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miércoles, 26 de septiembre de 2012

SOBRE LA ROCA


(Día 39)



Jesús terminó el Sermón del Monte con una parábola que sella su mensaje:
(Mateo 7:24-27)  Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca;  (25)  y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca.  (26)  Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena;  (27)  y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción.
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Jesús habla de dos hombres:

1.  El SABIO:
Este es el que oye la Palabra de Dios, y la pone en práctica. 


 2.  El INSENSATO: 
Éste es el que oye la Palabra, pero NO la pone en práctica.

¿Está nuestra vida fundada sobre la roca, o sobre arena?  Las pruebas de la vida (“la lluvia torrencial”) lo harán evidente.   Si hemos vivido una religiosidad pero no vivimos como Dios manda, entonces todo se desmoronará ante el menor problema.  Pero si uno pone en práctica la Palabra de Dios, ninguna circunstancia negativa nos moverá, porque estaremos firmes. 

(1 Corintios 3:11-15)  Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo.  (12)  Ahora bien, si sobre este fundamento alguno edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja,  (13)  la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno.  (14)  Si permanece la obra de alguno que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa.  (15)  Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como por fuego.
  
El mensaje final del Sermón del Monte es simple: Dios nos llama a vivir Su Palabra, no sólo escucharla ni recitarla de memoria.  El Señor nos la dio para ponerla en práctica.
(Santiago 1:22-27)  Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos.  (23)  Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo;  (24)  pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es.  (25)  Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace.  (26)  Si alguno se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana.  (27)  La religión pura y sin mácula delante de nuestro Dios y Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo.

El mensaje de Jesús a lo largo del Sermón del Monte es exhortarnos a vivir la fe en una forma real y profunda, no superficial ni de apariencias. 
(1 Juan 2:3-6)  Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos.  (4)  El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él;  (5)  pero el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos que estamos en El.  (6)  El que dice que permanece en El, debe andar como El anduvo.

El Señor no sólo espera que actuemos bien, como Dios manda, sino que lo hagamos de corazón. 

ORACIÓN
Señor, yo quiero construir mi vida sobre la Roca, que eres Tú.  No quiero que cuando vengan las tormentas de la vida, yo me desmorone, pues quiero permanecer firme. 

Señor, no quiero vivir una religión, sino quiero vivir el estilo de vida del Reino, basado en Tu palabra y en una relación personal Contigo.  Señor, quiero guardar Tu Palabra y que Tu amor se perfeccione en mí.  Quiero permanecer firme en Ti, la Roca de mi salvación, por lo tanto, andaré como Tú anduviste.  Amén.

[Mateo 7:24-27; 1 Juan 2:3-6]




Dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan.
(Lucas 11:28)

martes, 25 de septiembre de 2012

QUIEN ENTRA EN EL REINO


(Día 38)

Hace unos días comentamos sobre la diferencia que Jesús hizo entre “ver” el Reino, y “entrar” en el Reino.  Volveremos a mencionarlo, porque es crucial para entender el mensaje final del Sermón del Monte.

Jesús dijo que para VER el Reino es necesario nacer de nuevo. 
(Juan 3:3)  Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.

Nacer de nuevo es confesar y reconocer que Jesús es nuestro Salvador.
(1 Juan 5:1)  Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al Padre, ama al que ha nacido de El.

Pero para ENTRAR al Reino, se necesita de algo más.
(Juan 3:5-6)  Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.  (6)  Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Nacer del agua y del espíritu implica una transformación de vida.  Luego de reconocer a Jesús como Salvador, también debemos reconocerlo como Señor.  Esto significa que haremos lo que Él manda. 

Jesús dijo al final del Sermón:
(Mateo 7:21)  No todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 

Entrar al Reino implica hacer las cosas como Dios manda.  Todo Reino tiene leyes y normas.  Si uno no las cumple, puede terminar en prisión o en el exilio.  Lo mismo es con el Reino de Dios.  Luego de salvarnos, el Señor nos abre las puertas de Su Reino.  Él espera que le reconozcamos como Rey y que nos sometamos a Su orden. 

Lamentablemente, mucha gente se engaña a sí misma creyendo que está viviendo en el Reino sólo porque hizo la confesión de fe o porque va a la iglesia los domingos y hace prácticas religiosas.  Pero si no transforman su vida ni viven según las leyes del Reino, entonces aún no han “entrado” en el Reino. 
Por eso Jesús dijo lo siguiente:
(Mateo 7:22-23)  Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?"  (23)  Y entonces les declararé: "Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis iniquidad."

La palabra que se traduce como “iniquidad”, en griego es: Anomia, que literalmente significa: “sin ley, sin Torá” (A—sin; Nomos—ley escrita).

(Tito 1:16)  Profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan, siendo abominables y desobedientes e inútiles para cualquier obra buena.

En la línea del mensaje de Jesús, Pablo escribió lo siguiente:
(2 Timoteo 2:15-16,19)  Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad.  (16)  Evita las palabrerías vacías y profanas, porque los dados a ellas, conducirán más y más a la impiedad, … (19)  No obstante, el sólido fundamento de Dios permanece firme, teniendo este sello: El Señor conoce a los que son suyos, y: Que se aparte de la iniquidad todo aquel que menciona el nombre del Señor.

En el Reino de Dios no basta con oir la Palabra, sino se espera que la actuemos y la vivamos.
(Santiago 1:21-22)  Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas.  (22)  Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos.

