JUICIO CONTRA LÍBANO
El capítulo once comienza hablando del juicio contra Líbano,
por haberse levantado como enemigo de Israel.
(Zac. 11:1-3) Abre
tus puertas, Líbano, y consuma el fuego tus cedros. (2)
Gime, ciprés, porque ha caído el cedro, porque los árboles majestuosos
han sido derribados; gemid, encinas de Basán, porque ha caído el bosque
impenetrable. (3) Voz de gemido de pastores, porque su
esplendor está arruinado; voz del rugido de leoncillos, porque derribada está
la gloria del Jordán.
La gloria del Líbano eran sus bosques de cedros…pero
cayeron.
OVEJAS PARA LA
MATANZA
En el resto del capítulo 11, Zacarías vuelve a hablar de las
ovejas y los pastores...
Al principio, hace referencia a “las ovejas destinadas para
la matanza” (11:4). Estas son las ovejas
que eran criadas por los levitas en Belén, las cuales eran apartadas para ser
sacrificadas en el Templo.
(Zac. 11:4) Así dice el SEÑOR mi Dios: Apacienta las ovejas
destinadas para la matanza.
El Señor manda que éstas sean apacentadas. “Apacentar” es llevar a lugares de pasto para
que puedan alimentarse. Los levitas eran los encargados de cuidarlas y
pastorearlas. Pero las ovejas alcanzaban
la edad y tamaño adecuado, éstas eran vendidas en Jerusalén a la gente que
quería ofrecer sacrificios en el Templo.
Lamentablemente, el comercio de ovejas (y otras ofrendas) en
el Templo se desvirtuó. La gente compraba ovejas para sacrificar, pero no se
arrepentían. Los levitas lo sabían, pero
no les importaba con tal de obtener ganancia de la venta.
(Zac. 11:5) Los que las
compran las matan y salen impunes, y el que las vende dice: "¡Bendito sea
el SEÑOR, porque me he enriquecido!"; y ni sus propios pastores se
compadecen de ellas.
El Templo en Jerusalén llegó a convertirse en mercado. En contra de eso se levantó Jesús, queriendo
limpiar la Casa del Señor.
(Mateo 21:12-13) Y entró
Jesús en el templo y echó fuera a todos los que compraban y vendían en el
templo, y volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían
las palomas. (13) Y les dijo: Escrito está: "Mi casa será
llamada casa de oración", pero vosotros la estáis haciendo cueva de
ladrones.
Jesús citó la profecía de Jeremías, quien habló un mensaje similar
al de Zacarías.
(Jer. 7:1-11) Palabra
que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, diciendo: (2) Párate a la puerta de la casa del SEÑOR y
proclama allí esta palabra, y di: "Oíd la palabra del SEÑOR, todos los de
Judá, los que entráis por estas puertas para adorar al SEÑOR." (3)
Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: Enmendad vuestros
caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. (4) No
confiéis en palabras engañosas, diciendo: "Este es el templo del SEÑOR, el
templo del SEÑOR, el templo del SEÑOR."
(5) Porque si en verdad enmendáis
vuestros caminos y vuestras obras, si en verdad hacéis justicia entre el hombre
y su prójimo, (6) y no oprimís al extranjero, al huérfano y a
la viuda, ni derramáis sangre inocente en este lugar, ni andáis en pos de otros
dioses para vuestra propia ruina,
(7) entonces os haré morar en
este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre. (8) He
aquí, vosotros confiáis en palabras engañosas que no aprovechan, (9)
para robar, matar, cometer adulterio, jurar falsamente, ofrecer
sacrificios a Baal y andar en pos de otros dioses que no habíais conocido. (10)
¿Vendréis luego y os pondréis delante de mí en esta casa, que es llamada
por mi nombre, y diréis: "Ya estamos salvos"; para luego seguir
haciendo todas estas abominaciones?
(11) ¿Se ha convertido esta casa,
que es llamada por mi nombre, en cueva de ladrones delante de vuestros ojos? He
aquí, yo mismo lo he visto--declara el SEÑOR.
