HISTORIA
Esmirna era una ciudad
muy antigua. Fue destruida en el año 627 a.C., en el tiempo en que Babilonia se
estaba levantando como potencia, y permaneció en ruinas hasta que los griegos
llegaron y la reconstruyeron. En cierta forma, podría decirse que Esmirna es
una ciudad que murió y resucitó. Por esta razón, Jesús se presenta a esta
iglesia de la siguiente manera:
(Apoc. 2:8) Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el
postrero, el que estuvo muerto y vivió…
[Nota: Más
adelante expandiremos más acerca de estas descripciones de Jesús.]
Luego que los romanos
conquistaron Asia Menor, en Esmirna se les ocurrió crear la diosa “Roma” para
congraciarse con sus nuevos gobernantes y mostrar así su lealtad al imperio
romano. Esmirna fue la primera ciudad a la que el senado romano le dio autorización
de construir un templo en honor al emperador (César), quien en ese tiempo era
Tiberio. Todos los habitantes de la ciudad estaban obligados a ofrecer incienso
en honor del César. Quien no lo hacía, era considerado como traidor, y como
castigo era quemado en la hoguera o lanzado a las bestias salvajes. Muchos
cristianos murieron por negarse a adorar al César. Entre ellos estaba el obispo
de Esmirna, llamado Policarpo. Él murió como mártir en el año 168 d.C., a los
86 años de edad. Cuando las autoridades se enteraron que él no había hecho la
ofrenda a César, fueron a arrestarlo, y lo arrastraron por las calles para
llevarlo a juicio. El procónsul romano estaba dispuesto a perdonar a Policarpo,
porque sabía que era una buena persona. Todo lo que él tenía que hacer para
evitar la muerte era lanzar un puñado de incienso al altar del César. Pero
Policarpo no cedió, sino que respondió diciendo que no perdería su recompensa
celestial por ganarse unos días más en este mundo. Al final fue quemado en la
hoguera.
Otra forma de presionar
a los ciudadanos a participar en la idolatría era a través de los gremios. Cada
oficio o industria tenía su gremio, y cada agrupación contaba con su propio
dios patrono. Todos los afiliados al gremio debían profesar su devoción a ese dios
protector, pero muchos cristianos se negaron a hacerlo. Como consecuencia,
ellos eran excluidos del gremio, lo cual implicaba que difícilmente
conseguirían trabajo. Por esta razón, la mayoría de los creyentes en Esmirna
habían caído en la pobreza.
NO POBRES, SINO RICOS
Para el mundo, los
cristianos de Esmirna eran pobres, pero ésa no era la opinión de Jesús. En su
carta, el Señor les dijo:
(Apoc. 2:9) Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico)…
El Señor no consideraba
que los creyentes de Esmirna fueran pobres, sino que los describe como “ricos.”
Ellos estaban invirtiendo en tesoros eternos, como Jesús explica en su parábola:
(Mateo 6:19-21) No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre
destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros en el
cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no
penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
LAS APARIENCIAS ENGAÑAN
Al oír acerca de la
fuerte persecución que vivieron los creyentes de Esmirna, uno imaginaría que la
ciudad era oscura y triste, pero era todo lo opuesto. En realidad, Esmirna era
una ciudad muy bella, probablemente la más hermosa de la región, rodeada de
montañas por un lado y mar por el otro. Esmirna recibía el apodo de “Perla del
Mar Hageo”.
Sin embargo, las
apariencias engañan…La realidad es que la ciudad no fue bien diseñada desde sus
inicios, y no construyeron desagües. Como consecuencia, cuando llovía los desperdicios
salían a flote por las calles, provocando un terrible hedor en toda la ciudad.
La palabra “Esmirna”
significa: mirra. Esta es una sustancia obtenida de un árbol cuya madera es
nudosa pero aromática. La mirra era usada como perfume, en especial para cubrir
el hedor de los muertos y de disfrazar la descomposición de la carne. Esto
describe muy bien lo que era esta ciudad: parecía hermosa en la superficie,
pero estaba muerta por dentro.
JUDÍOS QUE NO LO SON
El tema de las
apariencias vuelve a saltar en la siguiente descripción que Jesús hace de esta
iglesia:
(Apoc. 2:9) Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y
la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de
Satanás.
Esmirna contaba con una
comunidad judía grande. Ellos eran ricos e influyentes, por lo que lograron
negociar un trato con las autoridades para ser exonerados del pago de la
ofrenda al César, debido a que su religión se los prohibía. Sin embargo, cuando
algunos judíos creyeron en Jesús como Mesías, la comunidad judía reaccionó mal.
No sólo los sacaron de la sinagoga, sino que los denunciaron ante las
autoridades como “no judíos”. Eso puso a los judíos mesiánicos en una posición
difícil porque ya no podían ser exonerados de la ofrenda pagana.
Aunque los acusaban de
“no ser judíos”, Jesús aclaró que los acusadores eran ellos los que “no eran
verdaderos judíos” por su falta de fe. El Señor entendía muy bien este rechazo
porque él también fue perseguido por los religiosos de su tiempo (Juan
8:37-47).
Pablo señaló que el
judío verdadero no es por la carne, sino el que es “de corazón”. Él explica que
quien obedece a Dios y cumple Su Palabra, éstos son los verdaderos hijos de
Abraham, por la fe.
(Romanos 2:27-29) Y si el que es físicamente incircunciso guarda la ley, ¿no te juzgará a ti,
que aunque tienes la letra de la ley y eres circuncidado, eres transgresor de
la ley? Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni la circuncisión es la
externa, en la carne; sino que es judío el que lo es interiormente, y la
circuncisión es la del corazón, por el Espíritu, no por la letra; la alabanza
del cual no procede de los hombres, sino de Dios.
Esmirna recibió
persecución del gobierno, pero la más dura fue la que venía de quienes
supuestamente eran “hermanos”. Y esa traición duele más.
En la próxima entrada
terminaremos de leer lo que Jesús le dijo a la iglesia de Esmirna…
Más capítulos de este estudio
en: Apocalipsis
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