Mañana leeremos una parábola que Jesús contó para ilustrar este mensaje…


ORACION
Mis ojos espirituales fueron abiertos al creer en Ti, Jesús. He visto el Reino, pero ahora quiero entrar en Él.  No quiero quedarme fuera de tan grande bendición.  Dios mío, quiero llamarte “Señor” no sólo del diente al labio sino de verdad.  Quiero llamarte Señor porque te he reconocido como el Rey de mi vida, a quien tengo que someterme y a quien obedeceré.  Quiero vivir Tu Reino, y no sólo saber de Él.  Quiero ser hacedor de Tu Palabra, y no sólo oidor. 

Señor, hoy me propongo a desechar toda inmundicia y malicia, y me preparo a recibir con humildad Tu Palabra, que es poderosa para sanarnos y hacernos completos.  Guíame por tu camino.   Deseo conducirme honradamente en todo, y ser apto en toda obra buena para hacer Tu voluntad.  Obra en mi vida lo que es agradable para Ti.  Y a Dios sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

[Santiago 1:21-22; Hebreos 13:18-21]

lunes, 24 de septiembre de 2012

FALSOS PROFETAS


(Día 37)



En el Sermón del Monte, Jesús hace una advertencia en contra de los profetas falsos. 
(Mateo 7:15)  Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 

El problema de los falsos profetas es que parecen ser buenos, pero no lo son. 
Aparenta ser uno del pueblo, pero en realidad se quiere aprovechar de ellos.

La Torá define lo que es un falso profeta.
(Deuteronomio 13:1-4)  Si se levanta en medio de ti un profeta o soñador de sueños, y te anuncia una señal o un prodigio,  (2)  y la señal o el prodigio se cumple, acerca del cual él te había hablado, diciendo: "Vamos en pos de otros dioses (a los cuales no has conocido) y sirvámosles",  (3)  no darás oído a las palabras de ese profeta o de ese soñador de sueños; porque el SEÑOR tu Dios te está probando para ver si amas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.  (4)  En pos del SEÑOR vuestro Dios andaréis y a El temeréis; guardaréis sus mandamientos, escucharéis su voz, le serviréis y a El os uniréis.

El falso profeta puede hacer señales o milagros (por eso muchos creen en él), pero su mensaje va en contra de la Palabra de Dios. 

En la Biblia vemos varios ejemplos de profetas que Dios levantaba cuando el pueblo se había desviado, para llamarlos al arrepentimiento.  Pero a la par ellos también se levantaban profetas falsos que hablaban al pueblo lo que querían oír. Los falsos profetas les decían: “¡Paz, paz!” (es decir, no les va a pasar nada porque son hijos de Dios); el profeta de Dios decía: “¡No vendrá paz! (es decir, si no se arrepienten, tendrán que dar cuentas de sus malas acciones).  Lamentablemente, la gente tiende a preferir la dulce mentira que la amarga realidad, y por eso muchos caen en las trampas de los falsos profetas.
(Jeremías 6:13-16)  Porque desde el menor hasta el mayor, todos ellos codician ganancias, y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el engaño.  (14)  Y curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: "Paz, paz", pero no hay paz.  (15)  ¿Se han avergonzado de la abominación que han cometido? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun han sabido ruborizarse; por tanto caerán entre los que caigan; en la hora que yo los castigue serán derribados--dice el SEÑOR.  (16)  Así dice el SEÑOR: Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por los senderos antiguos cuál es el buen camino, y andad por él; y hallaréis descanso para vuestras almas. Pero dijeron: "No andaremos en él."

Esto mismo puede ocurrir hoy.
(2 Pedro 2:1-3)  Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina.  (2)  Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado;  (3)  y en su avaricia os explotarán con palabras falsas. El juicio de ellos, desde hace mucho tiempo no está ocioso, ni su perdición dormida.

El Señor siempre nos da la oportunidad para arrepentirnos y rectificar.  Pero los profetas falsos roban al pueblo de esa oportunidad, haciéndoles creer que todo está bien, cuando no lo está.  No debemos permitir que eso nos pase.

¿Cómo podemos reconocer a un falso profeta?  Ya mencionamos que la Palabra es el primer gran filtro.  Juan también explicó:
(1 Juan 4:1-6)  Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo.  (2)  En esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;  (3)  y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.  (4)  Hijos míos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo.  (5)  Ellos son del mundo; por eso hablan de parte del mundo, y el mundo los oye.  (6)  Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.

Jesús nos enseñó otra forma en que podemos reconocer a un falso profeta:
(Mateo 7:16-17)  Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?  (17)  Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos.  (18)  Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.  (19)  Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado al fuego.  (20)  Así que, por sus frutos los conoceréis.


ORACIÓN
Señor, atiendo tu voz de alerta.  Sabiendo esto de antemano, estaré en guardia, para no ser arrastrado por el error de hombres libertinos, y dejarme llevar por doctrinas falsas. Probaré a los profetas en base a lo que dice tu Palabra, y no conforme a lo que quisiera oír.  Estaré pendiente de ver el fruto de la vida de ellos, lo cual revela más que sus palabras. 