El pueblo creía que, por el simple hecho de ir al Templo, nada
malo les pasaría. Ellos ofrecían sacrificios,
pero no por arrepentimiento sino como un “pago” para seguir haciendo lo que
querían. Eso era detestable a los ojos de Dios.
Esta profecía de Jeremías la habló antes que Judá cayera
cautiva en Babilonia. Pero en tiempos de
Zacarías, ya habiendo regresado del exilio, el pueblo estaba yendo hacia esa
misma dirección y cayendo en el mismo error.
Por eso, el Señor les advirtió que si no se arrepentían, los entregaría
a las consecuencias de sus pecados.
(Zac. 11:6) Pues yo no me
compadeceré más de los habitantes de esta tierra—declara el SEÑOR— sino que he
aquí, haré que los hombres caigan cada uno en manos de otro y en manos de su
rey; y ellos herirán la tierra y yo no los libraré de sus manos.
(Zac. 11:8-9) Y destruí a
los tres pastores en un mes, pues mi alma se impacientó con ellos y su alma
también se cansó de mí. (9) Entonces dije: No os apacentaré más. La que
ha de morir, que muera; y la que ha de ser destruida, que sea destruida; y las
que queden, cómanse la carne unas a otras.
Son palabras duras…pero esas son las consecuencias del
pecado impenitente. Dios es paciente y misericordioso, pero no nos podemos
burlar de Él, y Él no pasará por alto la iniquidad (Exo. 34:6-7).
DOS CAYADOS
A través de la profecía de Zacarías, el Señor recuerda a Su
pueblo como Él ha sido un Buen Pastor, y los ha cuidado y apacentado. Así
como todo pastor usa un cayado para dar dirección a las ovejas, también el
Señor, pero usó dos:
(Zac. 11:7) Apacenté,
pues, las ovejas destinadas para la matanza, esto es, los afligidos del rebaño.
Y tomé para mí dos cayados: a uno lo llamé Gracia
y al otro lo llamé Unión; y apacenté
las ovejas.
a. Cayado de Unión
Comencemos por el segundo, que es el que ya mencionamos en
el capítulo anterior…
(Zac. 11:14) Y quebré mi
segundo cayado, Unión, para romper
la hermandad entre Judá e Israel.
El Señor quebró la vara “Unión”, que representa la unión
entre la Casa de Judá y la Casa de Israel (las 10 tribus perdidas). Israel se dividió en dos. Las tribus del norte cayeron en adulterio
espiritual, pero no se arrepintieron; por eso fueron llevadas cautivas y se
asimilaron entre los pueblos a los que llegaron. Pero, como ya vimos, el Plan del Señor es
volver a unir a las Dos Casas en los últimos tiempos.
b. Cayado de Gracia
El nombre de la otra vara fue traducida como “Gracia”; en
hebreo es “Noam”, que significa: agradable,
placentero, favorable, deleite. Pero el
Señor también rompió esta vara.
(Zac. 11:10-11) Y tomé mi
cayado Gracia y lo quebré para
romper el pacto que yo había hecho con todos los pueblos. (11) Y
fue roto aquel día; así los afligidos del rebaño que me observaban, conocieron
que era la palabra del SEÑOR.
El Señor le reveló a Zacarías que la Vara “Noam” representa el Pacto que hizo con
Su pueblo. Lamentablemente, el pueblo
falló al Pacto, y por eso el Señor rompió la vara. Pero sabemos que Dios no se dio por vencido
con su pueblo, pues Su deseo es restaurarlos.
Ese es el mensaje que encontramos en Jeremías…
(Jer. 31:31-34) He
aquí, vienen días—declara el SEÑOR—en que haré con la casa de Israel y con la
casa de Judá un nuevo pacto, (32)
no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano
para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui
un esposo para ellos—declara el SEÑOR; (33) porque este es el pacto que haré con la casa
de Israel después de aquellos días—declara el SEÑOR—. Pondré mi ley dentro de
ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi
pueblo. (34) Y no tendrán que enseñar más cada uno a su
prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: "Conoce al SEÑOR", porque
todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande—declara
el SEÑOR— pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado.
