justo, y conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado. Desfallecen mis ojos por tu salvación, y por la promesa de tu justicia.
Reconozco que no he sido perfecto, y a veces te he fallado, pero Tú perdonas a quien se arrepiente. Por tu misericordia, he sido libertado del pecado y hecho siervo de Dios, teniendo por fruto la santificación. Yo soy tu siervo, dame entendimiento para que conozca tus testimonios.  Haz con tu siervo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos.

[Salmo 18:20-26; Romanos 6:22-23; Salmo 119:121-128]



viernes, 26 de septiembre de 2014

Salmo 119:113-120. SAMEJ

(Día 32)

Hoy leeremos la estrofa relacionada con la letra Samej (ס)

Salmo 119: 113-120. Samej
(113) Aborrezco a los hombres hipócritas; mas amo tu ley [Torá].
(114) Mi escondedero y mi escudo eres tú; en tu palabra [Dabar] he esperado.
(115) Apartaos de mí, malignos, pues yo guardaré los mandamientos [Mitzvot] de mi Dios.
(116) Susténtame conforme a tu palabra [Imra], y viviré; y no quede yo avergonzado de mi esperanza.
(117) Sostenme, y seré salvo, y me regocijaré siempre en tus estatutos [Jukim].
(118) Hollaste a todos los que se desvían de tus estatutos [Jukim], porque su astucia es falsedad.
(119) Como escorias hiciste consumir a todos los impíos de la tierra; por tanto, yo he amado tus testimonios [Edot].

(120) Mi carne se ha estremecido por temor de ti, y de tus juicios [Mishpatim] tengo miedo.


El salmista comienza la estrofa de una forma fuerte, diciendo que “aborrece a los hipócritas” (119:113).  La palabra que se traduce como “hipócrita” en hebreo es: Seef, que literalmente significa: de mente dividida.  También podría traducirse como “doble ánimo”. 

Santiago relaciona la duda y falta de fe con el doble ánimo:
(Santiago 1:6-8) …porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. (7) No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.  (8) El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.

Tal vez nos sorprenda saber que la persona de doble ánimo no se refiere a un impío, sino alguien del pueblo de Dios que “conoce la verdad, pero no cree”; le entran dudas, y por eso no actúa en la justicia de Dios.  Santiago lo describe como alguien “inconstante”, pues a veces obedece, pero en otras ocasiones no porque sus vanos razonamientos se interponen.  El problema de las personas con doble ánimo es que a veces se creen más listos que Dios.  Pero Santiago revela cuál es el remedio a este mal…
(Santiago 4:6-8) …Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. (7) Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. (8) Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.  Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.

La clave está en el corazón. Si le pedimos a Dios, Él nos ayudará a limpiarlo.
(Ezequiel 36:25-27)  Esparciré sobre vosotros agua limpia,  y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. (26) Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros;  y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. (27) Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.

El corazón puro se hace evidente en nuestra obediencia a Dios.  
(1 Pedro 1:22-25)  Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro.



Oremos…
Señor, hoy vengo delante de Ti a pedirte perdón si en mi corazón he dejado entrar soberbia, y si he sido hipócrita y de doble ánimo. Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia.  Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado, porque yo reconozco mis rebeliones.  Lo confieso para que Tú seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. Hoy me arrepiento de todo doble ánimo, y en este momento derribo todo argumento y toda altivez que se levante contra el conocimiento de Dios, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
Señor, Tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.  Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.  Crea en mí un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.  No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.
Dios mío, Tú eres mi escondedero y mi escudo; en tu palabra espero.  Sostenme conforme a tu promesa, para que viva, y no dejes que me avergüence de mi esperanza.  Sostenme, para estar seguro, y que continuamente preste atención a tus estatutos.
Señor, yo sé que te apartas de todos los que se desvían de tus estatutos, porque su engaño es en vano.  Pero yo no quiero ser contado entre los malhechores; por lo tanto, tendré temor de tus juicios, guardaré tus mandamientos, y amaré tus testimonios.


[Salmo 51:1-12; 2 Corintios 10:5; Salmo 119:113-120]


jueves, 25 de septiembre de 2014

Salmo 119:105-112. NUN

(Día 31)

Hoy leeremos la estrofa completa basada en la letra hebrea Nun (נ)

Salmo 119:105-112
(105) Lámpara es a mis pies tu palabra [Dabar], y lumbrera a mi camino.
(106) Juré y ratifiqué que guardaré tus justos juicios [Mishpatim].
(107) Afligido estoy en gran manera; vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra [Dabar].
(108) Te ruego, oh Jehová, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca, y me enseñes tus juicios [Mishpatim].
(109) Mi vida está de continuo en peligro, mas no me he olvidado de tu ley [Torá].
(110) Me pusieron lazo los impíos, pero yo no me desvié de tus mandamientos [Pikudim].
(111) Por heredad he tomado tus testimonios [Edot] para siempre, porque son el gozo de mi corazón.
(112) Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos [Jukim] de continuo, hasta el fin.