En cuanto a mí, quiero seguir firme en Tu Palabra y Tu verdad,  y seguir creciendo en la gracia y el conocimiento de Ti. Señor, Tú puedes hablarme a mí; deseo tener una relación personal y cercana contigo.  No esperaré oír palabra de hombre, ni buscaré “sustitutos”. En pos de Ti andaré y a sólo a Ti temeré.  Guardaré Tus mandamientos, escucharé Tu voz, te serviré y a Ti me uniré. A Ti sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

[2 Pedro 3:17-18; Deut. 13:4]

domingo, 23 de septiembre de 2012

LA PUERTA ESTRECHA


(Día 36)


En el Evangelio de Juan, Jesús habló sobre la diferencia entre “ver” y “entrar” en el Reino: 
*  Cuando nacemos de nuevo, los ojos espirituales se abren y podemos VER el Reino.
(Juan 3:3)  Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
*  Pero para ENTRAR, se necesita de algo más.
(Juan 3:5-6)  Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.  (6)  Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Nacer del agua y del espíritu es más que el acto físico de “ser bautizado en agua y hablar en lenguas”.  El nacimiento espiritual implica una transformación que debe venir de adentro.  Es dejar la vieja forma de vida enterrada para nacer a una nueva vida.
(Efesios 4:17-32)  Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ya no andéis así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente,  (18)  entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón;  (19)  y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas.  (20)  Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera,  (21)  si en verdad lo oísteis y habéis sido enseñados en El, conforme a la verdad que hay en Jesús,  (22)  que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos,  (23)  y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente,  (24)  y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad.  (25)  Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablad verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros.  (26)  Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,  (27)  ni deis oportunidad al diablo.  (28)  El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad.  (29)  No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan.  (30)  Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados para el día de la redención.  (31)  Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia.  (32)  Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.

El resentimiento, la amargura, la ira, los malos deseos, y toda malicia, son cargas que hemos llevado en la vida, pero si queremos entrar en el Reino, debemos dejarlas atrás, porque no caben a través de la puerta estrecha, ni pertenecen en el Reino de Dios.  Si fuimos ofendidos, debemos perdonar y soltar; si hemos pecado, debemos cortar con ese estilo de vida, y vivir como Dios manda.

La puerta al Reino es estrecha, pero bien vale la pena cruzarla porque lleva a la vida. 
(Hebreos 12:11-17)  Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia.  (12)  Por tanto, fortaleced las manos débiles y las rodillas que flaquean,  (13)  y haced sendas derechas para vuestros pies, para que la pierna coja no se descoyunte, sino que se sane.  (14)  Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.  (15)  Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados;  (16)  de que no haya ninguna persona inmoral ni profana como Esaú, que vendió su primogenitura por una comida.  (17)  Porque sabéis que aun después, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado, pues no halló ocasión para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas.

Si queremos entrar al Reino, debemos botar las cargas y quitar los obstáculos.
(Isaías 62:10-12)  Pasad, pasad por las puertas; abrid camino al pueblo. Construid, construid la calzada; quitad las piedras, alzad estandarte sobre los pueblos.  (11)  He aquí, el SEÑOR ha proclamado hasta los confines de la tierra: Decid a la hija de Sion: "He aquí, tu salvación viene; he aquí, su galardón está con El, y delante de El su recompensa."  (12)  Y los llamarán: Pueblo Santo, redimidos del SEÑOR. Y a ti te llamarán: Buscada, ciudad no abandonada.

(Isaías 35:8)  Allí habrá una calzada, un camino, y será llamado Camino de Santidad; el inmundo no transitará por él, sino que será para el que ande en ese camino; los necios no vagarán por él.

(Isaías 57:14-15)  Y se dirá: Construid, construid, preparad el camino, quitad los obstáculos del camino de mi pueblo.  (15)  Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos.

ORACIÓN
Señor, yo no me conformo sólo con ver tu Reino, sino que deseo entrar.  Quiero cruzar la puerta estrecha que lleva a Tu Reino.  Estoy dispuesto a dejar atrás mis cargas.  Si alguien me ha ofendido, hoy lo perdono y lo suelto.  Si he pecado, te pido perdón, y estoy dispuesto a cambiar. 

Enséñame, Señor, cuál es el orden de Tu Reino, porque yo quiero vivir así.  Pasaré por la puerta, quitaré las piedras y para construir mi vida en el Calzada de la Santidad.  Será un proceso, pero estoy dispuesto.  Gracias, Jesús, porque Tú has abierto camino y vas delante mostrándonos cómo hacerlo. 

[Juan 3:3-6; Isaías 35:8]  

sábado, 22 de septiembre de 2012

LA PUERTA Y EL YUGO


(Día 35)


El mundo enseña a buscar la salida fácil y la solución rápida a todo.  Esta forma de pensar se ha fomentado especialmente en la era moderna.  Buscan los beneficios sin querer pagar el costo, lo cual promueve tomar “atajos” en la vida que son caminos de destrucción. 
(Proverbios 5:21-23)  Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del SEÑOR, y El observa todos sus senderos.  (22)  De sus propias iniquidades será presa el impío, y en los lazos de su pecado quedará atrapado. (23)  Morirá por falta de instrucción, y por su mucha necedad perecerá.

La Biblia nos enseña que para obtener los beneficios, primero debemos pagar el precio.  Si queremos cosechar, primero debemos sembrar y cultivar.  Este es el orden de la vida, y del Reino de Dios.  En el Sermón del Monte, Jesús enseñó sobre esto usando la analogía de una puerta:
(Mateo 7:13-14)  Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella.  (14)  Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

La puerta a la vida es estrecha.  Esto no sólo se refiere a la vida eterna, cuya puerta es Jesús, sino al estilo de vida del Reino.  La entrada al Reino es por fe, pero luego, debemos aprender a vivir según el orden del Reino de Dios.

La realidad es que, al principio, a todos nos cuesta ajustarnos al estilo de vida del Reino de Dios.  Es difícil porque debemos restringirnos, “apretarnos”.  No podemos hacer lo que queramos, sino que debemos seguir las normas del Reino.  Algunos ven ese orden como “restricción”; pero debemos llegar a entender que Dios no nos dio la Ley para “limitarnos”, sino para que nos vaya bien, para que tengamos una buena vida.
(Proverbios 10:8-9)  El sabio de corazón aceptará mandatos, mas el necio charlatán será derribado.  (9)  El que anda en integridad anda seguro, mas el que pervierte sus caminos será descubierto.

