A lo largo del estudio, hemos visto que
las cabezas de los reinos más poderosos de la historia del mundo han llegado a
reconocer a Dios, porque su poder se ha hecho manifiesto, dejando claro que
Jehová es Rey de reyes y Señor de señores.
En varias ocasiones Nabucodonosor
reconoció a Jehová como el Dios Altísimo (Dan. 2:47; Dan. 3:28-30; Dan. 4:2). Y
al final de su vida, él llegó a la siguiente conclusión:
(Daniel 4:34) Pero al fin de
los días, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo, y recobré mi razón, y
bendije al Altísimo y alabé y glorifiqué al que vive para siempre; porque su
dominio es un dominio eterno, y su reino permanece de generación en generación.
La declaración de Nabucodonosor no fue en
privado, sino que la hizo de forma pública, con testimonio a todos los
habitantes de su imperio.
(Daniel 4:1-3) Nabucodonosor,
rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Que
abunde vuestra paz. Me ha parecido bien declarar las señales y maravillas
que ha hecho conmigo el Dios Altísimo. ¡Cuán grandes son sus señales, y
cuán poderosas sus maravillas! Su reino es un reino eterno, y su dominio de
generación en generación.
DECLARACIÓN
DE DARIO
Esto mismo hizo Darío luego que Daniel
fuera milagrosamente salvado de morir en el foso de los leones. También el rey
de Medo-Persia hizo una declaración pública a todos los habitantes de su reino,
en la forma de una carta real:
(Daniel 6:25-27) Entonces el rey
Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la
tierra: Paz os sea multiplicada. De parte mía es puesta esta ordenanza:
Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del
Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos,
y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el
fin. El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la
tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones.
Tanto Darío como Nabucodonosor hicieron
su reconocimiento de Dios en la cúspide de su poder. Esto es sombra del
reconocimiento que todo ser humano hará de Dios, tal como lo profetizó Isaías:
(Isaías 45:22-24) Mirad a mí, y sed salvos,
todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. Por mí mismo
hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a
mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua. Y se dirá de mí: Ciertamente
en Jehová está la justicia y la fuerza; a él vendrán, y todos los que contra él
se enardecen serán avergonzados.
DANIEL
PROSPERÓ
Mientras que imperios caían y otros
subían, Daniel se mantuvo estable y firme en su posición de liderazgo. Sabemos
que con los cambios de gobierno, los puestos altos siempre cambian. Pero no
sucedió así con Daniel, quien fue elegido para seguir siendo el principal
gobernador aún con los medo-persas.
(Daniel 6:28) Y este Daniel
prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.
Como José en Egipto, también Daniel fue
escogido como gobernador en Babilonia. Aun cuando eran esclavos, Daniel y José
hicieron su trabajo con excelencia. Y su fidelidad en lo poco los llevó a lo
mucho, y terminaron siendo la mano derecha del rey, tal como nos enseña Jesús
en la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30).
La obediencia de Daniel y de José los
llevó a ser “cabeza”, y no cola, como dice la promesa de Dios a quienes guardan
sus mandamientos:
(Deuteronomio 28:13) Y te pondrá el
Señor a la cabeza y no a la cola, sólo estarás encima y nunca estarás debajo,
si escuchas los mandamientos del Señor tu Dios que te ordeno hoy, para que los
guardes cuidadosamente.
Oración…
Señor,
tu palabra dice que Tú honrarás a los que te honran, pero los que te
menosprecian serán tenidos en poco. Nada bueno niegas a los que andan en integridad.
¡Cuán bienaventurado es el hombre que en ti confía!
Mi
oración el día de hoy es tener esta actitud que hubo también en Jesús, quien no
consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a
sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y
hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte. Por lo cual, el Padre le exaltó hasta lo sumo, y le
confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se
doble se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y
debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para
gloria de Dios Padre.
Señor,
mi deseo es seguir el ejemplo de Daniel y José, y que digas de mí: "Bien,
siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el
gozo de tu señor."
…(Continúa
en tu oración personal)…
(ref. Salmo
84:11-12 1 Samuel 2:30 Filipenses 2:5-11 Mateo
25:23)
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