Uno de los versículos más conocidos del Salmo 119 se encuentra en esta estrofa Nun:
(Salmo 119:105) Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.

La Palabra de Dios puede ser como una lámpara de dos formas:

1. la Palabra escrita (Torá) es lámpara porque nos enseña cómo actuar y cómo vivir.  El mundo anda “a tientas”, sin saber qué le conviene; va adivinando lo que deben hacer porque andan en oscuridad.  Pero la Palabra es luz para el creyente, revelándole lo que debe hacer en la vida.  Luego, cuando actuamos conforme a la Palabra, podremos ser luz al mundo.
(Mateo 5:14-16)  Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.  (15) Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. (16) Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.

2. La Palabra revelada de Dios (profecía) es una lámpara que alumbra cuando hay tinieblas en el mundo.  En los momentos difíciles, la profecía nos da dirección, y también nos da esperanza.
(2 Pedro 1:19)  Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.

La Palabra de Dios nos guía en todo momento y circunstancia de la vida.



Oremos…
Señor, te pido que envíes tu luz y tu verdad, pues éstas me guiarán y me conducirán a tu santo monte y a tus moradas.  Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que nos instruyen.
Mis ojos se volverán a Ti, Dios mío, pues en Ti he confiado;  no desampares mi alma.  Guárdame de las trampas de los que hacen iniquidad. Por favor, no me dejes desviarme de tus mandamientos, pues con todo mi corazón te he buscado.  En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.
Bendito eres Tú, oh Yehová, enséñame tus estatutos. Tus testimonios he tomado como herencia para siempre, porque son el gozo de mi corazón.  He inclinado mi corazón para cumplir tus estatutos por siempre, y hasta el fin.  Amén.


[Salmo 43:3; Proverbios 6:23; Salmo 141:8-9; Salmo 119:10-12; Salmo 119:105-112]

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Salmo 119:101-104. MEM (b)

Salmo 119:101-104 MEM (b)
(Día 30)

Salmo 119: 101-104
(101) De todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra [Dabar].
(102) No me aparté de tus juicios [Mishpatim], porque tú me enseñaste.
(103) ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras [Imra]! Más que la miel a mi boca.
(104) De tus mandamientos [Pikudim] he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.

Andar en el Buen Camino es una decisión consciente.  De antemano, uno toma la decisión de hacer las cosas como Dios manda, y no como uno quiere ni como el mundo dice. 
(Salmo 1:1-2)  Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; (2)  Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.

Hay un conflicto en el alma del hombre cuando éste decide vivir según el orden de Dios, ya que uno está acostumbrado a hacer su propia voluntad.  Pero media vez pasamos un tiempo andando por el Buen Camino, uno se da cuenta del beneficio enorme de hacer las cosas como Dios ha dispuesto. 
(Proverbios 3:17) Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz.

Cuando uno ha probado el beneficio de la obediencia, la Ley se vuelve dulce (en lugar de una carga), y la apreciamos como sabiduría (en lugar de parecer una locura, pues muchas veces va en contra de lo que el mundo dice).  Hay sabiduría en la Palabra de Dios, hay prudencia en sus mandamientos, hay justicia en sus juicios, hay bendición en sus estatutos. 
(Proverbios 24:13-14)  Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y el panal es dulce a tu paladar. (14) Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría; si la hallares tendrás recompensa, y al fin tu esperanza no será cortada.



Oremos…
Señor, quiero apartarme del camino de la mentira, y escoger el camino de la verdad; por eso he puesto tus juicios delante de mí.  Me he apegado a tus testimonios; oh Jehová, no me avergüences. De tus preceptos recibo entendimiento, por tanto aborrezco todo camino de mentira. No me he desviado de tus ordenanzas, porque tú me has enseñado. Por el camino de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón.
Enséñame, Dios mío, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin. En tu misericordia concédeme tu ley.  Dejaré los caminos del mundo y los pensamientos de mi corazón, y me volveré a Ti, Yehová, pues como son más altos los cielos que la tierra, así son Tus caminos más altos que mis caminos, y Tus pensamientos más que mis pensamientos.  Tus juicios, Señor, son verdad, todos justos.  Deseables son más que el oro,  y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal.  Yo he sido amonestado con ellos, y en guardarlos hay grande galardón. ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.

[Salmo 119:101-104; Salmo 119:29-33; Salmo 19:9-12; Isaías 55:7-9;]