(Proverbios 2:6-15)  Porque el SEÑOR da sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia.  (7)  El reserva la prosperidad para los rectos, es escudo para los que andan en integridad,  (8)  guarda las sendas del juicio, y preserva el camino de sus santos.  (9)  Entonces discernirás justicia y juicio, equidad y todo buen sendero;  (10)  porque la sabiduría entrará en tu corazón, y el conocimiento será grato a tu alma;  (11)  la discreción velará sobre ti, el entendimiento te protegerá,  (12)  para librarte de la senda del mal, del hombre que habla cosas perversas;  (13)  de los que dejan las sendas de rectitud, para andar por los caminos tenebrosos;  (14)  de los que se deleitan en hacer el mal, y se regocijan en las perversidades del mal,  (15)  cuyas sendas son torcidas, y se extravían en sus senderos.

YUGO FÁCIL, Y CARGA LIGERA
En la cultura judía, se consideraba que la Ley (la Torá) era un yugo que todo judío debía llevar.  Jesús explicó que esta carga es en realidad livina.
(Mateo 11:29-30)  Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.  (30)  Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.




El yugo es el madero que el buey o animal de carga lleva sobre sus lomos.  Por lo general, el yugo es llevado por dos animales, y unidos pueden halar con mayor facilidad el arado.  Jesús nos dice que nos unamos a Él, debajo de su yugo.  El ya se lo puso, siendo obediente, hasta la muerte (Fil. 2:5-8); ahora nosotros también podemos, con Su ayuda. 
(Mateo 16:24-27)  Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.  (25)  Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.  (26)  Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?  (27)  Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta.

 (1 Juan 2:1-6)  Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.  (2)  El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.  (3)  Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos.  (4)  El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él;  (5)  pero el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos que estamos en El.  (6)  El que dice que permanece en El, debe andar como El anduvo.

Mañana seguiremos hablando de la puerta estrecha…

ORACIÓN
Señor, muéstrame tus caminos, y enséñame tus sendas.  Guíame en tu verdad, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día.  ¡Benditos son los de camino perfecto, los que andan en la ley del SEÑOR!  ¡Bendición vendrá a los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan! 

Señor, estoy dispuesto a ponerme Tu yugo.  Ya no quiero pecar, sino andar en Tus caminos.  Tú has ordenado tus preceptos, para que los guardemos con diligencia.  Quisiera que mis caminos sean afirmados para guardar tus estatutos. 

Con rectitud de corazón te daré gracias, al aprender tus justos juicios.  Te mostraré que te amo, guardando Tus mandamientos, pues deseo que te manifiestes en mi vida.  Entraré por la puerta estrecha. 

[Salmo 25:4-5; Salmo 119:1-8; Juan 14:21]

viernes, 21 de septiembre de 2012

LA REGLA DE ORO (Mat. 7:12)


(Día 34)


Una de las normas de convivencia más conocidas es la que se conoce como la “Regla de Oro”, y dice: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti.”

Jesús mencionó este mismo principio en el Sermón del Monte, pero en forma positiva:
(Mateo 7:12)  Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.

No es casualidad que Jesús haya mencionado la “Regla de Oro” después de hablar de juzgar.  Esto se debe a que uno tiende a juzgar más fuerte a los demás, mientras que espera más misericordia para uno mismo.  Pero Jesús nos dice: “traten a los demás de la forma en que quieren que los traten a ustedes.”

Aunque éste es un principio conocido en el mundo, su origen está en la Torá en la forma de un mandamiento.  Este principio de respeto y consideración al prójimo se expresa directamente en el mandamiento: Amarás al prójimo como a ti mismo (Lev. 19:18)

Pablo explicó que en este mandamiento se resume toda la ley:
(Gálatas 5:14)  Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: amarás a tu prójimo como a ti mismo.

(Romanos 13:8-10)  No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley.  (9)  Porque esto: No cometerás adulterio, no matarás, no hurtarás, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en estas palabras se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  (10)  El amor no hace mal al prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley.

Jesús fue aún más explícito que Pablo, y explicó que toda la ley se puede resumir en dos mandamientos: amar a Dios y amar al prójimo. 
(Mateo 22:36-40)  Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?  (37)  Y El le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.  (38)  Este es el grande y el primer mandamiento.  (39)  Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  (40)  De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.

Amar a Dios y amar al prójimo son las dos caras de la misma moneda.  Por eso Juan dijo:
(1 Juan 4:20-21)  Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.  (21)  Y este mandamiento tenemos de El: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.


ORACION
Señor, reconozco que debo aprender a amar más a mi prójimo.  Quiero aprender a amar tal como Tú nos has amado.  Pues no hay amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos.

Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe.  Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy.  Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha. 

Señor, necesito aprender a amar, como Tu Palabra dice: El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante;  no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  El amor nunca deja de ser.

[Juan 15:12-13; Juan 13:34-35; 1 Corintios 13:1-8]

jueves, 20 de septiembre de 2012

PIDAN, Y RECIBIRÁN



(Día 33)



¿Qué hace un bebé cuando necesita algo?  Ya sea que tenga hambre, o sienta dolor, o necesite ser cambiado de pañal, o se siente solo, el bebé llora.  El llanto es algo natural para el bebé; nadie se lo enseñó, sino que lo hace por naturaleza.    Cuando los niños aprenden a hablar, los padres les enseñan a pedir en lugar de llorar cuando quieren algo.  Conforme van creciendo y madurando, los jóvenes aprenden a distinguir entre lo que sus padres le darán y lo que le negarán, y piden conforme a eso. 

