domingo, 1 de septiembre de 2019

1. Daniel, mi Juez es Dios



El nombre de Daniel se compone de dos palabras hebreas: Dani que significa: “mi juez”; y El: “Dios”. En síntesis, Daniel significa: mi Juez es Dios.

A lo largo del estudio de la vida de Daniel veremos que su nombre resultó ser profético para su generación. Primero, Daniel fue testigo de cómo Dios juzgó a Israel por su infidelidad y desobediencia (Eze. 39:23; Isa. 42:24); luego, él fue testigo del juicio divino contra las naciones que trataron con maldad a Israel (Jer. 50:33-34).

JUEZ Y JUSTICIA
De la misma manera que Dios trajo a juicio a Israel y a las naciones, así vendrá el día en que el mundo será juzgado.
(Hechos 17:30-31) Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan, porque El ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos.

La idea de ver a Dios como “juez” no es muy popular, porque nos hace pensar en la idea de juicio y condena; pero no debemos olvidar que el propósito principal del juez es traer justicia. Para quien hace el bien, la justicia trae recompensa y bendición; pero los que hacen el mal, temen al juez porque saben que vendrá la corrección y el castigo.
(Romanos 13:3-4) Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella, pues es para ti un ministro de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues ministro es de Dios, un vengador que castiga al que practica lo malo.

COMIENZA POR LA CASA
Como Juez justo, Dios hará justicia en la Tierra, tanto a creyentes como a gentiles; pero la Biblia dice que la limpieza comienza en casa…
(1 Pedro 4:17) Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?

Medita…
¿De qué lado de la justicia divina estoy yo? Tal vez soy una persona temerosa de Dios, pero me he salido del camino en algún área de mi vida. En este tiempo de ayuno y oración, pidamos a Dios que nos revele si hay algo que debemos corregir.
(Salmo 139:23-24) Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.

El propósito de descubrir las faltas o errores no es para condenación, sino para llevarnos al arrepentimiento, seguido por la obediencia que trae bendición, y también para santificación.
(Romanos 2:4) ¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?  

Oración…
Al inicio de este período de arrepentimiento, Señor, te pido que me examines, y pruebes mi corazón y escudriñes mi mente. Hazme saber si me he desviado en algo, para poder rectificar. Guíame en tu buen camino.
Dios mío, reconozco que eres un Juez justo, y tú juzgarás al mundo con justicia y a los pueblos con fidelidad. Atiendo tu llamado a amar el bien y aborrecer el mal, para establecer justicia en esta tierra.
Tu bondad y tu misericordia me llevan al arrepentimiento. En ti pondrán su confianza los que conocen tu nombre, porque tú, Jehová, no abandonas a los que te buscan.
…Continúa en tu oración personal…

(ref. Salmo 26:2; Salmo 139:23-24; Romanos 2:4-5; Salmo 96:13; Salmo 9:7-10; Amós 5:14-15; Isaías 5:20-21)



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