Lo novedoso del pacto no es que se cambia la ley, sino el
lugar donde está escrita…ya no en la roca sino en nuestros corazones, para ser
transformados de adentro hacia afuera.
Jesús explicó que su sangre hace posible ese Nuevo Pacto.
(Mateo 26:28) porque
esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón
de los pecados.
La sangre de Cristo nos limpia de todo pecado (I Juan 1:5-9),
dándonos así una segunda oportunidad de vivir como Dios manda.
En la profecía de Zacarías encontramos una alusión a la
sangre de Cristo como paga del pecado.
(Zac. 11:12-13) Y les dije: Si
os parece bien, dadme mi paga; y si no, dejadla. Y pesaron como mi salario
treinta piezas de plata. (13) Entonces el SEÑOR me dijo: Arrójalo al
alfarero (ese magnífico precio con que me valoraron). Tomé pues, las treinta
piezas de plata y las arrojé al alfarero en la casa del SEÑOR.
Treinta piezas de plata fue la cantidad exacta que le pagaron
a Judas por entregar a Jesús a los líderes que querían matarlo.
(Mateo 26:14-15) Entonces
uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los principales
sacerdotes, (15) y dijo: ¿Qué estáis dispuestos a darme para
que yo os lo entregue? Y ellos le pesaron treinta piezas de plata.
(Mateo 27:3-8) Entonces
Judas, el que le había entregado, viendo que Jesús había sido condenado, sintió
remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata a los principales
sacerdotes y a los ancianos, (4) diciendo: He pecado entregando sangre
inocente. Pero ellos dijeron: A nosotros, ¿qué? ¡Allá tú! (5) Y
él, arrojando las piezas de plata en el santuario, se marchó; y fue y se
ahorcó. (6) Y los principales sacerdotes tomaron las
piezas de plata, y dijeron: No es lícito ponerlas en el tesoro del templo,
puesto que es precio de sangre. (7) Y después de celebrar consejo, compraron con
ellas el Campo del Alfarero para sepultura de los forasteros. (8) Por
eso ese campo se ha llamado Campo de Sangre hasta hoy.
Se cumplió al pie de la letra la palabra de Zacarías
(11:12-13), porque Judas arrojó la plata en Templo, y los sacerdotes la usaron
para comprar el “campo del alfarero”.
Las 30 piezas de plata fue el precio de la traición, pero
ultimadamente fue el precio de nuestra redención (I Pedro 1:18-19).
EL PASTOR INSENSATO
A pesar que el Señor es el “Buen Pastor”, muchos se rebelan
y no le siguen. Irónicamente, a quien van
a seguir es al “pastor insensato”.
Muchos del pueblo hacen lo que quieren, y no lo que Dios
manda; por esto, el Señor permite que se levanten líderes malos, los cuales se
aprovechan de las ovejas en lugar de cuidarlas.
De esto habla Zacarías al final de este capítulo…
(Zac. 11:15-16) Y el SEÑOR me
dijo: Toma otra vez los aperos de un pastor insensato. (16)
Porque he aquí, yo voy a levantar en la tierra un pastor que no se
preocupará de la que perece, ni buscará a la descarriada, ni curará a la
herida, ni sustentará a la fuerte, sino que comerá la carne de la cebada y
arrancará sus pezuñas.
Aunque el Señor permite que se levanten esos malos líderes a
causa de la desobediencia del pueblo, al final Él traerá juicio sobre esos “pastores
insensatos”,
(Zac. 11:17) ¡Ay del pastor
inútil que abandona el rebaño! ¡Caiga la espada sobre su brazo y sobre su ojo
derecho! Su brazo se secará por completo, y su ojo derecho totalmente se
oscurecerá.
El Señor juzga a cada uno conforme a sus obras (Rom 2:5-6; Jer
17:10)…
Hos 4:9 Como el
pueblo, así será el sacerdote; los castigaré por su proceder, y les pagaré
según sus obras.
(2 Corintios 11:14-15)
Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como
ángel de luz. (15) Por tanto, no es de sorprender que sus
servidores también se disfracen como servidores de justicia; cuyo fin será
conforme a sus obras.
espectacular ense;anza para aplicar en nuestra vida
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