La misma dinámica aplica a la vida espiritual.  Al principio sólo sabemos clamar y llorar para que nuestras necesidades sean satisfechas, o nuestros deseos sean cumplidos.  Pero conforme vamos madurando espiritualmente, aprendemos a pedir según la voluntad de Dios.
(1 Juan 5:14-15)  Y esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, El nos oye.  (15)  Y si sabemos que El nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho.

(Juan 15:7)  Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho.

En el Sermón del Monte, Jesús explicó que si queremos recibir, debemos pedir.
(Mateo 7:7-11)  Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.  (8)  Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 

¿Por qué no recibimos?  Santiago nos dice que por dos razones:   porque pedimos mal, o  porque simplemente no pedimos.
(Santiago 4:1-3)  ¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros?  (2)  Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís.  (3)  Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres.

Todo padre amoroso desea complacer a su hijo, pero no siempre le da lo pide, ya sea porque no puede o porque no le conviene al niño.  Un niño pide, pero no recibe todo, porque a veces no pide bien.  Pero si pide lo que es justo y bueno, seguramente lo recibirá, en la medida de lo que sea posible.  Esta misma confianza debemos tener en Dios, porque Él es bueno y generoso. 
(1 Juan 3:21-22)  Amados, si nuestro corazón no nos condena, confianza tenemos delante de Dios;  (22)  y todo lo que pidamos lo recibimos de El, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de El.

¿Por qué razón no le pedimos más a Dios?  Muchas veces es porque, en el fondo, no creemos que Dios es bueno ni que quiere complacernos.  No conocemos a Dios como un Padre amoroso y generoso.  Por eso Jesús dijo:
(Mateo 7:9-11) ¿O qué hombre hay entre vosotros que si su hijo le pide pan, le dará una piedra,  (10)  o si le pide un pescado, le dará una serpiente?  (11)  Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?

(Salmo 145:17-19)  Justo es el SEÑOR en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos.  (18)  El SEÑOR está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad.  (19)  Cumplirá el deseo de los que le temen, también escuchará su clamor y los salvará.

¿Qué espera Dios de nosotros al pedir y al orar?  ¡FE!  Que creamos en Él. 
(Santiago 1:6-8)  Pero que pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra.  (7)  No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor,  (8)  siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos.

(Marcos 11:22-24)  Y Jesús respondió, diciéndoles: Tened fe en Dios.  (23)  En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar", y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido.  (24)  Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas.

El Señor no sólo espera que creamos que Él es Dios Todopoderoso, sino que sepamos que Él es Nuestro Padre que nos ama y nos desea lo mejor, y se complace en agradarnos.

ORACION
Señor, Justo eres Tú en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos.  Tú estás cerca de todos los que te invocan, de todos los que te invocan en verdad.  Cumplirás el deseo de los que le temen, también escucharás su clamor y los salvarás. Señor, te invocaré y vendré a rogarte, porque sé que me escucharás.  Te buscaré y te hallaré, cuando te busque de todo corazón.

Y esta es la confianza que tengo delante de Ti, que si pedimos cualquier cosa conforme a Tu voluntad, nos oirás.  Señor, yo sé que Tú podrás Tu deseo en mi corazón.  No quiero pedir de mi necedad, sino conforme a Tu Voluntad. Así podré pedir bien, lo que conviene, lo que trae bendición. 

Señor, confío callado en Ti, esperando con paciencia, porque yo sé que los planes que tienes para nosotros son planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza. 

[Salmo 145:17-19; 1 Juan 5:14-15; Salmo 37:4-7; Jeremías 29:11-13]
  


miércoles, 19 de septiembre de 2012

JUZGAR O NO JUZGAR (Mat. 7:1)


(Día 32)



Ya entramos a la recta final del Sermón del Monte.  Jesús sigue explicando sobre asuntos controversiales o temas en la Biblia que han sido mal interpretados.  Al inicio del capítulo siete, Jesús hace referencia al tema de “juzgar”:
(Mateo 7:1) No juzguéis para que no seáis juzgados. 

La gente tiende a tomar dos posiciones extremas en el tema de juzgar:

i.  Unos no juzgan para nada.  Pero eso no es amor, sino evasión.  Con esa actitud neutral dejan pasar acciones y actitudes que van corrompiendo a la congregación. 

ii.  Otros juzgan a diestra y siniestra, pero no lo hacen por amor al prójimo ni por un genuino interés que ellos mejoren, sino para hacerlos de menos porque ellos se consideran “mejores” que los demás. 

Ambos extremos son incorrectos.

Jesús no está diciendo que dejemos de juzgar, sino que lo hagamos correctamente.  Él da una advertencia de las consecuencias de juzgar inconscientemente.
(Mateo 7:2) Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá.

Juzgar es una espada de dos filos; si uno no lo hace bien, puede salir lastimado.  Algunos son rápidos para criticar a los demás, pero no se ven antes en el espejo.  El juicio debe comenzar por uno mismo.     

JUZGAR ES DISTINGUIR
La palabra que se traduce como “juzgar”, en griego es: “Krino”, que literalmente significa: distinguir, y decidir.  

El Señor quiere que aprendamos a distinguir entre el bien y el mal, y luego a decidirnos por hacer el bien. 
(Ezequiel 44:23)  Enseñarán a mi pueblo a discernir entre lo sagrado y lo profano, y harán que ellos sepan distinguir entre lo inmundo y lo limpio.

El juicio debe comenzar por uno mismo.  Debemos medirnos según la “regla divina” de lo que es correcto o incorrecto.  Y si hay necesidad de juzgar a otros, el juicio no debe ser usado para atacar o menospreciar a alguien, sino para dirigirlo, corregirlo y animarlo.  En ningún momento debemos “condenar”; esa facultad sólo la tiene Dios.

Por lo demás, si vemos la necesidad de juzgar, no debemos hacerlo a las espaldas de la persona para denigrarlo delante de los demás, sino debemos hacerlo a su cara.  Es más, la confrontación debe iniciarse en privado. 
(Mateo 18:15-17)  Y si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano.  (16)  Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más, para que toda palabra sea confirmada por boca de dos o tres testigos.  (17)  Y si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuestos.

Hay un refrán en español que dice: “No tiene boca con qué hablar”.  Esto se refiere a cuando una persona no tiene el derecho moral de juzgar sobre un tema porque ella falla en lo mismo.  A esto se refería Jesús cuando dijo lo siguiente:
(Mateo 7:3-5) ¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?  (4)  ¿O cómo puedes decir a tu hermano: "Déjame sacarte la mota del ojo", cuando la viga está en tu ojo?  (5)  ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano.

Si vamos a juzgar, debemos primero asegurarnos de tener la solvencia moral para hacerlo.  También debemos hacerlo pensando en el bien de otro, con amor y misericordia, para darle la oportunidad de rectificar.  Sin embargo, debemos saber que hay personas que no apreciaran ese “juicio justo”.  Ante esos casos, Jesús dijo lo siguiente:
(Mateo 7:6)  No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen.


ORACIÓN
Señor, hoy mismo me arrepiento por haber juzgado mal a mi prójimo.  Reconozco que no siempre lo he hecho en Tu justicia, sino por mi orgullo espiritual.  Perdóname, Señor.  Quiero mostrar a los demás la misma misericordia que Tú me has extendido. 

Antes de pretender “limpiar” a los demás, debo primero limpiar mi propia vida.  Por allí comenzaré.  Enséñame a distinguir entre lo sagrado y lo profano.  Conforme vaya poniéndolo en práctica, lo enseñaré a quien quiera recibirlo.  Pero cuando vea que un hermano necesita rectificar algo en su vida, no me quedaré callado.  En ese momento, tomaré el cuidado de hablarle en amor y misericordia.  No hablaré a sus espaldas, sino en privado, para no humillarlo sino levantarlo.  Ayúdanos, Señor, a edificar los muros de Tu Pueblo.

Orad por la paz de Jerusalén: Sean prosperados los que te aman.  Haya paz dentro de tus muros, y prosperidad en tus palacios.  Por amor de mis hermanos y de mis amigos diré ahora: Sea la paz en ti.  Por amor de la casa del SEÑOR nuestro Dios procuraré tu bien. (Salmo 122:6-9)  

martes, 18 de septiembre de 2012

CONFIANZA EN DIOS (Mateo 6:25-34)


(Día 31)

La medicina para el afán de la vida es la CONFIANZA EN DIOS.
Jesús habló de esto en el Sermón del Monte:
(Mateo 6:25-32)  Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? (26) Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas? (27) ¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? (28) Y por la ropa, ¿por qué os preocupáis? Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan; (29) pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos. (30) Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? (31) Por tanto, no os preocupéis, diciendo: "¿Qué comeremos?" o "¿qué beberemos?" o "¿con qué nos vestiremos?" (32) Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis de todas estas cosas.

¿Quiere esto decir que uno no debe hacer nada, sino esperar con los brazos cruzados?  Ciertamente no es así.  El Señor nos llama a buscar cuál es nuestro deber (es decir, buscar Su Reino), y luego cumplir con nuestro deber (es decir, hacer justicia).  Cada uno debe hacer su parte, y Dios hará la suya.
(Mateo 6:33)  Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Sabemos que esto requiere de FE, pero, ¿acaso no es eso lo que Dios espera de nosotros? 
(Mateo 6:34) Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas.

La clave está en “no preocuparse, no afanarse”. Jesús repite esa frase cuatro veces en el texto.  

El diccionario define la “preocupación” como: el sentimiento de inquietud, temor o intranquilidad por una situación determinada.  Según esta definición, la preocupación depende de las circunstancias. Pero lo que Jesús dice es que debemos ponernos “sobre” las circunstancias.

Tal vez se pregunten: Ante unas circunstancias negativas, ¿cómo puede uno dejar de preocuparse?  Jesús da la respuesta: Confiar en Dios. Esto no se refiere a una “fe ciega” que quiere creer cualquier cosa, sino a la fe en lo que Dios ha dicho. Podremos confiar en Dios luego de haber buscado cuál es Su voluntad.

“Confiar en Dios” no es esperar que Él lo haga todo, y uno quedarse esperando con los brazos cruzados.  Confiar implica conocer la Voluntad de Dios, y hacerla.  Dios también espera que uno haga su parte, y Él hará la Suya.  Esto es “buscar el Reino de Dios y Su justicia”.

Nuestra confianza no debe estar puesta en nosotros mismos, sino en Dios, sabiendo que Él es bueno y justo, y todo está bajo Su control.
(Hebreos 11:6)  Y sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que es remunerador de los que le buscan.

Dios no sólo quiere que sepamos que Él es bueno, sino que lo experimentemos.  El salmista dice: “probad y ved…” (Salmo 34:8).

Hoy nuestra oración será el Salmo 34:4-10…

ORACIÓN
Busqué al SEÑOR, y El me respondió, y me libró de todos mis temores. (5) Los que a El miraron, fueron iluminados; sus rostros jamás serán avergonzados. (6) Este pobre clamó, y el SEÑOR le oyó, y lo salvó de todas sus angustias. (7) El ángel del SEÑOR acampa alrededor de los que le temen, y los rescata. (8) Probad y ved que el SEÑOR es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en El se refugia! (9) Temed al SEÑOR, vosotros sus santos, pues nada les falta a aquellos que le temen. (10) Los leoncillos pasan necesidad y tienen hambre, mas los que buscan al SEÑOR no carecerán de bien alguno.

lunes, 17 de septiembre de 2012

EL AFAN DE LA VIDA (Mat. 6:25)


(Día 30)

 Luego que Jesús preguntara si servimos a Dios o a las riquezas, Él habló sobre el miedo y el afán de la vida.  
(Mateo 6:25)  Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? 

Los temas del “amor al dinero” y el “afán de la vida” están vinculados, ya que ambos tienen como raíz principal el miedo.



MAMÓN Y EL MIEDO
Ya vimos que el espíritu de avaricia es conocido como Mamón.  Éste obra a través del miedo, llevándonos pensar sobre el futuro y provocando inseguridad sobre lo que pueda pasar.

La estrategia que Mamón ofrece para alcanzar la “seguridad” es la avaricia. Ganar dinero y acumularlo se convierte en el objetivo, en la meta y la pasión. La avaricia y codicia cierra la puerta a la generosidad, que es una de las virtudes del Reino.  Si uno vive para acumular, en lugar de disfrutar y compartir, entonces uno sirve a Mamón y no a Dios.  Cuando ponemos nuestra confianza en las riquezas en lugar de confiar en Dios, es el equivalente a “servir a Mamón”.

MIEDO vrs FE
Miedo es lo opuesto a la FE.

*  FE:
Es tener certeza y seguridad de lo que vendrá, aun cuando no se pueda ver.  La fe no está basada en lo que uno “desea”, sino en lo que Dios dijo y prometió. 
(Hebreos 11:1)  Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

(Romanos 10:17)  Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.

*  MIEDO:
Es la inseguridad de lo que va a ocurrir.  Uno puede tener miedo porque no ha oído la Palabra de Dios, o porque no cree, a pesar de haber oído a Dios.  Lo primero es ignorancia (lo cual no exime de culpa); lo segundo es pecado, (y por ello muchos no alcanzan la promesa).
(Hebreos 3:15-16)  en cuanto se dice: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.  (16)  Porque ¿quiénes, habiendo oído, le provocaron? ¿Acaso no fueron todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés?
(Hebreos 3:18-19)  ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a los que fueron desobedientes?  (19)  Vemos, pues, que no pudieron entrar a causa de su incredulidad.

Muchos no entraron a la Tierra Prometida porque no tuvieron fe en Dios.  Se dejaron invadir de miedo porque no creyeron en Dios, sino que se dejaron llevar por las circunstancias, por la vista, (por “el ojo” Mat. 6:22-23). 

CODICIA
El diccionario define la “codicia” como: “el deseo excesivo de poseer muchos bienes y riquezas”.  Es el amor al dinero y el deseo insaciable de tener más y más.

En el mundo, la codicia es el modus vivendi, pero tiene un alto costo.
(Proverbios 28:22)  El hombre avaro corre tras la riqueza, y no sabe que la miseria vendrá sobre él.

Cuando uno se enriquece por el afán de la vida, el fruto no es de bendición. Mucha gente sacrifica principios y valores con tal de obtener ganancias.  Esas riquezas vienen acompañadas de tristeza.
(Proverbios 10:22)  La bendición del SEÑOR es la que enriquece, y El no añade tristeza con ella.

De principio a fin, la Biblia nos revela que Dios quiere bendecirnos y que prosperemos.  Esto lo interpretamos como prosperidad material, pero es mucho más que eso.  Aun más importante que lo material es lo espiritual.
(3 Juan 1:2)  Amado, ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud.

Si uno pone su confianza en el dinero, saldrá perdiendo. Pero si uno confía en Dios, llegará a tener bendición, en la medida que el Señor le dé.  Y aun la bendición que el Señor nos dé, no es para “acumularla” sino para compartirla.
(1 Timoteo 6:17-19)  A los ricos en este mundo, enséñales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos.  (18)  Enséñales que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir,  (19)  acumulando para sí el tesoro de un buen fundamento para el futuro, para que puedan echar mano de lo que en verdad es vida.


ORACION
Señor, confieso que a veces he permitido que el miedo entre en mi corazón, pero hoy veo que esto es pecado porque no he creído en Ti; o tal vez ni siquiera he buscado Tu Palabra. Perdóname, pues a veces he puesto mi confianza en el dinero, cuando mi seguridad está sólo en Ti. Dame ojos para ver la realidad espiritual, y no dejarme llevar por las circunstancias. 

Señor, ya no quiero vivir más por la vista, sino por fe.  Sé que sin fe es imposible agradarte, y quien se acerca a Ti debe creer que existes y que recompensas a los que te buscan.  Ya no quiero preocuparme por mi vida, por lo que comeré o beberé.  Sé que debo hacer mi parte, pero debo aprender a confiar en Ti, porque de Ti viene toda bendición.   

Señor, no quiero quedarme fuera de Tus Promesas por mi falta de fe.  Yo quiero todo lo que tienes para mí. Quiero la bendición que viene de ti, la cual no trae tristeza.

[Mateo 6:25; Hebreos 11:6]

domingo, 16 de septiembre de 2012

SERVIR A DIOS O A LAS RIQUEZAS


(Día 29)

Luego de hablar acerca del tesoro del corazón, Jesús dijo lo siguiente:
(Mateo 6:24) Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.




La palabra que se traduce como “riquezas”, en griego es: “Mamón”, que literalmente significa: confianza o avaricia. 

Mamón también era el nombre de un dios pagano del Medio Oriente.  En Egipto, había una esfinge gigante dedicada a este dios, conocida como el “Coloso de Mamón”.  En Grecia y Roma, su equivalente era el dios Plutón (cuyo nombre literalmente significa: enriquecerse); también recibía el nombre de “Hades”, a quien se consideraba como el custodio de las abundancias de la tierra, además de ser el guardián del inframundo.

Mamón no es equivalente al “dinero”. El dinero es simplemente un instrumento, que puede ser de bendición o maldición.  Lo que es malo es el “amor al dinero”.
(1 Timoteo 6:7-11) Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él. (8) Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos. (9) Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. (10) Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores. (11) Pero tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad.

La pregunta con respecto al dinero es: ¿dónde está nuestro corazón?  Cuando las riquezas se vuelven en lo más importante en nuestras vidas, entonces servimos a Mamón, que es el espíritu de avaricia.  Este espíritu prevalece en el mundo y su sistema económico. Cuando el dinero es un “ídolo”, éste se convierten en una fuerza que nos lleva a dedicar la vida y entregarla a la búsqueda del dinero, a cualquier costo.

La advertencia de Pablo es para evitarnos caer en esa trampa.  El mundo sirve al dios del dinero, pero nosotros estamos llamados a seguir las virtudes del Reino de Dios: justicia, misericordia, piedad, fe, amor, perseverancia, amabilidad.  Estas virtudes son nuestros tesoros, y en ellos debemos invertir.


ORACION
Señor, estoy en el mundo, pero no soy de este mundo; yo soy del Reino de los Cielos.  Por lo tanto, no voy a vivir según el orden del mundo, el cual está dedicado a la búsqueda de fortuna y fama.  Como ciudadano de Tu Reino, yo buscaré tesoros espirituales que durarán para siempre. 

Si en mi corazón ha habido amor al dinero, te pido perdón.  Me arrepiento y me comprometo a cambiar.   Quiero invertir tiempo en estudiar Tu Palabra para conocer lo que es importante en el Reino de los Cielos, y dedicaré mi vida a cultivar esas virtudes.  Nada he traído al mundo, y nada podré sacar de él. No dedicaré mi vida a lo que es temporal, sino que invertiré en los tesoros eternos.  Estaré satisfecho si tenemos qué comer y con qué cubrirnos.  Líbrame de la tentación de los deseos necios y dañosos de este mundo que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Huiré del amor al dinero, y seguiré la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad.

[Juan 17:14-16; 1 Timoteo 6:7-11]

sábado, 15 de septiembre de 2012

EL TESORO DE TU CORAZÓN


(Día 28)


Uno de los principales motivadores en el mundo es la riqueza.  La gente vive para obtenerla.  La razón principal es porque creen que el dinero trae seguridad.  Ponen en ello su confianza, porque creen que “el dinero todo lo compra”.  Este pensamiento es tan prevalente que se ha infiltrado en la Iglesia, pero ciertamente no proviene de Dios.  En el Reino de Dios se nos enseña completamente lo opuesto.  De esto habló Jesús en el Sermón del Monte.
(Mateo 6:19-21)  No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban;  (20)  sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban;  (21)  porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

¿Dónde está nuestro corazón? ¿Qué consideramos importante en nuestras vidas?  ¿A qué le dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo y atención?  Las repuestas a estas preguntas nos revelarán cuál es nuestro tesoro.

El Señor nos insta a que invirtamos, tiempo y recursos, a lo que es eterno.  Lo temporal se arruina y pasa, pero lo eterno dura para siempre.


LA LUZ DEL OJO
En relación con el mensaje del tesoro del corazón, Jesús dijo lo siguiente:
(Mateo 6:22-23)  La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz.  (23)  Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad!



¿Qué relación tiene el mensaje del tesoro del corazón con la el ojo como lámpara?  A simple vista, parecería que no estar relacionado, pero Jesús no mencionó esto por casualidad ni por error.  Así como ponemos el corazón en el tesoro, ponemos la vista en lo que consideramos importante. 
(2 Corintios 4:16-18)  Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día.  (17)  Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación,  (18)  al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

¿Dónde está puesta nuestra vista, tanto física como espiritual?  Si tenemos la vista puesta en algo bueno, tendremos luz.  Pero si la vista está en algo malo, nuestra vida se llenará de oscuridad. 
(Efesios 5:5-13)  Porque con certeza sabéis esto: que ningún inmoral, impuro, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.  (6)  Que nadie os engañe con palabras vanas, pues por causa de estas cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia.  (7)  Por tanto, no seáis partícipes con ellos;  (8)  porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de la luz  (9)  (porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad),  (10)  examinando qué es lo que agrada al Señor.  (11)  Y no participéis en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascaradlas;  (12)  porque es vergonzoso aun hablar de las cosas que ellos hacen en secreto.  (13)  Pero todas las cosas se hacen visibles cuando son expuestas por la luz, pues todo lo que se hace visible es luz.


ORACIÓN
Señor, no quiero poner mi corazón en las cosas de este mundo, sino que quiero hacerme tesoros en el Cielo, los cuales durarán para siempre.  Ya no quiero dejarme llevar más por la vista y por los deseos de este mundo; más bien, quiero poner mis ojos en lo que es importante y trascendente—en Tu Luz y Tu Verdad.

Señor, ya no quiero andar en tinieblas como el mundo, en la vanidad de su mente, entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón.  Más bien, buscaré las cosas de arriba, los tesoros del Reino de los Cielos.  Pondré la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.  Ayúdame, Señor, a distinguir entre las dos.

[Mateo 6:19-21; 2 Corintios 4:16-18; Efesios 4:17-18; Col 3:1-2]